¿En qué se basó la evolución?
Un estudio dice que no hacía falta entender el arco o la rueda para mejorarlos a lo largo de la Historia.
Arcos y flechas, casas, kayaks o la rueda. Útiles que actualmente son del todo cotidianos pero que fueron grandes inventos que permitieron a la humanidad colonizar nuevos entornos y expandirse por todos los rincones del mundo. Siempre se creyó que detrás de estos (y muchos otros) descubrimientos había un proceso sofisticado, un razonamiento sesudo. Pero podría ser que no fuera así.
Investigadores de las universidades de Exeter y Lille consideran, a pesar de desarrollar este tipo de artefactos, esto no prueba que nuestros antepasados entendieran exactamente cómo funcionaban. Según el estudio publicado en la revista Nature Human Evolution, estas herramientas serían el fruto de una “acumulación de mejoras hechas a través de generaciones”. En cada etapa se copia lo que se hacía antes y se pueden introducir pequeñas variables que ayudan a perfeccionar las herramientas. ”Pero no tienes que entender cómo funciona algo para mejorarlo”, admite el antropólogo Maxime Derex. No cuestionan la capacidad humana para “optimizar el razonamiento causal”, pero creen que esto no necesariamente impulsó el desarrollo.
Un grupo de estudiantes universitarios franceses tuvieron como objetivo perfeccionar una rueda que rodaba por una pista, moviéndose más rápido o más lento. Cada participante fue capaz de aprender de su antecesor y cada “generación” encontró mejores soluciones. Aún así, las personas situadas al final de la cadena no tenían más comprensión de los conceptos clave que en las etapas anteriores. ”Tendemos a explicar la existencia de tecnologías complejas diciendo que los humanos tienen un gran cerebro y capacidades de razonamiento causal superiores. Pero los artefactos antiguos no necesariamente muestran que sus creadores tuvieran un plan o una teoría sobre cómo funcionaría algo”, apunta Derex.
“En realidad, la mayoría de los participantes diseñaron planes incorrectos o incompletos a pesar de la relativa simplicidad del sistema físico”, indican los investigadores. “Nuestros resultados demuestran el poder de la transmisión cultural, aunque estos no necesitan de una comprensión causal precisa”, añaden.