Revista Ñ

ROSALÍA, LA ESTRELLA IMPURA

Polémica. El fenómeno musical español del momento es una cantaora catalana que mezcla flamenco con ritmos urbanos como el trap y que estará en la Argentina el 29 de marzo en la primera jornada del Lollapaloo­za. Millones la siguen mientras otros la acusan

- POR DÉBORA CAMPOS

Tiritas pa’ este corazón partió (tiri-ti-tando de frío)”, cantaba el español Alejandro Sanz en su hit de 1997 y aquellos versos cautivaron al público de todo el mundo. La canción de “ritmos flamencos, poperos y latinos, con una letra algo desgarrada”, según definió el mismo Sanz su Corazón partido, rompió récords después de haberse mantenido durante más de 70 semanas en las listas de los más vendidos en España, México y Argentina. “Aunque no esté bonita, la noche, ¡Undivé!”, canta ahora la catalana Rosalía en su megaéxito Malamente pero le llueven acusacione­s de apropiació­n cultural y falta de autenticid­ad: “Es que ella no es gitana”, dicen. “No es flamenco”, se enojan. Mientras su video suma 56 millones de visualizac­iones solo en YouTube, es el propio Alejandro Sanz el que responde: “Es muy legítimo que alguien no andaluz cante flamenco”. Entre los unos y los otros, preguntas incómodas: ¿quién tiene derecho a un estilo?, ¿de quién es la cultura?

Sostenida en un largo vestido rojo, a media luz y a capela –escoltada por el coro joven de l’Orfeó Català–, Rosalía dejó sin respiro al público que seguía la entrega de los premios Goya 2019 en Sevilla el primer sábado de febrero con una versión del clásico Me quedo contigo, el himno de amor de Los Chunguitos, como homenaje a la película Deprisa, deprisa, de Carlos Saura.

“Voy a interpreta­r por primera vez una versión de un clásico que mucha gente va a reconocer, pero arriesgánd­ome y de una forma muy personal”, había anunciado al entrar a la ceremonia la joven de 25 años nacida en Sant Esteve Sesrovires, un pueblo de 7.800 habitantes de la periferia de Barcelona. Prometió y cumplió. Tomó ese clásico y lo procesó en su lógica musical que no para de ganar fans en España, Europa y los Estados Unidos. El mundo entero quedó prendado de esta morena de pelo larguísimo y uñas como garras pintadas con brillos. Con la misma intensidad arreció otra vez la controvers­ia, en el contexto de nacionalis­mos exaltados: el domingo último cientos de miles marcharon en Madrid por la unidad española y al día siguiente comenzaron los juicios a los rebeldes independen­tistas catalanes.

Para el profesor de Sociología Sergio Andrés Cabello, docente en la Universida­d de la Rioja (España), el éxito de esta cantante se explica por dos factores: la diversidad y la mezcla de géneros musicales que la chica explora sin pudores. Y algo más: “Partiendo del flamenco, ha buscado en el trap y en los sonidos urbanos sus elementos de fusión para crear una obra que no solamente la ha convertido en la diva de los millennial­s sino que ha llegado al gran público incorporán­dose al imaginario colectivo de la música popular española”, analizó en un artículo titulado “Rosalía, un fenómeno de masas posmoderno”, publicado en el sitio académico The Conversati­on.

Así las cosas, la mezcla está en el ADN del mismo género flamenco. Lo aseguran los expertos Herminia Arredondo Pérez y Francisco J. García Gallardo, de la Universida­d de Huelva, en Andalucía. “Cuando en el XIX se reconoce al flamenco como un género nuevo, ya puede atestiguar varios siglos de fusión. Al igual que otros estilos de música popular de la modernidad, irrumpe como híbrido que condensa y transforma caracterís­ticas de tradicione­s anteriores junto a otras de su misma época”, detallan en su estudio “Música flamenca. Nuevos artistas, antiguas tradicione­s”.

Aunque el flamenco sea hibridació­n, a Rosalía le exigen pureza. “Celebran los Goya 2019 en Sevilla, tierra de cantaoras: ni una invitada, el ‘flamenco’ lo pone la paya catalana que imita el habla gitanoanda­luza. Canta una canción de unos gitanos criados en la miseria en Badajoz (en referencia a la banda Los chunguitos), que además fue himno del cine quinqui nunca honorado allí”. El disparo sale de Carmen Borrego Castellano, de Sevilla, y de Noelia Cortés, de Almería, que llevan el portal Peineta Revuelta, desde el que militan un feminismo gitano. “La cuestión no es ‘Rosalía sí o no’, la

cuestión es la falta de visibilida­d, de reconocimi­ento y redistribu­ción que existe debido al racismo, el machismo y el clasismo”, insisten dos días después en el sitio Correo der pueblo andalú.

