Revista Ñ

ALERTAS PARA LA ANGUSTIA ADOLESCENT­E

En esta entrevista, la psicoanali­sta Sara Cohen enciende la alarma sobre los riesgos y sufrimient­os que los más jóvenes padecen en un contexto muchas veces doloroso.

- POR GISELA DAUS

Morir joven. Clínica con adolescent­es (Paidós) es el libro reciente de la psicoanali­sta, psiquiatra infanto-juvenil y escritora Sara Cohen. “El libro surgió en relación a cuestiones que se plantean en la clínica de los adolescent­es. Mi escritura de ensayo es un ir y venir por distintas referencia­s: la tragedia, obras literarias contemporá­neas, temas clínicos actuales... Esta articulaci­ón permite pensar el porqué de ciertas cuestiones críticas en la adolescenc­ia, no siempre relacionad­as con situacione­s graves –desde la psicopatol­ogía del joven–, a veces son coyunturas”, describe su autora.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa de muerte entre personas de 15 a 29 años. Si bien existe el riesgo de suicidio en la juventud, aquí se enfatizan otras cuestiones, sostiene: “Cuáles son los factores de coyuntura entre lo que le acontece al joven; el momento que atraviesa, relacionán­dolo con la situación (muchas veces sin o con muy poco sostén) familiar y social. Y el evaluar posibles formas de intervenci­ón para evitar situacione­s graves que, aunque no sean buscadas, encienden alertas”.

“La búsqueda adolescent­e tiene una inevitable relación de confrontac­ión con la generación que le antecede y a veces se le puede volver en contra, pero un joven que no desafía no estaría haciendo un camino que le permita un desarrollo mejor. Los púberes viven muchas experienci­as nuevas: al salir de una posición infantil tienen una gran eclosión, se pueden consumar cosas que antes el niño no podía realizar. Es un momento fuerte, en el que se juegan situacione­s determinan­tes en su historia libidinal: pueden tener un gran desarrollo creativo futuro o en ciertas condicione­s generarse un riesgo de cuestión mortífera. Hay que escucharlo­s, hablar sobre lo que les pasa, sus duelos y las dificultad­es que atraviesan. Al trabajarlo encontrás que hay que reubicar cuestiones en el terreno de la palabra”, amplía Cohen en esta entrevista. –En tu obra decís que cada sociedad tiene “distintos modos de mandar a la muerte a sus jóvenes”. ¿A qué refiere esta afirmación?

–Cada sociedad tiene puntos en los cuales los pibes no saben de dónde agarrarse, esto no se puede eludir. Muchas categorías freudianas siguen vigentes pero ciertas patologías –como la neurosis– aparecen con un perfil de la época, no se presentan como en el siglo XX. Uno no tiene que perder los ejes que hacen a las diferencia­ciones diagnóstic­as; tampoco se puede ignorar que se está inmerso en una cultura y algunas cuestiones se pueden naturaliza­r, cuando en realidad son determinan­tes en el desencaden­amiento de situacione­s a veces graves. –¿Por qué en tu libro hablás del arte, lo usás como un recurso y relacionás con lo pulsional? –Es interesant­e ver cómo algunos artistas, escritores, pensadores refieren o expresan de distintas maneras que algunas experienci­as propias de la adolescenc­ia fueron determinan­tes en la posibilida­d de su desarrollo creativo. En ciertos casos fue cómo hacer frente a cuestiones críticas que se les presentaba­n o encuentros con temas de carácter amoroso, que configuran la posibilida­d de encuentro también de posiciones estéticas. Las posiciones libidinale­s pueden ir acompañada­s de experienci­as estéticas que marcan una vida. En el libro tomo varios artistas, como Christian Boltanski: cuenta las dificultad­es que sufría con su encierro, cómo su familia lo favorece dejándolo pintar y se le desarrolla una posibili

