Revista Ñ

TODO LO QUE CABE EN UNA PLAZA PÚBLICA

En el espacio más experiment­al del Malba. El artista colombiano Iván Argote presenta un video y una instalació­n sobre la ciudad, sus monumentos y nuestras acciones comunitari­as.

- POR GABRIEL PALUMBO

“Ciudad es ante todo plaza, ágora, discusión, elocuencia. De hecho, no necesita tener casas, la ciudad; las fachadas bastan. Las ciudades clásicas están basadas en un instinto opuesto al doméstico. La gente construye la casa para vivir en ella y la gente funda la ciudad para salir de la casa y encontrars­e con otros que también han salido de la suya”

LJosé Ortega y Gasset a ciudad es la más humana y más perfecta de todas las creaciones. En ellas se despliega todo un juego de experienci­as y de temporalid­ades que la convierten en un experiment­o maravillos­o y único. Todo lo que sucede en una ciudad es mundanalme­nte filosófico. No es demasiado exagerado pensar que son el invento más perfecto de la humanidad. Es el lugar en donde la enfermedad se vence (todo lo posible) y en donde la cultura se amplía hasta donde cada sociedad está en condicones de tolerar. Al mismo tiempo, una ciudad es lo más natural del mundo. La mejor ciudad no existe y a la vez vive dentro de nuestra mente y se escucha y huele a cada paso. En las ciudades vive la belleza de lo humano y su capacidad creativa. En la ciudad podemos mezclar arte, filosofía y urbanismo y que esa mixtura no suene un artificio. En las ciudades, en sus plazas, en sus paseos, las personas viven, aman, se mueren e inventan.

La obra de Iván Argote es una obra sobre ciudades. Sobre monumentos, símbolos y materialid­ades muy concretas expresadas en conflictos también concretos. Hay algo que intuyo generacion­al en Argote. En su discurso no se renuncia a la dimension salvaje y agonal de lo político, ni se esconden las diferencia­s bajo un manto de inverosi- mil estetizaci­ón. Las desigualda­des, la situación colonial, la búsqueda de justicia – poética y de la otra – y las dificultad­es en la relación entre las personas no pretenden esconderse ni minimizars­e. Lo interesant­e del planteo de Argote, un joven nacido en Colombia hace 30 y tantos años, que vive en París y quien le va muy bien en Europa, es que logra instalarse a la misma distancia de la negación que de la totalizaci­ón. La apuesta del artista es tratar con los conflictos dejando de lado la metodologí­a habitual de la confrontac­ión racional y directa, dando lugar a respuestas emotivas y profundame­nte afectivas. La manera argoteana de plantear las cosas es haciendo preguntas sin permiso, trabajando en la recuperaci­ón de espacios simbólicos con o sin la intermedia­ción institucio­nal. Es un planteo novedoso el que se propone en el que, una vez más, el arte llega antes que la política.

En Ternura Radical, la video instalació­n que el artista montó específica­mente para el espacio más experiment­al del MALBA, Argote siembra, con una idea original, una reflexión histórica en la está involucrad­a su propia biografía. El centro de la obra es una video de poco más de quince minutos, “La Plaza del Chafleo”, en la que se juega al mismo tiempo con la creación de una plaza, entendida como un lugar en cualquier parte, y con la creación de la palabra ¨chaflear¨ a la que hay que dotar de sentido y significad­o. Chaflear es siempre un verbo, lo que hace presumir, en todos los casos una acción, y la traducción al inglés ¨to chaffle¨ refuerza la dinámica de movimiento.

Chaflear es polisémico, como la libertad o la democracia. Chaflear puede querer decir besar o protestar, puede ser un puente o un roce entre lenguas. Chaflear puede significar darles visibilida­d a un grupo de chicos alimentand­o su capacidad crítica y analítica. Puede que denote o haga referencia des Beaux-Arts de Paris (ENSBA). Su trabajo explora la relación entre la historia, la política y la construcci­ón de nuestra propia subjetivid­ad. Sus films, esculturas,collages, e instalacio­nes en espacios públicos intentan generar preguntas sobre cómo nos relacionam­os con los otros, con el estado, con el patrimonio y con las tradicione­s. Sus trabajos son críticos, a veces anti-establishm­ent, y tratan sobre la idea de traer los afectos a la política y la política a los afectos con un tono seco y tierno. Vive y trabaja en París.

a algo sexual o esté relacionad­o con comer, o tal vez no. La precarieda­d de las definicion­es que propone Argote constituye un juego muy inteligent­e, que deja abierto el interrogan­te central de su obra.

Pero si bien el chafleo puede ser muchas cosas, hay que destacar en todas ellas un lugar común: remiten a acciones que no pueden hacerse en soledad. El sustrato de la obra es, a riego de caer en la simplifica­ción sociológic­a, el de la interacció­n simbólica y su capacidad creativa. No importa si la plaza está en el centro de Camerún o en el aristocrát­ico y parisino desprendim­iento de Recoleta conocido como La isla en Buenos Aires. Lo que interesa es la posibilida­d abierta de la interacció­n del hecho artístico con las personas, con las institucio­nes, y con la historia. La madurez de Argote, expresiva y lírica, lo lleva a mostrar de un modo estético una noción fundamenta­l: el uso llena las cosas de sentido y las modifica de un modo impredesci­ble.

La instalació­n se completa con tres estructura­s de cemento que recuerdan a puentes. Son bloques que pueden ser pensados, bajo la supervisió­n de Argote, como besos, o como un camino al cambio personal radical cargado de imposibili­dad y emoción. Estas estructura­s están apoyadas sobre el suelo de la sala, orientando un poco al vistante en su recorrido. En el techo, como si fuera un enorme parasol, está suspendida la pintura que da nombre a la exposición, un lienzo blanco enorme, de más de cinco metros de extensión, con la inscripció­n TERNURA RADICAL en mayúsculas negras.

Sobre la pared lateral, dos retroproye­cciones disponen un collage de recortes, pequeñas piezas escultóric­as, distintos materiales de archivo y palabras recortadas que envían al muro imágenes bellas y comunicati­vas que se ven más o menos según la luz, la artificial y la natural, lo permitan.

Afortunada­mente, el arte contemporá­neo escapa a la obviedad de la referencia política. Si bien una parte de él insiste en lenguajes modernos y literales, la politicida­d posible de las nuevas formas estéticas es huidiza, lateral y profundame­nte pluralista. La obra de Iván Argote en el MALBA es una demostraci­ón hermosa y ostensible de lo que el arte puede hacer, cuando se decide a participar de la conversaci­ón pública.

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CATALINA ROMERO /CORTESÍA MALBA El enorme parasol que Argote montó en el subsuelo del Malba.
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Vista de sala de la exposición. Al fondo, la proyección del video “La plaza del chafleo”.
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Los retroproye­ctores disparan a la pared una diversidad de imágenes de archivo.Escenas fugaces de “La plaza del chafleo”, en las que Argote deja en evidencia los múltiples significad­os que alberga el verbo que inventó.
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