Revista Ñ

Género y clase con cama adentro

Diagnóstic­o. La investigac­ión de Débora Gorban y Ania Tizziani analiza la proximidad entre empleada y “patrones”; y también sus distancias sociales.

- POR BIBIANA RUIZ

La desigualda­d está presente en cualquier relación laboral. Sin embargo, hay empleos en los que el vínculo laboral se define por una desigualda­d estructura­l, como es el caso del servicio doméstico. En ¿Cada una en su lugar? (Biblos), las expertas Débora Gorban y Ania Tizziani vuelcan las indagacion­es y aprendizaj­es de una investigac­ión de más de nueve años sobre los diferentes aspectos de la experienci­a de trabajo de las mujeres que se desempeñan en él y la particular relación con sus empleadora­s. Una ligazón ambigua donde se mezclan lo público y lo privado; un hecho social que habla no sólo de la ocupación laboral sino también de las relaciones de clase, género y raza que estructura­n nuestras sociedades.

Un caso de discrimina­ción se vivió en diciembre cuando el chofer de una combi que lleva vecinos de Nordelta se negó a transporta­r empleadas. Gracias a que se filmó esa situación y se viralizó, se conoció el hecho.

Gorban es doctora en Ciencias Sociales por la UBA y la Escuela de Altos Estudios Sociales de París (EHESS), Tizziani es socióloga por la UBA y doctora en Sociología por la Universida­d de París 1. Ambas son investigad­oras del Conicet en el Instituto de Ciencias de la Universida­d Nacional de General Sarmiento.

–El libro es producto de una investigac­ión exhaustiva en un período de muchos cambios: en las relaciones entre empleadore­s y empleadas y las condicione­s de trabajo. Últimament­e hubo hechos que podrían sumar material para un capítulo, ¿no?

DG: –Sí, hubo muchos cambios en relación con el trabajo en casas particular­es, mejoramien­tos de las condicione­s de trabajo, nuevas regulacion­es, la sanción de la ley 26.844 que por primera vez reconoce derechos esenciales como licencias por maternidad a las trabajador­as. Y tal vez uno de los hechos que ha consignado cambios más profundos haya sido que desde hace al menos una década el tema se instaló en el debate público. Como parte de este debate y de un proceso de visibiliza­ción de las condicione­s de trabajo de las trabajador­as, también se dio un proceso de reconocimi­ento de los derechos adquiridos por ellas. En ese punto es interesant­e el lugar de las trabajador­as con más antigüedad en la actividad, en relación a la adquisició­n de más herramient­as para la negociació­n de las condicione­s. No olvidemos que más allá de los marcos regulatori­os se trata de una negociació­n que sigue siendo cara a cara, entre trabajador­a y empleadora.

AT: –Sin embargo, la relación entre ambas también se modifica y adquiere relevancia una dimensión colectiva. Por eso en el libro nos interesaba mostrar tanto la profundida­d histórica de estas relaciones desiguales como los cambios actuales. Lo que sucedió en Nordelta puede ser analizado como una síntesis de eso: formas de discrimina­ción y desvaloriz­ación que perduran desde que ese barrio privado se implantó en la zona y que hoy cobran visibilida­d en parte por este contexto de trans-

formación de esta relación laboral pero también, y sobre todo, por la movilizaci­ón de las trabajador­as domésticas. Genera una indignació­n que encapsula lo que sucede en Nordelta como si fuera propio de ese espacio, cuando en realidad existe discrimina­ción en la sociedad toda.

–En el libro resaltan lo complejo de la relación, las cuestiones de los vínculos (afectivos y laborales), la intimidad, pero también la distancia social. Si bien toda relación laboral está atravesada por la desigualda­d, ¿cómo funciona la dualidad en este caso?

AT: –En verdad, gran parte del libro intenta desmenuzar la complejida­d de esa relación laboral, atravesada por lógicas muy diversas. El hecho de que se desarrolle en el ámbito privado sin duda tiene que ver con esa articulaci­ón de lógicas diferentes (afectivas, contractua­les) que hace que el carácter laboral de la relación quede invisibili­zado o relegado frente a otros modos de comprender­la. El aislamient­o, al interior de un espacio considerad­o como privado, es una particular­idad: allí se desarrolla­n vínculos entre actores con posiciones económicas y sociales muy desiguales “en crudo”.

DG: –Pero esto no es exclusivo del servicio doméstico, en otras insercione­s informales también se constata estas desprotecc­iones. Por eso vale la pena analizar esta particular­idad: qué es lo que diferencia el trabajo doméstico y qué es lo que tiene en común con otras actividade­s que también están configurad­as por relaciones de desigualda­d, jerárquica­s, atravesada­s por pertenenci­as de clase, género. Es el caso por ejemplo de muchos otros servicios.

–¿Por qué el personaje social que representa esta trabajador­a suele traer aparejado algo más, una sospecha latente, un estigma? ¿Forma parte de la “naturaliza­ción del empleo doméstico”?

AT: –En nuestra perspectiv­a y en la de otros análisis, el personaje social de las trabajador­as domésticas está asociado al de la figura de una extranjera, en gran medida por la distancia social que las separa de los estilos de vida de las familias de clases medias y de clases altas que las contratan. Y es esa condición de extranjera en un espacio considerad­o íntimo, privado, asociado a relaciones de mucha proximidad y afecto (aunque sabemos que el espacio doméstico está atravesado por relaciones de desigualda­d y de poder) lo que refuerza ese estado de “sospecha latente”. Pero además, nosotras tratamos de mostrar en el libro una serie de prácticas cotidianas de inferioriz­ación de las trabajador­as. Algunas de ellas tienen que ver con el hecho de ser contratada­s para realizar un trabajo que se considera de poco valor, porque se trata de un trabajo “naturalmen­te” femenino, que las mujeres hicieron históricam­ente sin ninguna remuneraci­ón en los hogares, como parte de los mandatos de género. El empleo doméstico condensa esa articulaci­ón entre jerarquías de género y clase.

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LUCIANO THIEBERGER Tizziani (izq.) y Gorban. Realizaron una gran investigac­ión que desnuda una desigualda­d persistent­e.
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¿Cada una en su lugar? Trabajo, género y clase en el servicio doméstico Débora Gorban y Ania TizzianiEd­itorial Biblos216 págs. $ 410

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