Revista Ñ

Fuegos, saqueos y temblores

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A propósito de la entrevista al historiado­r Noah Charney, autor de un inventario de obras desapareci­das, publicada en Ñ 797. Quiero felicitar por la nota sobre arte y las obras que se han perdido. Se trata de un tema muy interesant­e que la serie que se emite en la actualidad “El ministerio del tiempo” se debate en uno de sus capítulos sobre salvar o no los cuadros que justamente inician la nota de Millet. Los del incendio del Alcázar. Mantener la historia o salvar el arte se presenta a priori como una contradicc­ión que es superada positivame­nte en la serie. Que Velázquez sea uno de los personajes abordados le da un toque especial. El año pasado, mucho más cerca en el tiempo, tuvimos el incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro en Brasil. Millones de piezas de obras de arte perdidas.

Otras pérdidas históricas tienen un elemento de misterio junto con el de nostalgia. Así como se cita las obras perdidas por el incendio de Nerón o la erupción del volcán de Pompeya, no tenemos siquiera una lista de las obras perdidas en el incendio de la Biblioteca de Alejandría (aunque Eco juega muy bien con uno de sus posibles tesoros). Tampoco hay informació­n suficiente sobre el “auto de fe” de Mani en el siglo XVI, donde se quemaron códices mayas por “herejes”. El hecho fue retratado en un mural por Diego Rivera (mismo autor que la nota señala la quema de su mural para los Rockefelle­r). Entre ellos se encontraba­n textos que daban cuenta de la geometría, astronomía e ingeniería local. El sistema de canaletas de agua español (y luego europeo) es una importació­n directa de América.

La obra de arte que fue y ya no es resulta un hecho fascinante. No deja de darnos la idea de que la humanidad se ha perdido de ella. Y por ello también valorar las que hoy podemos conocer, y a los artistas que aun están en crecimient­o.

PABLO TESTA

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