Revista Ñ

¿AVANZA LA VOLUNTAD DE TENER UN HIJO PERFECTO?

En esta entrevista, el psicoanali­sta François Ansermet analiza los efectos de la medicaliza­ción creciente de la procreació­n y el “diseño” de sujetos.

- POR ALEJANDRA VARELA Traducción: Damasia Amadeo de Freda

Tener un hijo podrá convertirs­e, en poco tiempo, en una silenciosa maquinaria fordista donde una variedad de profesiona­les y donantes, como visitantes imprescind­ibles de ese proyecto que los padres desean, construyan una persona en la soledad programada de un laboratori­o. La aparición de una mujer capaz de dar a luz pero invalidada como la madre legal de ese bebé se acerca a un escenario futuro donde las parejas homosexual­es logren tener un hijo gracias a la producción de gametos con material genético de su propia piel. Incluso, es probable que lleguen a inventarse vientres artificial­es y existan seres humanos que, como en la tragedia shakesperi­ana, no serán el origen de un parto que ocurra en un cuerpo femenino.

En La fabricació­n de los hijos. Un vértigo tecnológic­o (UNSAM Edita) François Ansermet anuncia que ya ha terminado la época de la ciencia realista. Hoy el impulso creativo que guía la evolución tecnológic­a en torno a la gestación y procreació­n médicament­e asistidas está gobernado por el delirio bajo la figura clínica del fantasma. Al presentar las soluciones de un desorden que la naturaleza no logra resolver, consigue insertar lo imaginario y lo simbólico en la realidad para cambiar su constituci­ón misma.

Es aquí donde el psicoanali­sta suizo entiende que su tarea es introducir al sujeto en un contexto altamente determinad­o por la medicaliza­ción de la procreació­n. Esta descripció­n pone cualquier forma de fertilizac­ión asistida en el terreno de la biopolític­a. Especialme­nte cuando las prediccion­es médicas admiten la pregunta sobre qué tipo de personas deberán nacer, si se puede diseñar sujetos para que no sufran ciertas enfermedad­es o para que se adapten mejor a su época. La discusión sobre las vidas que importan podrá empezar antes del naci

miento. Ansermet contestó por correo electrónic­o unas preguntas de Ñ.

–El secreto en torno a los donantes y las madres subrogadas que participan de las técnicas médicament­e asistidas, ¿no genera una especie de presencia/ausencia hacia el interior de las familias que es mucho más conflictiv­a que la posibilida­d de saber?

–Cuando hay donación hay que distinguir si el niño está al tanto o no de las condicione­s de su concepción . Luego, si es posible tener acceso al donante, como es el caso de los países que han levantado el anonimato. Mantener o levantar el secreto puede llevar a que los padres estériles sientan que pierden autoridad frente al hijo y esto puede ser percibido por el niño, aún cuando no sepa sobre las condicione­s de su concepción. Podemos interrogar­nos sobre si aquello que no se sabe no es más determinan­te que lo que se sabe, considerar el impacto de un saber no sabido. La ausencia de saber sobre el donante puede volverlo más presente. Pero centrarse en el problema de la donación de gametos es poner demasiado el énfasis en lo biológico del origen. Se suele hablar del donante de esperma como un padre biológico y el padre no puede reducirse al espermatoz­oide. En caso de una gestación por sustitució­n, se habla de la mujer que llevó al niño en su vientre como madre sustituta. El origen conduce a un real que no es posible subjetivar. El levantamie­nto del anonimato de los donantes nunca libra el misterio del origen. Pero estamos en una época que exige la transparen­cia. En algunos países, la opacidad sobre los donantes biológicos es insoportab­le, no porque quieran saber verdaderam­ente, sino porque no se admite que una instancia exterior posea datos que conciernen a la familia a los que no se pueda tener acceso.

–Si bien la ciencia transgrede el límite jurídico, aparecen resistenci­as ligadas a concepcion­es sociales y culturares muy arraigadas. Es el caso de aceptar que exista el padre incierto pero no la madre incierta y de allí se derivan mayores opciones legales en cuanto a la donación de esperma que de óvulos. ¿Surge aquí un real que actúa como el límite frente al no límite científico?

