¡POR EL PODER DE LA DIVERSIDAD!
Superdrags y la nueva versión de She-Ra aparecen en un contexto en el que las series animadas incorporan la multiplicidad sexual y el nuevo rol de la mujer.
Es una mujer! ¡Es un hombre! ¡No, son las Superdrags!”. Así comienza Superdrags, esta nueva serie de animación para adultos, creada para la televisión brasileña, que estrenó la plataforma Netflix a nivel mundial. Dirigida no solo para un “público superfabuloso”, esta primera temporada de cinco capítulos retoma elementos de otras historias como Sailor Moon yLas chicas superpoderosas, pero con más glamur y un ácido humor. Los protagonistas son Patrick, Donizete y Ralph, tres empleados corrientes de un centro comercial; pero cuando la comunidad LGTBIQ se encuentra amenazada, se convierten en Lemon Chiffon, Scarlet Carmesim y Safira Cyan: las superheroínas dragqueens que, con peinados exóticos y un par de tacones, luchan contra la opresión, la homofobia y la discriminación.
Los episodios, con un guion que divierte y a la vez invita a reflexionar, son una galería de distintas experiencias y estereotipos de quienes viven fuera de la heteronorma: desde las primeras sensaciones y reconocimientos del propio cuerpo, la identidad de género, la salida del clóset y la aceptación personal, hasta el aislamiento, el bullying y el acoso escolar y laboral. El trío principal, amante del brillo y el lip sync, también atravesó muchas de esas situaciones, pero cuando se trata del amor, la libertad y la diversidad –siempre con humor y coraje–, no duda en defender sus derechos y los de todo el colectivo gay y trans.
En la serie, Vedete Champagne –una chica trans a la moda– es la creadora de las superdrags y quien, cuando no está haciendo alguna de sus presentaciones musicales, les
asigna a las heroínas cada una de las misiones por resolver. Mediante ellas, las valientes reinas dejan entrever los rasgos más fuertes que las caracterizan: Lemon es insegura por su imagen y físico, pero demuestra cierto liderazgo sobre el trío; Scarlet, audaz y sin filtros, es la más despreocupada por encajar en una sociedad no siempre tolerante; y Safira, el musculoso maquillador con una triste historia personal, es la más dulce y amistosa en su versión drag. Las tres se enfrentarán al reverendo Sandoval, el antagonista homofóbico de la ciudad que creó un campamento para “curar” la homosexualidad, y Lady Elza, una malévola y misteriosa drag que competirá con la estrella queer del momento, Goldiva.
Uno de los datos más interesantes de la animación –traducida al alemán, italiano, francés y otros idiomas– es que, en su versión inglesa para los Estados Unidos, los personajes fueron doblados por dragqueens verdaderas, que participaron del reality norteamericano RuPaul’s Drag Race, el cual ya lleva diez temporadas en el aire. Willam Belli, Trixie Mattel, Shangela Laquifa Wadley y Ginger Minj, entre otras, fueron quienes prestaron su voz para darle vida a diferentes figuras del reparto. La idea original para la versión latinoamericana fue contratar actrices transexuales; pero, según los resultados del casting, no hubo éxito en la selección, ya que el doblaje requiere destrezas muy particulares. Sin embargo, más allá de la técnica para interpretar y los graciosos tonos vocales que actores no trans supieron crear, Superdrags es una propuesta muy bien lograda, destinada a una audiencia múltiple y diversa –eso sí, mayor de 16 años–, que intenta concientizar sobre el respeto a las minorías sexuales y las identidades de género.
Otro de los estrenos de Netflix es la nueva versión de She-Ra, la princesa del poder: una de las animaciones televisivas más famosas de la década del 80. En ese momento, y con la enorme popularidad que había ganado su contrapartida masculina HeMan y los amos del universo –producida por Filmation, a partir de los muñecos que vendía Mattel–, la empresa pensó en una sensual guerrera como una opción para el público femenino. She-Ra, alter ego de la princesa Adora, fue presentada como la hermana gemela de He-Man: líder de un grupo de rebeldes en el pueblo ficticio de Etheria que, luego de descubrir su verdadera identidad, lucha contra los “ordianos” y sus planes de dominación. La serie se convirtió en un fenómeno mundial, ganando la atención de niñas y niños por igual.
Con 93 episodios emitidos, se canceló en 1987, aunque continuaron sus repeticiones hasta los primeros años de los 90. No obstante, hace unos meses la famosa plataforma streaming compartió algunos de los capítulos de aquella ochentosa She-Ra; y, en noviembre, presentó su nueva versión con un guion más moderno y detalles que exponen cierto contexto sociocultural del siglo XXI. Ahora, quien toma su espada en alto para transformarse en la poderosa She-Ra es una joven renovada e igual de empoderada. Y esta es solo una de las diferencias. Por ejemplo, los estereotipos construidos en la She-Ra original dan cuenta de la audiencia a la que se pretendía llegar y, a la vez, los sectores por los que no había interés. Todos los héroes son blancos, en su mayoría de ojos claros, diseñados con una anatomía perfecta –cuando no irreal–, que recuerdan las formas o modos en que los griegos antiguos producían sus esculturas: una versión idealizada de la vida misma. Por otro lado, cierta falta de espontaneidad y movimientos acartonados demuestran, hoy, las perspectivas propias de otro tiempo. Nada de eso sucede en la remake de SheRa. Fresca, graciosa y con una personalidad relajada pero responsable, la nueva princesa del poder parece visibilizar algo más que el honor de Grayskull.
Con un cambio de imagen, más adolescente y menos glamorosa, sigue demostrando una fortaleza sobrehumana, pero esta vez, puede observarse en su físico: un tanto masculinizado y sin acentuar las curvas de la original. No solo se aleja de la construcción de una femineidad convencional, sino que pone en primer plano la posibilidad –y legitimidad– de otros modos de ser. Sus amigos rebeldes también fueron diseñados desde ese mismo horizonte. Entre ellos, los dos inseparables compañeros de aventuras: Glimmer, hija de la reina Ángela de Etheria, es una chica ruda, de baja estatura y de talla más real que grande; y Bow, un valiente cortesano de modales suaves y con un alto sentido de la estética.
Esta nueva She-Ra y las Superdrags se suman a la lista de personajes que rompen con los prototipos tradicionales y habituales de las caricaturas animadas, como bien supieron hacer otras producciones. Entre ellas, Daria y La casa de los dibujos, emitidas por MTV durante las décadas de 1990 y 2000; o incluso este mismo año, con las aventuras de la antiprincesa de (Des)encanto, la última apuesta del creador de Los Simpson, Matt Groening. Todas ellas tienen su punto en común: conquistar el corazón del público con protagonistas animados que puedan mostrarse como son, disfrutando de todas sus formas, sin miedo a una convención ya pasada de moda.