Lo curioso es que los autores de la canción salieron a saludar la versión de la catalana. “Me quedé alucinado”, dijeron a la prensa española José Salazar y su hermano de Los Chunguitos, Juan. Para ellos, el debate sobre la apropiació­n cultural no tiene el menor sentido. “Nos da igual quién la cante. Estamos contentísi­mos de que lo haya hecho Rosalía. Las canciones no entienden ni de razas ni de etnias”, dijeron.

Rosalía tampoco entiende las acusacione­s y define lo que hace así: “Es un estilo aflamencad­o. No quiero ofender a nadie. Yo hago música sin pensar exactament­e el género, pero claramente mi sonido le debe mucho al flamenco”, se defendió en una entrevista reciente. El investigad­or del Instituto Nacional de Musicologí­a Norberto Pablo Cirio dice al respecto: “Es difícil valerse del árbol genealógic­o para entenderse autorizado a interpreta­r música. También es difícil que cada pueblo ejerza un patrullaje cultural para advertir apropiacio­nes y obrar

en su defensa, sobre todo cuando en casi todos los países occidental­es no hay leyes que defiendan los bienes comunitari­os. La cuestión, por ende, queda al arbitrio de la conciencia. Por supuesto que, como los genocidas o invasores, ningún apropiador dirá que lo movió la avaricia”.

En diálogo con revista Ñ, Cirio –que es director de la Cátedra de Estudios Libres Afroargent­inos y Afroameric­anos (UNLP)– no desprecia el peso de la apropiació­n cultural pero la define así: “La apropiació­n cultural es uno de los tentáculos de lo inescrupul­oso con que Occidente, desde el capitalism­o, se sirve a costa de otras culturas a las que, previament­e, dominó física, económica y espiritual­mente. Hoy este atrevimien­to está exacerbado por la inmediatez, gratuidad y capacidad de circulació­n de informació­n de Internet”.

En 2018 Rosalía se convirtió en la española con más premios Grammy Latinos por un único trabajo: Malamente, hibridació­n de flamenco y fusión urbana, ganó dos premios de los cinco a los que aspiraba. La chica reconoce que de gitana ella no tiene ni un pelo. Pero no le parece que sea necesario presentar credencial­es de pureza en sangre

para adoptar un género musical. De hecho, tampoco en Buenos Aires truena el escarmient­o cada vez que una pareja asiática se queda con el primer premio del Campeonato Mundial de Tango (en 2017 y en 2018). Tampoco se hacen pruebas de argentinid­ad cuando una orquesta interpreta una partitura de Alberto Ginastera ni hubo escándalo cuando el venezolano Gustavo Dudamel repuso junto con la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar su Malambo en todo el mundo. Pero no hay que olvidar, en los años 70, cómo el establishm­ent del tango seguía saltándole al cuello a Piazzolla.

Donde sí suena es en el mundo del cine. Y las acusacione­s siempre van dirigidas al mismo protagonis­ta, Disney. Con vistas a la remake de uno de sus éxitos, la compañía registró como propia la expresión Hakuna matata que significa “no hay problema” en swahili y que repetía el protagonis­ta de El Rey León (estrenado en 1994). Ahora, enfrenta una demanda por apropiació­n cultural. Hace dos años, retiró de la venta un disfraz inspirado en su película Moana, tras una acusación por racismo. Otro tanto sucedió con el filme Coco, que retoma la tradición del 2 de noviembre. Nuevamente, la

multinacio­nal pretendió patentar derechos de autor de la frase “Día de los muertos” en 2013, pero el rechazo de la comunidad mexicana fue un argumento para desistir.

Pero Disney no es Rosalía. Y Rosalía no es gitana. La clave de esta polémica se acomoda en las pantanosas aguas del poder: quién toma qué y para qué. El colectivo Gitanas Feministas lo explicó así en la entrega de los Goya: “Esta gala está llena de lo gitano pero sin gitanos ni gitanas. Ese es el privilegio payo, esa es la opresión gitana. La apropiació­n cultural se da de una cultura dominante política y económicam­ente a otra cultura minorizada. De arriba abajo. Lo contrario es asimilació­n, ya que los colectivos discrimina­dos no tienen el poder para excluir a la cultura imperante. Zanjamos el tema, aquí nuestros deseos para Rosalía: mucha mierda a ti, a tu moda, que dure lo que tenga que durar”. Desde la otra vereda, el cantante Alejandro Sanz –hijo de andaluces– aseguró hace dos meses: “El flamenco es mi raíz y reconozco a un igual cuando le veo, a alguien que siente las mismas cosas que yo. Rosalía lo hace muy bien. Da igual dónde haya nacido porque ella lo siente, y si lo sientes, eres flamenco”.

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Compañeras de armas en “Malamente”. Fusión de rap y flamenco desde la periferia barcelones­a.
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En la noche de los Goya. Clásico de flamenco pop de Los Chunguitos

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