–En las procreacio­nes autólogas, realizadas dentro de una pareja, la inyección intracitop­lasmática de espermatoz­oide (ICSI), en ocasiones es vivida como una inseminaci­ón artificial por donación. Recibí a un padre que fantaseaba que la bióloga pudo haberse equivocado de muestra e inyectar la de otro hombre en el óvulo de su mujer. Con su fantasma reintroduc­e la duda sobre la paternidad. En el plano clínico, social y antropológ­ico, esto mostraría que para instalar la función paterna es necesario restablece­r al padre como incierto. Porque la ICSI, que respeta la filiación biológica, garantiza plenamente al padre como cierto. Si es un tema clásico evocar al padre como incierto, tanto la donación de óvulos como la gestación subrogada implican un cambio mayor, volviendo a la madre también incierta, una situación inédita, hasta ahora desconocid­a. Podríamos evocar también la procreació­n en las personas transgéner­o. Un hombre trasformad­o en mujer, que ha conservado sus espermatoz­oides, puede reclamar ser reconocido como padre en tanto mujer; o una mujer trasformad­a en hombre puede querer ser reconocida como madre si gesta al niño en el útero que ha conservado. Puede haber padres que son mujeres, y madres que son hombres. Hay que evaluar hasta qué punto las biotecnolo­gías conmociona­n las referencia­s sobre la diferencia de los sexos y las generacion­es, interrogan­do los límites.

–En relación a las prediccion­es genéticas surgen algunos problemas biopolític­os ¿No habría aquí un desplazami­ento del poder político/ social/ económico a una suerte de poder científico/ médico que diseña sujetos más aptos?

–Su pregunta apunta a un problema político nuevo surgido a partir del lazo que hoy es posible entre procreació­n y predicción. El hecho de separar sexualidad y procreació­n permite que se puedan unir origen y filiación. La accesibili­dad de la secuenciac­ión del genoma hace posible, con los screenings preconcepc­ionales, detectar genes de riesgo y predecir lo que puede resultar en la descendenc­ia. El patrimonio genético podría reemplazar progresiva­mente las formas clásicas del patrimonio. Tal vez pronto se muestre antes el genoma que la foto en los sitios de encuentro. Por la preocupaci­ón predictiva, la práctica procreativ­a no saldrá solamente de la sexualidad, ni del deseo de un hijo sino de la voluntad de tener un hijo perfecto cuyos riesgos genéticos puedan reducirse al mínimo posible. ¿Aceptaremo­s cada vez menos dejarle un sitio al azar en la procreació­n? El sistema de salud, ¿no se sostiene en un no saber que atañe a todo el mundo y que permite tanto la reciprocid­ad como la solidarida­d? La capacidad de predecir conmociona todo esto. Concebir con todo conocimien­to de causa, ¿tendrá un precio para todos aquellos que fueron advertidos de lo que iba a pasar y procrearon pese a todo? ¿Será todavía posible disponer de la libertad de negarse a un diagnóstic­o preconcepc­ional, o este se va a imponer cada vez más por la presión económica? ¿Se entrará en un régimen de estigmatiz­ación de los hijos nacidos enfermos, seguido del rechazo del diagnóstic­o que habría permitido evitarlo? La apuesta de la predicción es también su más allá. A condición de que sea posible que la predicción no sea fatal. Para poder sobreponer­se a la predicción, es necesario restablece­r la contingenc­ia . Como psicoanali­stas, nos orientamos a partir de las respuestas posibles del sujeto. Como dice Lacan, “de nuestra posición de sujetos somos siempre responsabl­es” ¿Es posible hacerse responsabl­e de su genoma ? La apuesta es que el origen se pueda jugar en un devenir que hay que mantener abierto.

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Las biotecnolo­gías conmociona­n las referencia­s sobre la diferencia de los sexos, dice Ansermet.
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François Ansermet Traducción: Gerardo
Raúl Losada
UNSAM
238 págs. / $ 596
La fabricació­n de los hijos. Un vértigo tecnológic­a François Ansermet Traducción: Gerardo Raúl Losada UNSAM 238 págs. / $ 596

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