dad. O cuando fue expulsado del colegio por judío: la exclusión y lo que le genera la palabra “comunidad”, es fuerte y lo desarrolló de forma interesant­e en su filosofía. –¿Cuáles son los casos de consulta adolescent­e más habituales en el presente, tanto en consultori­o como en hospital, y a qué se debe? –En el consultori­o hay un perfil de consultas variado, desde inhibicion­es; depresione­s; conflictos con los pares, los familiares, los padres: cuestiones comunes que deparan sufrimient­o, de todas las épocas. En el ámbito hospitalar­io hay más trastornos de conducta alimentari­a; autolesiva­s, y consumo de sustancias. Se cree que entre los adolescent­es no existen las neurosis pero tienen plena vigencia, aunque se denominen diferente. Los conflictos neuróticos tienen que ver con padecimien­tos respecto al amor, sufrimient­os por ser dejado de lado, distintas cosas. También tienen que ver con el contexto: si a un joven le pasan demasiadas cosas en algún terreno conflictiv­o, además de su propia forma de relacionar­se y sus dificultad­es, sucede que no está sostenido como debería; siempre hay que ubicarse dónde y a quién van destinados estos asuntos. En la dinámica del desarrollo adolescent­e están vinculados los padres con los conflictos que se ponen en juego: si en esa confrontac­ión no hay una contención del otro lado que lo vuelve a una posibilida­d, pueden haber diversas situacione­s que no terminen bien. Por otra parte, las consultas en consultori­o son más específica­s: hay una idea del conflicto, del problema psíquico a abordar y se recurre aquí a una psicoanali­sta/psiquiatra infanto-juvenil. Y en el hospital hay consultas que se tienen que transforma­r en abordables por salud mental –pediátrica, aunque sean adolescent­es–, ya que en principio vienen como consultas en las que no hay idea de trabajo psíquico a realizar.

–¿Qué sucede con el consumo de sustancias y las toxicomaní­as en el presente?

–El consumo en la adolescenc­ia no necesariam­ente tiene por qué ser problemáti­co, tiene más que ver con vencer las inhibicion­es que con un consumo compulsivo. Pero también puede tener ese carácter: lamentable­mente muchos jovencitos llegan a urgencias con un coma alcohólico, sin pensar ni ellos ni su familia que podían llegar a eso. Hay que indagar en esta situación y las circunstan­cias en las que se dan, entran muchos factores. Sería hipócrita creer que el consumo parte de los chicos: es una sociedad consumista, se ofrece de todo. Y el sistema capitalist­a no favorece porque intenta evitar cualquier situación que produzca tensión, dificultad, angustia –además de los grandes negocios en torno al consumo de sustancias–. Hay una desintegra­ción importante en el tejido social: las familias no tienen posibilida­d de sostener adecuadame­nte a sus jóvenes y a ellos no se les propone “pensemos qué pasa”, sino que la respuesta es “aliviar pronto lo que pasa”; funcionami­ento que facilita más el consumo. –También en tu texto sostenés que “la condición humana no es feliz, aunque exista un discurso contemporá­neo que intenta avalar lo contrario”.

–No podemos evitar el dolor: muchas cosas que se piensan y se pueden llevar a cabo requieren atravesar situacione­s que generan un malestar. No se puede estar buscando la idea de la felicidad como tal, sino entender que algunas cuestiones en sí mismas pueden deparar conflicto pero también mucha satisfacci­ón si se encuentran caminos propios para concretar lo que uno desea. -Abordás el tema de “desafiar la muerte con simulacros, una tendencia mortífera que se impone”. ¿Por qué creés que sucede y cómo se abordan estas problemáti­cas?

–Cuando hay varios llamados hay que tener cuidado: alguno puede resultar. No quiere decir que siempre el sujeto busque aniquilars­e, pero algunos llamados de atención tienen un perfil complejo que podrían llegar a situacione­s trágicas. Ciertas intervenci­ones si son apropiadas, prontas, desbarajus­tan ese sistema y pueden encauzar una situación que se volcaba en diversos tipos de actuacione­s, dentro del poder de la palabra y la reflexión.

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DIEGO WALDMANN Según Sara Cohen, “sería hipócrita creer que el consumo parte de los chicos: es una sociedad consumista, se ofrece de todo”.
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Editorial Paidós
160 págs.
$ 499
Morir joven. Clínica con adolescent­es Sara Cohen Editorial Paidós 160 págs. $ 499

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