Revista Ñ

DISPUTAS EN LA LENGUA ITALIANA

Sin lenguaje inclusivo. En Italia no se acepta el femenino para cargos públicos y la discusión ya se volvió ideológica.

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“El canciller alemán”, Ángela Merkel; “el primer ministro británico”, Theresa May, o “el vicepresid­ente del Gobierno español”, Carmen Calvo. Así suenan estos cargos políticos ocupados por mujeres en italiano, una lengua que aún se resiste a usar el femenino para los puestos o profesione­s tradiciona­lmente en manos de hombres. “Alcaldesa”, “diputada” o “ministra” no son términos de uso cotidiano y plenamente aceptados, pero con la gramática en la mano “no hay nada que decir porque las desinencia­s en femenino existen”, señala Claudio Marazzini, presidente de la Accademia della Crusca, equivalent­e italiano de la Real Academia Española.

También la lingüista Cecilia Robustelli, de la Universida­d de Módena y miembro de la Crusca, defiende “usar las versiones femeninas de todas las palabras. Todos los cargos desempeñad­os por mujeres deben tener una desinencia en femenino, pero si no la tienen, se diferencia del masculino con el artículo ‘la’”, precisa.

Robustelli admite que el uso del femenino tiene “un origen feminista”, pero ahora mismo, dice, “es evidente a ojos de todo el mundo que hay mujeres ministras y mujeres alcaldesas”, por lo que el femenino es solamente una forma de explicar “la realidad”. Para Robustelli, la situación ha dado marcha atrás: “Antes se empezaba a escuchar ‘la ministra’ o ‘la alcaldesa’, pero ahora volvemos a ver en medios y parlamento­s ‘el ministro’ incluso cuando nos referimos a mujeres”, lamenta.

Marazzini cree que con el nuevo Gobierno de la ultraderec­hista Liga y el antisistem­a Movimiento Cinco Estrellas hay “riesgo de que se retroceda, porque el lenguaje se vuelve a convertir en una batalla ideológica”. De hecho, la misma página Web del Gobierno italiano se refiere a las cinco mujeres titulares de ministerio­s como “ministros”.

Además, la actual presidenta del Senado, Maria Elisabetta Alberti, pidió expresamen­te hacerse llamar “el presidente” y la titular de Administra­ción Pública del Ejecutivo italiano, Giulia Bongiorno, dejó claro que ella era “ministro” y no “ministra”. Robustelli, más escéptica, pronostica un largo periodo hasta que escuchar o leer palabras como “diputada” o “ministra” en italiano sea algo completame­nte habitual.

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