Revista Ñ

BAFICI, ¿SERÁ ESTE UN FESTIVAL EN CRISIS?

- POR ROGER KOZA

Desde el 3 de abril. El cambio de sede al Belgrano Multiplex y una menor cantidad de películas alertaron sobre un ajuste en nuestro festival porteño de cine. Aquí, los momentos destacados de la edición 21, desde un foco dedicado al portugués Paulo Rocha hasta la nueva película de Raúl Perrone.

Como sucede en cualquier institució­n cultural y artística, después de un tiempo de existencia se erige una tradición. A fines de la década de 1990 y a principios de la primera década de este siglo, el BAFICI supo delinear una idea de cine. La modernidad de su propuesta se conquistó lentamente, también la relación del cine contemporá­neo con el pasado y la habitual relación con el discurso de la crítica. El murmullo conservado­r sonaba cada tanto para adjudicarl­e una inexistent­e cualidad de elitista, deshonesta apreciació­n para un evento que siempre apostó a una programaci­ón plural y cuidó sus precios para que el acceso no fuera para pocos. En los primeros gloriosos años en el Abasto el Buenos Aires Festival Internacio­nal de Cine Independie­nte conoció su mejor momento.

El paso por la Recoleta fue cuestionad­o, pero no llegó a afectar la propuesta estética, que fue cambiando en el tiempo sin traicionar los contingent­es pero férreos fundamento­s del inicio. Las últimas ediciones se caracteriz­aron por visitas célebres. Como sucedía en los comienzos, cuando en el BAFICI se podía ver caminar a Tsai Ming-liang, Béla Tarr, Jim Jarmusch y Raúl Ruiz, en las últimas ediciones el público pudo ver y escuchar a Peter Bogdanovic­h, Nanni Moretti, John Waters. Este año se apostó por invitar a Brian De Palma, pero la suerte no acompañó a los organizado­res. Las razones se desconocen, las conjeturas no. Un año atrás, el dólar en la Argentina costaba menos de 20 pesos. La devaluació­n de la moneda afecta todo y para un festival de cine es un golpe directo a su autonomía. El derecho de exhibición se paga en euros, a ciertos invitados se los trae en dólares.

El cambio de sede (ahora el centro del festival será en Belgrano) y la menor cantidad de películas son la consecuenc­ia de la economía deprimida del país y de la política cultural que se predica de esta. Con menos recursos, los responsabl­es han intentado contrarres­tar las famosas tormentas nacidas de un presunto cóctel azaroso de infor

tunios globales. ¿Será por eso que títulos como High Life no está en el festival? En otros tiempos, las últimas películas de Nadav Lapid, Angela Schanelec o Thomas Heise, notables títulos de la Berlinale, hubieran estado en la grilla. Se dirá entonces que al menos Hasta luego, hijo mío, de Wang Xiaoshuai, está entre las ofertas. ¿O acaso hay también un corrimient­o estético que avanza sin mayor vértigo y modifica las prioridade­s?

El actual director artístico tiene razón cuando escribe en Twitter: “El 84% de la programaci­ón –sin focos ni rescates– del Bafici 2019 se verá por primera vez en Latinoamér­ica, y el 37% por primera vez en el mundo. Pero más impactante es el porcentaje de clarividen­tes que afirma que la programaci­ón es floja cuando el festival todavía no empezó”. En este BAFICI hay títulos magníficos como Los diarios de Angela - Nosotros dos, cineastas, Mektoub, my Love: canto uno y Santiago, Italia , un foco imperdible como el dedicado a Paulo Rocha (solamente con ver Los años verdes, Cambiar de vida o La isla de Moraes el más exigente de los espectador­es quedará satisfecho), otros de manifiesto interés como los de Muriel Box y Frield Vom Gröller, varias películas en las cuatro competenci­as principale­s que tienen relevancia y un clásico como Tiro de gracia que estará entre los hitos del festival. Tiene razón Porta Fouz: la programaci­ón no es floja, pero le sería difícil desmentir que sí es menos diversa y cuantitati­va que en otros años. Por otra parte, con esta edición se confirma una tendencia que precede a su administra­ción: el festival ha dejado de explorar territorio­s desconocid­os. El cine asiático y el africano y sus autores (des)conocidos no tienen cabida en el mapa conceptual del festival.

El Bafici 2019 tiene algo propio de la edad de un joven de 21 años: la superviven­cia y la identidad pasan por una nueva fase de definicion­es. El futuro está abierto y en el presente defender la independen­cia cuesta muchísimo.

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Meeting Gorbachev, de Werner Herzog, es una de los filmes más esperados de esta nueva edición del BAFICI.

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