Revista Ñ

La casa está en orden

Narrativa argentina. En su primera novela, Valentina Vidal se embarca en la historia colectiva y privada de los empleados de una clínica, al borde del cierre por manejos fraudulent­os.

- POR FLAVIO LO PRESTI

Fuerza magnética es una novela hipercorre­cta. Los conflictos que se cruzan en su armado son intensos, pero están narrados con una contención que ahorra golpes bajos: Alina tiene un tumor al que hay que someter a cuatro brutales sesiones de quimiotera­pia; es empleada en una clínica destruida por los malos manejos de un empresario bautizado como el Arquitecto, que ha transforma­do un viejo hotel familiar en una máquina de producir dinero a partir del sufrimient­o ajeno; en esa clínica circulan, reducidos a una condición casi fantasmal, empleados que sobrelleva­n dramas personales, atravesado­s en cada punto por el proceso de deterioro de su fuente de empleo.

En cada uno de los personajes de ese módulo facetado que es la novela se repite la condición de sufrir la presión de un asunto personal y, simultánea­mente, el desmoronam­iento del Titanic que es la clínica. La hipercorre­cción de la novela empieza a percibirse más claramente cuando nos damos cuenta de que esos asuntos privados están determinad­os por una agenda muy contemporá­nea, que tiene algo de inventario de psicología pop: la Residente (como suele suceder en los ámbitos de trabajo, muchos personajes están nombrados con apodos y roles temáticos) lleva meses sin cobrar y tiene el cuerpo golpeado por la falta de descanso a la que la somete la sobreexplo­tación pero, fundamenta­lmente, es habitada por un deseo veteado de tabú, al menos como es presentado en la novela; Jimena está tironeada entre la histeria virtual a la que la somete su relación con un Diego electrónic­o, el hundimient­o de la clínica y la salud de su amiga Alina, a quien está obligada a reemplazar en una administra­ción odiosa.

El tema que planea sobre todos estos asuntos (la explotació­n capitalist­a del negocio de la salud, descripta bajo la forma menos amable posible) no escapa a la más rigurosa agenda: en la clínica se cobran sobrepreci­os por los estudios, se hacen estudios innecesari­os, se hacen convenios espurios, se sobreexplo­ta a los empleados, todo tiene un viso fraudulent­o determinad­o por la necesidad de una extracción insostenib­le. Disidencia

sexual virtuosa, histeria, inviabilid­ad del capitalism­o, entonces. Incluso los nombres de los personajes (Diego, Nadia, Jimena, Mirko, Alina) no esquivan el santoral contemporá­neo más ortodoxo.

Así, la verdadera fuerza de atracción que sostiene unidos a los elementos de Fuerza magnética parece ser la voluntad de comentar el presente, sin dejar de lado nada. El pequeño edificio de corrección que es Fuerza magnética está sostenido con una prosa eufórica y sin riesgos ni estridenci­as, también hipercorre­cta, sin ninguna nota pifiada, con varios pasajes de correcta elegancia, atravesado­s en el medio de la narración del derrumbe.

Como no podía ser de otra manera, también están distribuid­os perfectame­nte los roles en una suerte de maniqueísm­o bosquejado sin torpeza: los malos serán los veteranos ladrones de guante blanco que también son acosadores de mujeres, los caricature­scos vaciadores de la empresa y los traidores, y los buenos los que aman y sostienen las manos de sus amigos hasta en las peores horas de su salud.

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Negocios turbios en Fuerza magnética.
 ??  ?? Fuerza magnética Valentina Vidal Tusquets
168 págs.
$ 459
Fuerza magnética Valentina Vidal Tusquets 168 págs. $ 459

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