DE COMPRAS EN ARTEBA
Opinión de expertos. Qué obras adquirirían en la feria, sin restricción de presupuesto, las curadoras Florencia Battiti y Victoria Giraudo y el coleccionista Julio César Crivelli. Y cuáles serían sus razones.
Para la edición 2019 de arteBA en pleno desarrollo, Ñ pidió a tres destacadas personalidades del mundo del arte que seleccionaran las obras que más les gustaría adquirir, sin restricciones de presupuesto, del universo que puede observarse en la feria, y explicaran las razones de sus elecciones. Los consultados son Victoria Giraudo, curadora del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba); Florencia Battiti, curadora del Parque de la Memoria y del próximo envío argentino a la Bienal de Venecia, y Julio César Crivelli, coleccionista de arte y presidente de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Sus testimonios dan cuenta de cómo funciona el gusto, las afinidades, la afectividad, subjetividad, el campo de relaciones sociales que los involucra y el conocimiento de cada uno.
“Es muy difícil elegir solo tres obras dentro de la enorme cantidad que hay en arteBA –comenta la curadora del Malba– más aún si las pienso sin restricción presupuestaria. En este sentido, quizás me inclinaría por los trabajos más históricos, buscando piezas que surjan a la venta, de aquellas que no aparecen casi nunca. Primero intentaría adquirir en la galería Maria Calcaterra una pintura en blanco y negro de Jorge De la Vega, del año ´67, de más de 6 metros de ancho, de la misma serie que el Rompecabezas que tenemos en Malba. Es una obra clave de su producción, en relación a su viaje a Nueva York, donde incursionó en la estética del Pop Art, que mostraba el universo hedonista de la psicodelia, que seguía a su serie de bestiarios...” Explica luego la curadora que esta época es muy rica en Latinoamérica, y que se encuentra vinculada al boom de la literatura fantástica. En particular en la Argentina y Brasil, detalla, hubo numerosas aproximaciones al Pop pero en un contexto político-social local diferente. “Las obras de los pares brasileños –agrega– se cotizan mucho más alto que las de los argentinos y el nivel de obras como esta de De la Vega es muy similar, por ejemplo, al de las pinturas de Tozzi, Gerchman, Antonio Días y Wanda Pimentel, todos artistas de otras zonas de América Latina”.
Giraudo también compraría “no una, sino varias de las obras en pastel y dibujo de Marcia Schwartz en Vasari, de su serie de retratos de los 80”. Estos trabajos son ya considerados históricos; y estos en particular, son testimonio de su época de detenimiento en los pequeños detalles, con una gran agudeza visual enmarcada en un neoexpresionismo salvaje. “Si tuviera que elegir uno solo –reflexiona Giraudo– tal vez sería su “Autorretrato”, aunque como son todos muy diferentes creo que es el grupo es, en realidad, muy interesante en su totalidad”.
Ya entrando en lo más contemporáneo, Giraudo establece que seleccionaría algo muy expresivo, como “El amor en las aves de Misiones”, de Sofía Bohtlingk, artista de generación mediana, nacida en Buenos Aires pero que vivió en Misiones. “Tal vez rezagada por ser una obra de gran carga estética –explica– este trabajo me interesa por la forma casi autóctona, casi naïve, muy libre, de mostrar el hábitat del noreste argentino de una forma que recuerda, tal vez, por su exuberancia cromática, a los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga. Es una pintura muy personal, que la hace única”, concluye Giraudo.
“Seleccioné alguna de las obras de la serie Mi reina, de Diego Figueroa; “Flor muerta y chica que cuida a la flor ¿amor?”, de Fernan
da Laguna, y “Vaso de agua sobre libros”, de Octavio Garabello”. Así explica Battiti las razones: “La serie Mi reina, de Figueroa, me parece interesante por el modo en que se pregunta por lo popular en la actualidad, desde el imaginario y en relación a los materiales que asociamos con lo popular. Me resulta atractiva la manera en que estas obras ponen en tensión imágenes ligadas a lo clásico (los jardines palaciegos, por ejemplo) con un material como la chapa acanalada, asociado a una estética pobre. En el contexto de arteBA me interesa pensar que esta tensión entre lo clásico y lo popular pueda trasladarse al living-comedor de algún potencial comprador.
Respecto a “Flor muerta y chica que cuida a la flor ¿amor?”, de Laguna, la curadora comenta que la imagen le resulta hipnótica, romántica, triste... “El tallo funciona como un cuerpito y los pétalos como una melena”, reflexiona Battiti. “El drama está como forzado: las lagrimitas de la flor que llora, y las boquitas pintadas de ambas...”, observa en detalle. También confiesa que se juega algo del orden de lo semántico en torno a su propio nombre: “(me llamo Florencia pero todos me dicen Flor). Es una pieza intimista”. Considera que es perfecta para ubicarla en la habitación donde una duerme y verla diariamente.
En el trabajo de Garabello, “Vaso de agua sobre libros”, a Battiti le resulta “su anacronismo pictórico”, como si el artista deseara que la obra pareciera pintada a principios del siglo XX y por otra persona. “El tamaño de la pintura también refuerza esta sensación de otros tiempos, otros pintores, que Garabello quisiera poner en díálogo en torno a una escena mínima (un vaso de agua sobre una pila de libros de arte). El modo en que se refracta el rostro de la modelo pelirroja en la tapa del libro de Derain, sobre la que el vaso está apoyado, es un plus del trabajo. Es una pintura que se pretende mínima y termina siendo inmensa”. “La primera obra que elegiría para comprar es “En los casilleros”, de Rómulo Macció. ¿Por qué? Bueno, me es difícil definirlo. A los coleccionistas las obras nos gustan o no nos gustan, como primer paso. Pero esta obra pareciera un trabajo de transición de Macció, entre la Nueva Figuración y el Pop. Y del Pop veo que tiene precisamente los casilleros, la repetición, la referencia a una multiplicidad casi infinita… De la Nueva Figuración, veo el rostro, la cara que está pintada, que todavía es típica del dramatismo de la Nueva Figuración”. Crivelli no tiene dudas: es un trabajo que le encanta y sería el primero que compraría.
La segunda obra que el coleccionista adquiría es “Cabeza”, de Xul Solar. “Creo que se trata de una obra muy rara, que no tiene la simbología habitual de Xul”, dice. En cambio, sostiene el coleccionista, tiene planos abstractos de colores, que no ha visto antes en sus trabajos. “Xul es un pintor de trabajos de pequeñas dimensiones pero esta ya es pequeñísima. Y sin embargo, conserva todo el misticismo de Xul Solar, su misterio, en su plano rojo, en donde se ubica la cabeza. Es un trabajo que me interesa muchísimo”.
En tercer lugar, Crivelli coincide sin saberlo con Victoria Giraudo y elige, “sin ninguna duda”, la obra Pop y monumental de Jorge De la Vega, Sin título. Tiene casi dos metros por siete. “Se trata de una obra fundamental en su desarrollo Pop, ya que considero que el Pop de De la Vega tiene esa cuestión televisiva, esa cuestión de los rostros hipócritas, con una fuertísima gestualidad, mezcla de erotismo y burla. Y esa forma de pintar tal como si se tratara de diapositivas que se repiten sin cesar…” En el fondo, advierte Crivelli, esas imágenes son una advertencia contra el materialismo de la sociedad de consumo. “Esta obra ya la había visto antes, sólo en una oportunidad. Y creo que es realmente formidable”, concluye el reconocido coleccionista.