Revista Ñ

BIENAL DE SHARJAH: EL ATLAS DE ADRIANA BUSTOS

Vision Machine. El proyecto de la artista cordobesa, la única argentina convocada a la Bienal de Sharjah, en los Emiratos, traza una rica encicloped­ia alternativ­a, que trastoca íconos, saberes y dogmas.

- POR MATILDE SÁNCHEZ

La Bienal de Sharjah, en uno de los Emiratos Árabes, tiene un color local que excede con mucho su coordenada geográfica. En su edición 14, que se verá hasta junio, su curaduría –a cargo de –Zoe Butt, Omar Kholeif y Claire Tancons– se enmarca en el espíritu de los estudios poscolonia­les y el concepto de Sur Global, el postulado filosófico y político que busca eludir las categorías impuestas por los países centrales, para generar otras interpreta­ciones de la historia en común. Indagar en las imágenes y estéticas impuestas o heredadas es su premisa. Por eso mismo, cuadra a la perfección el proyecto de la artista cordobesa Adriana Bustos, la única argentina convocada a participar. Su Vision machine se despliega en las salas de la vieja medina restaurada, una de las sedes de la Bienal, y conjuga piezas de sus “Ejercicios”, expuestos anteriorme­nte en la Argentina. Allí articula una pequeña encicloped­ia de discursos acerca de los viajes históricos, sus conocimien­tos, dogmas y distorsion­es, hasta los paraísos ofrecidos por las potencias de la Guerra Fría.

En un libro que habría de cambiar nuestra mirada, el urbanista francés Paul Virilio puntualizó que la palabra propaganda tuvo un origen evangeliza­nte. Propaganda fide aludía a la propagació­n de la fe. En su ensayo La máquina de visión, Virilio la vincula directamen­te con la fe perceptiva, lo que nos hacen creer los ojos. En la Primera Guerra, sostiene el filósofo, los soldados no pudieron dar crédito a su mirada y dependiero­n para siempre de las máquinas de mirar, a modo de prótesis. Bustos ha explorado las ópticas posibles.

Su propia Máquina es heterodoxa: consta de piezas gráficas, fotos reinterpre­tadas o distorsion­adas, collages, acuarelas, mapas y dos grandes y bellísimos planisferi­os sinópticos. El conjunto comprende desde el reconocimi­ento territoria­l de un mundo inédito, al atlas descriptiv­o de sus poblacione­s y el breviario sinopsis de los conocimien­tos heredados. En los cronistas viajeros, desde Pigafetta a Charles Darwin, la observació­n científica siempre fue la compañera y la coartada de la dominación geopolític­a. De hecho, el proyecto de Bustos da comienzo con una muy reconocibl­e lámina escolar, “Indio Kapelusz”, “un indio genérico –explica ella–, que ni siquiera pertenece a una etnia determinad­a”. Y sigue con un mapa de 6 metros y 90 miniaturas de navíos, desde el barco negrero portugués a las naves que hace pocas décadas ingresaban la cocaína en Europa.

De esos viajes pasará a la conquista espacial, la carrera entre las potencias del siglo XX, el control del espacio y sus utopías. Allí están otras tres piezas, exhibidas como láminas sobre un pie de madera. “Un mundo feliz”, boceto de tapa para la novela distópica de Aldous Huxley, “End of the world”, una fantasía sobre el choque de los mundos basada en una publicidad estadounid­ense de los años 50, cuando la angustia cósmica conjugaba los primeros cohetes con la utopía marciana, y “Op room”, sala de operacio

nes, un seudo render basado en una maqueta efectivame­nte hecha por el gobierno de Salvador Allende, que concebía una central donde un comité empresario podría seguir en simultáneo el decurso de todas sus fábricas en Chile. A la vuelta de la inauguraci­ón en Sharjah, conversamo­s brevemente con la artista.

–En tu Vision machine, la mayoría de las piezas se basa en fotos e ilustracio­nes reales que has ido remixando.

–Sí, quise revivir imágenes, inventadas o intervenid­as, ponerlas en circulació­n bajo otro código. Me interesa examinar las imágenes de control, pero también los relatos impuestos como certezas colectivas. Ver, por ejemplo, el modo en que el Estado se mete en el control de la sexualidad, como en el diseño de la “Cama de Playboy”, o la máscara de cuero, tomada de un catálogo de ropa sadomasoqu­ista, junto a la foto de un Massinger en un parque de atraccione­s abandonado.

-El proyecto abre con el extenso mapa de un río imaginario: ¿dónde está ese río, que en rigor ensambla diversas costas?

–”El mar y sus afluentes” es, en verdad, un mapa fluvial; hay que verlo de izquierda a derecha. Empieza por el Río Congo, donde los portuguese­s hicieron las primeras capturas al comienzo de la esclavitud, pasa al Tajo, el río de Lisboa, y enfrenta la costa portuguesa y la de Brasil, al otro lado del río. Termina en el Río de la Plata. Es una especie de mapa comprimido, con la triangulac­ión atlántica de esclavos, que incluye también a Galicia y Cuba. –También aparecen la fauna fluvial y la costera,

según constaba en las crónicas de los naturalist­as. Todo el conjunto remite a las enseñanzas escolares, busca corregir la pedagogía.

–Sí, eso es documental, tomados de los primeros cronistas. También es documental el catálogo de embarcacio­nes. Algunas llevan los nombres de las lanchas capturadas en la lucha contra el narco en Galicia. Volví a los puertos negreros para saber en qué se convirtier­on en el siglo XX.

-Tu “Máquina de visión” concluye con dos grandes sinopsis, que podemos ver completas, naturalmen­te, o con las alteracion­es de un filtro rojo, que les quita el contenido pedagógico. –Son dos “Planisferi­os celestes”: dispositiv­os de cartón para leer el cielo, tal como supuestame­nte se lo vió desde Jerusalén el primer día de la era cristiana... Encierran y catalogan todo el conocimien­to adquirido, según su energía sea femenina o masculina. Y es casi una operación mágica: cuando los mirás a través del filtro rojo, desaparezc­an los contenidos y te quedes con lo más básico y desnudo, su geometría.

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“El mar y sus múltiples afluentes”. Un mapa imaginario que transcurre entre un río africano y el Plata; solo la fauna es documental. Grafito y acrílico sobre tela; 600 x 45 cm.
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“Indio Kapelusz”, Acuarela; 70 x 45 cm.
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40x 70 cm.
Al lado, “End of the world”, acuarela sobre papel, 75 x 60 cm.
Arriba, “Op room”, Tomado de una proyección chilena en tiempos del presidente Allende. Acuarela sobre papel, 40x 70 cm. Al lado, “End of the world”, acuarela sobre papel, 75 x 60 cm.
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