El valor de un pequeño retrato de Lucian Freud
Entre 4,5 y 6,5 millones de libras esterlinas (es decir, entre 5,8 y 8, 3 millones de dólares). Ese es el sorprendente precio estimado con el que saldrá a subasta el próximo 5 de marzo en Sotheby’s de Londres “Head of a Boy”, el retrato realizado por Lucian Freud en 1956, que se reproduce aquí. Las astronómicas cifras que solo marcan un precio referencial –es cierto– pero que seguramente no serán desmentidas en la puja por el retrato cuando llegue la fecha producen una perplejidad aun mayor cuando se las compara con las dimensiones de la obra: 18 x 18 cm. Aunque se trate de la obra de un maestro del retrato y del arte contemporáneo, no hay forma de explicar por qué razón una tela de dimensiones apenas mayores que las de un azulejo de cocina puede venderse al precio de unos 40 departamentos stándar de tres ambientes en un barrio de clase media de Buenos Aires. Completamente ajenos a su belleza y sus valores artísticos, existen, sí, algunos factores que hacen que una obra sea más atractiva que otra en un mercado de arte cuya caprichosa (i)lógica nunca es del todo previsible.
En primer lugar Lucian Freud murió en 2011, es decir que no pueden esperarse nuevas obras suyas. Lo escaso, se sabe, vale más. En segundo lugar, esta es paradójicamente una obra “nueva” de Freud, al menos para el mercado. De hecho, es su debut en subasta: fue pintada hace 62 años, pero estuvo durante más de 50 años colgada en la pared de una glamorosa mansión de los Montes Wicklow, en Irlanda, lejos de la vista del público, salvo en dos ocasiones: una exposición en Londres en 1974 y otra en Dublin en 2008..
La pintura, además, está atravesada por historias, celebridades y personajes de película, por lo que es aún más probable que su precio suba rápidamente en la subasta. El chico de la pintura es Garech Browne, heredero de la fortuna Guiness, los productores de la famosísima cerveza, cuando tenía 17 años. Garech, que murió a los 78 en marzo del año pasado, vivió la mayor parte de su vida en Luggala, la legendaria mansión familiar donde la pintura permaneció hasta ahora.
Años después de posar para el retrato de Freud, se convirtió en mecenas y personalidad de la cultura en el Reino Unido. Allí, en Luggala, ofreció fiestas que cimentaron la leyenda de la casa, visitada por actores de Hollywood, estrellas de rock, poetas, políticos, pintores y afines. Se cuenta, por ejemplo, que Los Beatles tomaron ácido allí. Entre muchos otros huéspedes, Luggala recibió a Mick Jagger, Marianne Faithfull, John Hurt, Dennis Hopper, Charlotte Rampling y Michael Jackson. Todo lo que ocurrió allí parece leyenda. En el libro de Robert O’Byrne Luggala Days: The Story of a Guiness House, cuenta el mismo Garech Browne: “Quizá la persona de quien más aprendí fue Lucian Freud. Vino por primera vez a Luggala con su esposa Kitty. Después se casó con mi prima Lady Caroline Hamilton-Temple Blackwood. Estaba pintando mi retrato en Luggala cuando la casa se incendió en 1956, por lo que le dio la versión sin terminar a Caroline y empezó de nuevo. Lucian me presentó después gente muy interesante, como Francis Bacon, y me llevó al Louvre”.