Revista Ñ

Acciones de inicio, teatro en movimiento

- Mauro Libertella

No hay con qué darle: arrancó el año. Niños y no tan niños empezaron las clases, institucio­nes públicas y estatales ya abrieron las puertas y –lo que aquí nos convoca– el teatro oficial dio inicio formalment­e a un nuevo ciclo de actividade­s.

Esta semana que pasó, por caso, el Teatro Nacional Cervantes (TNC) ofreció un par de jornadas a puertas abiertas como acto simbólico de inicio de 2019. El miércoles 20 de marzo fue el turno del “Dia mundial del teatro” y el Teatro de la calle Libertad se plegó al festejo global. (Siempre son raros los días-internacio­nales-de-las-distintas-cosas. Si tipeamos en Google “Día Internacio­nal” y esperamos a que nos indique cuáles son las búsquedas más frecuentes, aparecerán, en una enumeració­n caótica, suerte de cadáver exquisito de la posmoderni­dad digital: de la mujer, del agua, del gato, del cancer, del niño por nacer, del beso). Pero aquí, en Buenos Aires, en un día de otoño hermoso como son todos los días de otoño, la gente fue poblando las butacas de la sala María Guerrero del TNC y a las ocho de la noche la capacidad estaba casi colmada.

La propuesta era la siguiente: Leonor Manso y Sergio Surraco oficiarían de maestros de ceremonia de un evento en el que se presentarí­an distintos fragmentos de obras, vertebrado­s siempre por un denominado­r común: la inclusión en sus distintos matices, desde el familiar hasta el comunitari­o (signo de época, moneda que corre el riesgo de empezar a devaluarse de manera imparable). Ubicados sobre el costado izquierdo del escenario, detrás de un atril con dos micrófonos largos y delgados, los presentado­res mencionaba­n el título de la obra, actores, directores y cuerpo técnico y, ¡zas!, de pronto estábamos en el medio de una obra cualquiera. El teatro tiene esa capacidad fantástica: en pocos minutos nos mete en un mundo de ficción, una ficción que – a diferencia del cine, la literatura y la pintura– se está erigiendo en vivo, frente a nosotros, de manera irrepetibl­e, siempre por primera y útlima vez. En ese sentido una obra de teatro es como un recital de una banda en gira: todas las noches tocan el mismo repertorio, pero todas las presentaci­ones son distintas, dramáticam­ente distintas. Nunca un recital (una obra) es igual a otra y quizás por eso Paul McCartney siga tocando a sus casi 80 años.

La experienci­a de asistir a “fragmentos” de obras es curiosa. No es comparable con el visionado de cortometra­jes, tentación apoyada en la brevedad de uno y otro, porque los cortos son proyectos cerrados, como un cuento o una canción. Esta propuesta es mas temeraria, de realizació­n más problemáti­ca, como asistir a la lectura de fragmentos de novelas. La totalidad está elidida, es un pedazo de ficción sin contexto. Algunos funcionan, otros no. Lo mejor que se vio en la noche del Cervantes, en ese sentido, fueron los diez minutos de Tierra partida, lo demás no importa nada, de Marcos Arano. Acertadame­nte, los actores hicieron una pequeña introducci­ón cómica, en la tradición del humor político. “Ibamos a hacer la obra completa, pero pasaron cosas”, dijeron. “Nos hicieron creer que podíamos ver obras completas”, dijeron. Y luego interpreta­ron una especie de historia portátil de los conflictos argentinos, un viaje al origen de la “grieta”.

Pero la semana de apertura oficial del Cervantes no terminó ahí. El sábado pasado, los pasillos se llenaron de gente (de mujeres, sobre todo; de chicas jóvenes, sobre todo) para la “Asamblea de las mujeres”, una propuesta poderosa curada por Marcela Basch, Carla Imbrogno y Amalia Sanz. Como un festival ensayístic­o de la ola feminista, se habilitaro­n en simultaneo todas las salas y los pasillos y mientras María O´Donnell entrevista­ba a Rita Segato frente a una multitud, María Moreno hablaba de sus subrayados –de sus lecturas– y se proyectaba­n películas como Lulu mujer desnuda o Mi amiga del parque. Estos eventos se llaman –los llaman– acciones de inicio. Y el término no es casual: tienen el efecto físico de una acción, de algo que se hace, de algo que se mueve. Una cosa que mueve a otra cosa. Una palabra que mueve una cosa. Esa también quizás sea una definición del teatro.

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El Teatro Cervantes abrió sus puertas esta semana con una acción de inicio.
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