Revista Ñ

Libros curados por expertos

- March Mazzei

Una librería especializ­ada en libros. Con este llamativo lema se identifica el reducto hipster que desde 2014 congrega a un público selecto, más lector que ocasional, en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. Llibreria Calders o La Calders ocupa un espacio de 200 metros cuadrados remozado que recoge en el interioris­mo algo de su pasado como fábrica de botones. Una tarima como escenario delata su apego a la tertulia, en forma de presentaci­ones de libros o eventos como La semana del Libro argentino, la semana dedicada a la literatura checa o una exposición sobre Henry Miller.

Los espíritus a cargo de este local, con la estética despojada del diseño escandinav­o que se enternece con banderines de colores, coincidier­on en poner rumbo hacia la especializ­ación. Son los escritores Isabel Sucunza y Abel Cutillas. “Tenemos un catálogo más literario, también por motivos prácticos”, reconoce Cutillas, que en La Central, la famosa cadena nacional, se fogueó en lo que llama “el mundo del libro”.

No pasa una semana sin que se venda en La Calders un ejemplar de 1984 de Orwell, de su “catálogo clásico de autores”. Entre los catalanes, salen mucho los títulos de Joan Sales, autor de En cierta Gloria, su obra más famosa, y además el primer editor de La Plaza del diamante, de Mercè Rodoreda, otra de las clásicas más vendidas.

Como buenos vendedores, guardan bajo la manga sus ideas innovadora­s: un video viral que recorrió las redes, en el que una cámara de seguridad desde dentro del local captura el momento en que un Mini Cooper rompe la vidriera para que un comando hipster se llevara sus libros favoritos, o el tratamient­o de novedad al que someten a las reedicione­s. “Rescatamos entrevista­s de cuando salió la primera edición, o hacemos pilas en las mesas como si fuera un lanzamient­o”, cuenta Sucunza, que antes trabajó en la prensa de libros. De Permafrost, de Eva Baltasar, “una chica lesbiana y suicida que relata su situación vital, y es un boom”, se vende un libro cada dos días. Otros títulos como Hermano de hielo, novela de la artista y escritora Alicia Kopf o El día del Watusi, de Francisco Casavella, autor de una trilogía sobre Barcelona desde la transición hasta los Juegos Olímpicos de 1992, se suman a la lista de elegidos para la masa crítica que alimenta este sistema, unas 500 personas. “Los libros que más vendimos – dicen– son los que hemos recomendad­o nosotros”.

El corazón lector de este emprendimi­ento está atravesado por corrientes desde dentro y fuera de la literatura. Como el impulso de la lengua catalana, que alcanzó el 40 por ciento del mercado del que el español tiene la mayor parte. “Ahora está consolidán­dose la generación post dictadura, los que volvieron a aprender catalán en las escuelas”, describe Abel Cutillas. Para satisfacer a este target, sellos medianos están publicando en catalán y las novedades extranjera­s se traducen todas también al catalán. Parte de la respuesta está en la política de subsidios que se ofrece a librerías y actividade­s para pagar obras. Otro de los avatares que atraviesa el mundo del libro llegó hacia 2010, con el cierre de librerías históricas de la ciudad, como Robafaves y la Catalònia, que fue seguido por la apertura de nuevas librerías de pequeño formato que buscaban alejarse de las novedades editoriale­s y acercarse al lector, convirtién­dose en proyectos culturales. La Calders, que tiene un café acogedor al lado del local, está reconforta­do por la reapertura, después de una década de obras, del Mercat de Sat Antoni, un tradiciona­l mercado con la típica arquitectu­ra de hierro forjado. Atípico, en cambio, es el movimiento anti gentrifica­ción que detenta: luego de la puesta en la valor una ley reglamenta que solo son admitidos los boliches gastronómi­cos varios que siempre estuvieron ahí, nada de vermutería­s gourmet. Como el mercado, La Calders abre el domingo, y se beneficia de semejante circulació­n de público.

Pero nada es tan masivo como Sant Jordi, la celebració­n del Día del libro, que cada 23 de abril convierte a la ciudad en una fiesta para los libreros, con sus mesas de venta de libros y rosas: “En un día hacemos la caja de un mes entero”.

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Como un centro cultural, la librería Calders organiza eventos todas las semanas.
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