COLOMBIA, LA MUERTE TANTAS VECES REPETIDA
La artista Beatriz González intervino en su país 8.957 nichos con una imagen icónica que ahora puede verse en el nuevo espacio de la Fundación Espigas.
El 9 de abril de 1948, el candidato del partido liberal a la presidencia de Colombia, Jorge Eliécer Gaitán, es asesinado. Como consecuencia, se produce la revuelta conocida como El Bogotazo, en la cual hubo miles de muertos sin identificar, cuyos cuerpos fueron a los nichos de las galerías del Cementerio Central de Bogotá. En 2009, la artista colombiana Beatriz González intervino cada uno de los 8.957 nichos de los cuatro columbarios que quedaban, los cuales habían dejado de tener uso funerario en 2002, pero que simbolizaban la importancia de preservar lugares de memoria.
La artista colocó sobre cada nicho una lámina acrílica en forma de lápida con las siluetas de dos hombres cargando un muerto envuelto en una hamaca o en una bolsa plástica. Una imagen simple con una rotunda fuerza iconográfica, la cual mediante la repetición de sus ocho variaciones a lo largo de las galerías funerarias le otorga a la frialdad de cualquier cifra su dimensión trágica, dando cuenta del dolor y de la necesidad del duelo individual y colectivo. Un monumento que representa no solo a los muertos de 1948, sino “a muchas memorias, muchas”, señala González. Como las de más de 260.000 muertos y 80.000 desaparecidos que, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, causó el conflicto armado de más de cinco décadas, finalizado en 2016 con el acuerdo de paz firmado entre la guerrilla de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos.
La intervención artística de González, con el título Auras anónimas, buscaba, asimismo, impedir la demolición de los edificios funerarios. Su obra visibiliza y denuncia. “Ahí estuvo una persona sepultada. Quiero encerrar el aura, que no se esparza, sellar el aura”, expresa la artista. Una obra deteriorada en la actualidad por la falta de conservación y ante el riesgo de ser demolida por parte de la actual Alcaldía para construir en su lugar el “Parque de la Reconciliación”.
Con el título Memoria en vilo: Auras anónimas, en la sede de la Fundación y el Centro de Estudios Espigas de TAREA –Instituto de Investigaciones sobre Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de San Martín se presenta una muestra que incluye una reproducción a gran escala de un fragmento de uno de los columbarios, la documentación de la obra y recortes de prensa acerca de la polémica por la restauración del lugar. Todo el material fue donado por la artista a Espigas.
“Se reedita así en Colombia la reflexión sobre el lugar del arte y los espacios de memoria en los procesos de reparación simbólica de las víctimas del conflicto, un tema sobre el que la sociedad argentina ha hecho grandes avances que sin duda son una referencia imprescindible en la región”, señala en el texto curatorial Carolina Vanegas Carrasco, historiadora del arte e investigadora del Instituto IIPC Tarea de la Universidad de San Martín, nacida en Colombia.
González nació en 1938 en la ciudad colombiana de Bucamaranga. A fines de los años sesenta comenzó a ser reconocida por obras en las que intervino muebles e hizo grandes telones, a partir de los cuales comentaba de manera crítica y con humor las grandes narrativas de la historia del arte. Una artista con una mirada crítica hacia la historia política de su país y hacia el poder, ejercida en todo momento con las herramientas de la historia y el arte. Sus series de pinturas con figuras ahogadas bajando por los ríos o la de Las Delicias –esta última relacionada con la búsqueda de las madres de sus hijos muertos– dan visibilidad a las
víctimas del conflicto a partir de una figuración plana y áreas de colores estridentes con contrastes entre fondo y figura.
En los últimos años, su trabajo viene siendo reconocido a nivel internacional. El año pasado, una gran retrospectiva viajó por el Museo de Arte Contemporáneo de Burdeos, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, de Madrid y el Instituto de Arte Contemporáneo KW, de Berlín. Y el 19 de abril de este año se inauguró otra gran exposición de su trabajo en el Pérez Art Museum de Miami, que luego irá al Museo de Bellas Artes de Houston. Asimismo, su obra ha sido incluida en destacadas exposiciones como Radical Women Latin American Art, 19601985, en la documenta de Kassel 14, entre otras.
Las 8.957 veces que se repite la imagen de los dos hombres cargando un muerto en Auras anónimas nos dicen: “Aquí cargan muertos, aquí cargan muertos. Es eso”, puntualiza González en el destacado y conmovedor documental presente en la exposición, que
recorre toda su producción y las etapas de realización de la intervención artística. Repetir, insistir, para no olvidar. Tres años antes de la realización de Auras anónimas, la artista había realizado la serie Vista Hermosa, un título paradójico referido a los enfrentamientos entre el ejército, los paramilitares y la guerrilla, que dejaron decenas de víctimas en un municipio del oriente colombiano. Allí surge en su obra esta imagen de las siluetas de dos hombres cargando un muerto, una y otra vez reproducida por las fotografías de los periódicos colombianos que la artista recorta y guarda.
Como historiadora del arte, González suele indagar y rastrear iconografías previas y, en este caso, encontró que esa imagen evocaba a los cargueros del siglo XIX, quienes llevaban en sus espaldas a otros hombres y sus equipajes por la geografía de la cordillera de Los Andes. Podríamos decir que se trata de la pervivencia de la imagen, en términos warburguianos, de esa memoria de Occidente en torno a una fórmula emotiva o Pathosformel.
En su texto, Vanegas Carrasco sintetiza pasado y presente y la necesidad de la memoria que, en este caso, ofrece el arte: “Los cargueros del siglo XXI que nos propone González son un ícono que habla de la violencia del ocultamiento del crimen, de los momentos previos a la clausura de la memoria de las víctimas no identificadas (…) pero que también evoca el peso que soportan los vivos ante tanto horror. Un peso que los convierte en sombras que se diferencian poco del informe cuerpo que cargan”. Beatriz González. Memoria en vilo. Auras anónimas. Lugar: Centro Espigas, Perú 358. Fecha: hasta el 26 de junio. Horario: lunes a viernes, 10 a 18. Entrada: gratis, con cita a arte@espigasas.org.ar.