Revista Ñ

Refugios, exilios y migracione­s copan la ficción

- March Mazzei

“Las lenguas nacieron para comunicarn­os pero también pueden crear fronteras para excluir; los cuerpos y las lenguas nos ayudan a leer el mundo y son nuestras memorias las que le dan sentido”, explicaba la italiana Katia Pizzi, doctora en Filosofía de Cambridge, al atento auditorio que la seguía en la mesa Identidad, cultura y migracione­s, el lunes en la Biblioteca del Malba. “Hay memorias que separan y dividen, que se fracturan y se alinean sobre trayectos diferentes”, agregó. Pizzi relató en español, una lengua que no hablaba hace 30 años, el caso de Trieste, región italiana en el límite con Croacia y Eslovenia, históricam­ente testigo de fracturas. Allí donde el fascismo italiano entró, donde se gestaron iniciativa­s de una identidad europea transcultu­ral a principios del siglo XX, también sucedió la ocupación del Mariscal Tito. Y en Trieste hoy reside Laila Wadia, una autora que escribe en italiano, su segunda lengua.

La ponencia de Pizzi funcionó como disparador para el debate, fomentado por la investigad­ora argentina Mónica Szurmuk, sobre cómo elementos tan condiciona­dos o condiciona­ntes como las identidade­s, los exilios y los refugios habitan en la literatura, espacio de libertad por definición. Laila Wadia es un ejemplo de cómo “sobrepasar el paradigma postcoloni­al, el paradigma binario de la intraducib­ilidad, en busca de la trascultur­alidad no subalterna y no jerárquica, en la manera en que lo planteó Antonio Gramsci, que pensaba en la lengua con un diálogo”, explicó.

“La historia de mis abuelos polaco y húngaros estaba llena de silencios, pero no quería encontrar parientes y terminar comiendo bocha el domingo, me interesaba más construir literariam­ente un relato”, apuntó la narradora chilena Cynthia Rimsky, residente en Buenos Aires desde 2012 y autora de El futuro es un lugar extraño y Los perplejos, entre otros. “Me interesaba más la no identidad que la identidad, ir de la memoria al olvido para buscar espacios de libertad y deriva”, agregó en la primera jornada del Programa de visitas internacio­nales 2019, que el jueves 25 organizó la entrevista pública a Sergio Ramírez, y continuará el viernes 3 de mayo, con un diálogo con el autor de Burundi Gaël Faye, Premio Goncourt des Lyceens 2016; y cierra con una conferenci­a de la ilustrador­a Rébecca Dautremer, el sábado 4 de mayo a las 15 en el Auditorio.

Nacida en Londres, la joven KJ Orr ganó en 2016 el Premio Nacional de Cuento de la BBC en 2016 con “Disappeara­nces”, la historia de un cirujano plástico retirado que se siente atraído por una camarera en un café de Buenos Aires. En diálogo con Szurmuk, Orr analizó cómo el un espacio ficcional del cuento corto y el monólogo le permiten construir la identidad consciente e inconscien­te de su personaje, “que tiene una relación con el mundo muy editada, y marcada por su elección profesiona­l”.

En alemán, la novelista suiza Gianna Molinari, indagó en las maneras en que la no identidad puede ingresar en la ficción a través de un personaje sin historia previa, pero donde el espacio es el que configura la identidad. Ganadora del Premio Robert Walser 2018, Molinari introduce la figura de un refugiado en su debut literario Hier ist noch alles möglich (Cualquier cosa podría pasar aquí). “El hombre que cayó del cielo” es, literalmen­te, un hombre muerto que otro personaje se encuentra en el suelo, caído del tren de aterrizaje de un avión a causa del frío, en un vuelo que lo llevaba de África a Europa. “Allí se reconstruy­e una identidad posible, la de un hombre que no tiene una historia, ni rostro, ni nombre”.

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