Revista Ñ

Rusia, Polonia y Francia

- POR DIANA SAIEGH

Reafirmo una convicción que nunca he modificado a lo largo del tiempo y es que la ciudad de Venecia es potencialm­ente más fuerte e impactante que cualquiera de las propuestas de esta edición o de cualquiera de las anteriores de la Bienal. Venecia es única, bella, romántica y misteriosa, un escenario único.

Respecto a los envíos a los pabellones nacionales, destaco en primer lugar el de Polonia. En la obra Flight, el artista Roman StaĠczak presenta avión de los años 50 de cuyo interior emerge, de manera desafiante, un conjunto de tripas que invierten el orden establecid­o para dejar todos los implemento­s electrónic­os afuera y el interior, vacío. La curaduría es ¿ukasz Mojsak y ¿ukasz Ronduda.

También quiero destacar el envío de Francia. En la multi-instalació­n Deep Blue Sea Surroundin­g You, la artista Laure Prouvost fusiona la belleza de la ciudadanía de Venecia con un enorme pulpo, generando un mestizaje crudo, actual y enérgico. Una visión onírica colmada de ternura.

Pero mi predilecci­ón absoluta este año ha sido el Pabellón de Rusia, con la obra Lc. 15:11-32. Presenta dos tumultuoso­s videos del cineasta Alexander Sokurov, tan revulsivo como atrapante, y varias instalacio­nes mecánicas de Alexander Shishkin-Hokusai, escenógraf­o teatral. El título de la expo hace referencia al versículo del Evangelio según san Lucas y la Parábola del hijo pródigo. La curaduría es de Mikhail Piotrovsky. En sus salas de la planta baja y del subsuelo se completa un homenaje al Rembrandt que forma parte del acervo del Museo del Hermitage, en San Petersburg­o. Todo esto, en un clima opresivo y apocalípti­co, casi como chocar con el Acorazado Potemkin. Los rusos parecen hacer su propia versión de la Dokumenta de Kassel, abriéndose al mundo luego de la guerra como un grito de liberación que recata el amor por la cultura. Y la cultura rusa, lejos de lo sutil pero siempre sublime, donde los rojos más que un color son un torrente cultural que todo lo tiñe, grita: “¡Miren todos la maravilla que atesoramos!”.

Dicho esto, quisiera volver al tema pregnante de la ciudad de Venecia, porque muchos envíos la incorporan de un modo u otro, y ese hilo conductor –por momentos difícil de inferir como guion curatorial– se incorpora a algunas de las mejores obras y entonces ocurre lo de siempre: salimos de la Bienal y la ciudad vuelve a abrirnos los brazos para deslumbrar­nos con su belleza. Sigo pensando que la ciudad, más aún en su versión nocturna, le sigue ganando a todo el arte expuesto en su Bienal.

Diana Saiegh es arquitecta y gestora cultural. Integró el Directorio del Fondo Nacional de las Artes; fue Subsecreta­ria de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y dirigió el Centro Cultural Recoleta por dos períodos.

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Francia. Instalació­n y video de Laure Prouvost. Cuando la inmigració­n representa al país de acogida.
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Polonia. El avión despanzurr­ado de Roman Stanczak, célebre por dar vuelta objetos cotidianos.
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Rusia. Dos videos del gran cineasta Sokurov para seguir homenajean­do al Museo del Hermitage .

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