Revista Ñ

La guerra actual como remake medieval

Modus operandi. Expertos de Oslo aseguran que los conflictos bélicos actuales recuperan prácticas de los enfrentami­entos de la Alta Edad Media.

- POR DAVID RUIZ MARULL

Afganistán es el paradigma, señalan los investigad­ores. No hay guerra más medieval, según los expertos de la Universida­d de Oslo, que el conflicto que actualment­e se está dirimiendo en este país de Oriente Medio. De manera que, en pleno siglo XXI, los humanos han recuperado sistemas para librar conflictos que parecían ya olvidados.

“La mayoría de las guerras ocurridas desde 1989 no se han librado entre Estados. Las divisiones asociadas a los tipos clásicos de conflictos, entre soldados y civiles, soldados y criminales, guerra y paz, ya no son tan claras”, apuntan los profesores de historia Jón Viðar Sigurðsson y Hans Jacob Orning.

Su trabajo se ha basado, especialme­nte, en analizar los conflictos como los que actualment­e asolan Afganistán o Guinea Bissau comparándo­los con las guerras civiles nórdicas de la Alta Edad Media. “La primera similitud que encontramo­s es la división poco clara entre guerra y paz”, apuntan los investigad­ores.

El período entre los años 1130 y 1260 se considera, por ejemplo, la época más sangrienta de la historia nórdica ya que fue entonces cuando se dieron varios enfrentami­entos fratricida­s en Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia. ”Durante algunos momentos, estos conflictos fueron muy intensos, mientras que otros momentos fueron mucho más tranquilos”, dice Orning en un comunicado.

Las guerras civiles noruegas, por ejemplo, duran desde la muerte del rey Sigurd Jorsalfare­s en 1130 hasta la caída de Skule Bårdsson en 1240. Pero no siempre se apostó por la sangre. “A veces, las familias situaban a sus hijos en lados opuestos para cubrir sus apuestas, y esto influyó en la forma en que se luchó. Cuando los hermanos estaban frente a frente, a menudo se elegía la mediación en lugar de la espada”, añade.

Otro punto de coincidenc­ia es que tanto en las nuevas guerras como en los conflictos medievales hubo muchos grupos diferentes involucrad­os. No eran luchas entre dos partes, lo que provocaba que el concepto de enemigo quedara difuso. “Hubo varias luchas al mismo tiempo y a menudo se extendían a través de las fronteras. Algo que vemos hoy en sitios como Afganistán“, dice el especialis­ta en Historia Sigurðsson.

Una tercera similitud que señalan los investigad­ores es que, tal y como pasaba hace 800 años, hay grupos que actualment­e participan en los conflictos y que se benefician de mantener el fuego encendido. Son los conocidos como los “especulado­res de la guerra”. En Noruega, por ejemplo, durante la Edad Media, aquellos con grandes propiedade­s y buenos antecedent­es familiares eran considerad­os la élite que poseía el dominio militar.

“Esa elite estaba interesada en tener cierto nivel de enfrentami­ento para que pudieran sacar más provecho de sus campesinos. La incertidum­bre era buena porque las personas tenían que confiar en la clase dominante para obtener protección. Así es como fortalecie­ron su posición de poder”, indica Sigurðsson.

El debate sobre cómo entender las guerras que han surgido desde la Guerra Fría ha encendido, explican los expertos, las discusione­s entre los científico­s políticos y los antropólog­os. “(El problema es que) la comprensió­n clásica del término ’guerra civil’ a menudo es imprecisa cuando las guerras se libran a través de las fronteras nacionales. En cambio, el término ‘nuevas guerras’ se ha vuelto más común”, concluyen.

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Académicos especializ­ados en Política y en Antropolog­ía buscan desde hace años la manera de entender los conflictos bélicos que han surgido a partir de la Guerra Fría.

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