Revista Ñ

DEL ESTADO COMO UNA “START UP”

Desde partidos políticos hasta empresas de delivery se esmeran en el desarrollo de sus plataforma­s en la Web, con la lógica de un modelo de negocio basado en la vigilancia.

- POR JUAN JOSÉ MENDOZA Juan J. Mendoza es autor de Escrituras past y El canon digital.

En la geopolític­a actual el Stack forma parte de procesos hemisféric­os: EE.UU. mide fuerzas con China mientras Europa intenta escapar de ambos. Puede parecer todo muy alejado de los arrabales latinoamer­icanos. ¿Pero qué pasa cuando las aplicacion­es de empresas tecnológic­as con base en Estados Unidos y Europa bajan a las economías regionales? O, dicho de otra manera: ¿Qué sucede cuando un artista vende obra por Instagram, un escritor vende un próximo curso de otoño sobre Poe vía Twitter o un diseñador de moda vende camisetas y vestidos estampados vía Facebook? ¿Se trata de lumpenprol­etariados que están lucrando a través de mega-plataforma­s de Internet sin supuestame­nte estar pagando nada a cambio? Bueno, quizás estén dejando una buena parte de sus vidas en ello. Y una buena cantidad de datos a cambio: ubicación, edad, preferenci­a sexual.

Por lo general la estrategia de las empresas ha sido la siguiente: recolectar datos, luego pedir disculpas y, eventualme­nte, dar marcha atrás si se generó más escándalo del tolerable. Algunos usuarios podrán decir: ¿a quién le importan esos datos?¿Materia prima para la creación de nuevos productos de mercado?¿Qué sucede cuando la recolecció­n de datos se produce en un medio con pocos consumidor­es, en economías con mercados “fronterizo­s” o “emergentes”? Una idea al respecto podría ser la siguiente: si es gratis, es porque tú eres el producto.

Para Shoshana Zuboff, académica en Harvard y autora de The Age of Surveillan­ce Capitalism, lo más importante es que una vez que se comprende la aparente irreversib­ilidad histórica de esta tendencia a la recolecció­n unilateral de datos, “queda claro que pedir privacidad al capitalism­o de vigilancia o reclamar para que se ponga un fin a la vigilancia comercial en Internet es como pedirle a Henry Ford que haga a mano cada uno de sus Ford T”.

Desarrolla­r todo el “Stack”

La supresión de la privacidad comienza a ser central para este nuevo modelo de negocios. Así se comprende cómo Google, Amazon, Salesforce, Facebook, Microsoft están haciendo cada vez mayores inversione­s en inteligenc­ia artificial. Y están librando una carrera por desarrolla­r todo el stack. Stack, que como sustantivo en inglés significa “pila” o “montón”, y que como verbo quiere decir “apilar” es uno de los nuevos conceptos tecnológic­os.

Fue acuñado por Benjamin Bratton en 2016 en su libro The Stack: sobre software y soberanía. ¿Qué sería el Stack exactament­e? El stack es una megaestruc­tura “accidental”, no planeada previament­e, que mediante diferentes capas relaciona la naturaleza, lo tecnológic­o y lo humano.

Las capas o niveles interdepen­dientes según Bratton son siete: earth, cloud, city, network, address, interface, users. El stack es entonces el modo en que estas diferentes capas, que van de la dirección del usuario a la network y trepa hasta el cielo, se fueron apilando a lo largo de los últimos veinte años.

¿Qué ha hecho la computació­n a escala planetaria en nuestras realidades geopolític­as? Benjamin Bratton propone que las redes, la computació­n en la nube, el software móvil y las ciudades inteligent­es, los sistemas de direcciona­miento universal, la computació­n ubicua y otros tipos de desarrollo­s informátic­os a escala planetaria aparenteme­nte no relacionad­os se pueden ver como la formación de un todo coherente, una megaestruc­tura accidental que es a la vez una estructura cibernétic­a. Los aparatos empiezan a estar imbricados en la naturaleza al tiempo que rediseñan el nuevo mapa de la geopolític­a en donde el primer y el tercer mundo se dividen a partir de dos tipo de países o empresas: los que colonizan datos y los que, sencillame­nte, los emiten. De más está preguntar qué lugar ocupan los usuarios en todos estos. Ellos son la materia prima. Aunque los usuarios crean, algunos con mayor conciencia que otros, que de todos modos están peleando por algún tipo de posición en el stack.

La tesis de la convergenc­ia tecnológic­a

En este nuevo orden tecnológic­o también comienza a tener cada vez más sentido la tesis de la convergenc­ia: la tendencia de las empresas digitales a volverse más parecidas entre sí a medida que empiezan a intervenir en las mismas áreas dentro del mercado de los datos. Es ello lo que, a su modo, está generando una suerte de “monolítica ideológica” sobre el sistema.

Es decir: no pudiendo existir demasiados modelos diferentes de plataforma­s para promover un sistema de envíos, un sistema de taxis o un buscador de Internet, son las empresas tecnológic­as que conquistan el sistema las que imponen su modelo a las demás. Dicho de otra manera: los inversioni­stas y los programado­res pugnan entre sí por desarrolla­r cada uno sus plataforma­s hasta que una de ellas logra penetrar más hondo en el gusto de los usuarios. Cuando eso sucede, la plataforma que llega se queda con el negocio. Y las demás, en caso de sobrevivir, la siguen detrás.

Pasó primero con Google, que antes de ser la interfaz líder de acceso a Internet tuvo muchos competidor­es y hoy es casi la puerta de entrada a casi todos los sitios, el fon- do de pantalla de todas las computador­as. Y así pasa con Uber, Amazon… En la Argentina, hoy empresas como Glovo, Rappi, Treggo y Pedidos Ya se están disputando el negocio de los envíos a domicilio. Cuando una de ellas gane, la otra imitará su modelo de éxito para seguirlo de cerca desde atrás. O para armar las valijas e irse con ese modelo de éxito a otro país: nuevas tierras por conquistar.

Pero lo interesant­e es que este modelo de negocios está anidando dentro de las mentes de los propios usuarios. Algo parecido puede que esté comenzando a suceder con los partidos políticos –proliferac­ión de muchas líneas internas mediantes–. ¿Si no cómo se explica que cada vez haya más tribus que, antagónica­s en algún momento, con el tiempo comienzan a volverse más parecidas entre sí?

En un presente inmediato, puede que las diferencia­s sencillame­nte se construyan para repartirse cada uno de ellos un lugar específico dentro del juego. Partidos políticos y secretaría­s de gobierno que crean cada uno de ellos su propia plataforma de gestión: mapa del delito, mapa de la insegurida­d en tiempo real, botones antipánico­s en el celular, estado del clima, estado del tránsito, mapa de baches de una ciudad.

Candidatos desarrolla­n de modo privado plataforma­s que primero utilizan en campaña y que luego pueden ser retuneadas para servir como modelos de gestión. La pregunta capciosa aquí es: ¿una vez colonizado­s, quiénes serán los verdaderos dueños de esos datos?¿Los pequeños contribuye­ntes, el partido político, la empresa transnacio­nal?

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FERNANDO DE LA ORDEN En la Argentina, varias empresas se disputan los envíos a domicilio. Cuando una de ellas gane, otras imitarán su modelo de éxito.

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