DÉBIL PACTO ENTRE GENERACIONES
La alta expectativa de vida en Europa exige la renovación del contrato social para evitar el aislamiento en la vejez.
Javier Yanguas, presidente de la sección social de la asociación de gerontólogos de Europa, dice que ser cuidador de mis padres lo ha hecho mejor. Son dos de los catorce millones de españoles del baby boom que llegarán a la vejez pronto y de golpe. Algunos han hecho una inversión afectiva –y en efectivo– en sus hijos esperando que ahora se la devuelvan: igual que ellos a sus padres. Pero el éxito de esta sociedad, la segunda más longeva del mundo, va a poner a prueba esa solidaridad, porque la investigación del equipo de Yanguas permite arrojar serias dudas sobre la solidez de nuestro pacto intergeneracional. Para reforzarlo, y que esos años de más de vida ganados sobre otros países avanzados no sean de soledad y precariedad, urge un rearme moral, de valores compartidos y objetivos comunes, que no dependan de los escaños que saque un partido en unas elecciones.
–Ya se venden más pañales de adultos que de bebés.
–Lo sorprendente no es que haya más viejos, sino lo diversos que son, a la misma edad, los que antes eran todos “viejos” igual. A los 70 hay decrépitos y también señoras y señores muy en forma que viven a tope. –¿Antes la edad avanzada nos hacía a todos iguales y hoy cada uno envejece a su modo? –Antes, a partir de cierta edad solo podíamos resignarnos a la decrepitud; hoy los genes condicionan, pero no determinan. Las posibilidades de cuidarse y llegar joven a
los 80 son enormes.
–¿No cree que seguimos adorando a la juventud, pero discriminando a los jóvenes?
–Ya hemos logrado alterar el ciclo vital. Todo se ha retrasado. Somos niños hasta más tarde; la adolescencia hoy es interminable y se ha pospuesto también el inicio de la edad adulta.
–Así puedes pagar sueldos de veinteañeros hasta los cincuenta y luego ya prejubilarlos. –Todo se ha trastocado. Hoy en diversidad los 65-70 son los 40-50 de cuando me inicié de gerontólogo. Ahora a los 60 aún estás creciendo, madurando, cognitiva, psicológicamente, socialmente y, si haces los deberes, hasta físicamente respecto a otras etapas de tu vida.
–Pues quejarse, se quejan.
–Eso, a todas las edades. Pero piense que hoy jubilarse a los 60 significa que te quedan treinta años por delante y, en cambio, no estamos preparados para aprovecharlos con un proyecto de vida ilusionante.
–La medicina nos permite sobrevivir más años, pero solo eso.
–Pese a todo, hay oportunidades de vida plena. Y muchas, pero con cierta fragilidad –que en pocos casos quiere decir dependencia– y eso significa que tenemos que replantearnos ya el pacto intergeneracional. –Nosotros invertimos en hijos, pero es iluso pensar que nos devolverán esa inversión. –No podrán devolvernos nada. El ascensor social se paró y los jóvenes ya no pueden invertir ni en su propia jubilación. Tienen peores expectativas de bienestar, por primera vez en la historia, que sus padres. –Pero la familia aquí aún funciona.
–Un ejército invisible, la mayoría mujeres, en los países del sur de Europa donde el Estado no llega a protegerlos, cuidan a los mayores de sus familias. Pero es solo un apaño. No podrá durar otra generación.
–¿Por qué? –Porque cada vez menos jóvenes con salarios menguantes no pueden mantener a cada vez más pensionistas con mejores pensiones. La atención a los mayores ya supone hasta un 6% del PIB. Si ese ejército de mujeres de la familia se declara en huelga, el país se detendría.
–Vale, ya me ha acongojado usted:¿tiene alguna propuesta?
–Creo que la esperanza de vida en este país,la segunda mayor tras Japón de toda la humanidad, no solo es un éxito, sino una oportunidad. Pero antes hay que invertir. –¿Inversión afectiva y en efectivo?
–Y en organizarnos: hemos analizado nuestra red social y aún funciona, pero con fecha de caducidad. Hay que renovarla o sufriremos una triste epidemia de soledad y degradación.