Revista Ñ

UN ARTÍFICE DE LOS SONIDOS SINGULARES

Paul McCartney, Coldplay y Bon Jovi, entre muchos otros, trabajaron con el ingeniero de audio Michael Brauer, que vendrá al país a impartir una serie de charlas magistrale­s.

- POR GISELA DAUS

Aretha Franklin, Calle 13, Rolling Stones, Paul McCartney, Coldplay, Bon Jovi, Eric Clapton, Pet Shop Boys y Bob Dylan son algunos de los músicos con los que trabajó Michael Brauer, ecléctico ingeniero de audio, en 43 años de trayectori­a. Mezcló varios de los mejores discos de la historia; ganó siete premios Grammys, un Grammy Latino y hasta creó su exitosa técnica de compresión y mezcla de sonido. Es un maestro generoso: enseña a jóvenes del rubro sin guardar secretos y vendrá la última semana de junio al país para la tercera edición de “MasterClas­s Premium”, una serie de charlas magistrale­s organizada­s por el productor musical Martín Kano.

–¿Qué sucede con la industria musical hoy? –El modelo de negocio cambió totalmente: no vendemos discos sino reproducci­ones de canciones individual­es. La mayoría de los servicios de streaming no calculan las regalías de forma justa y los artistas se mueren de hambre. Una canción puede tener 135 millones de clics y el artista recibe 3.500 dólares. Sacando ese horror, la industria goza de buena salud: bandas nuevas muy buenas aparecen constantem­ente. Hoy los artistas pueden triunfar sin un gran sello, eso en mi trabajo es muy saludable. Mezclo música muy buena de sellos discográfi­cos importante­s y tengo más demanda de artistas independie­ntes.

–¿Cuál es el mejor trabajo de tu carrera?

–Es difícil responder: estoy lejos de haberlo hecho. Diría que los álbumes de los que estoy más orgulloso serían el primer disco que grabé y mezclé, Never Too Much de Luther Vandross; Lost in Space de Aimee Mann; Steel Wheels de los Rolling Stones; Parachutes, X&Y y Viva la vida de ColdPlay; Chaos and the Calm de James Bay; MultiViral de Calle 13 y Continuum y Battle Studies de John Mayer, ambos divididos en las mezclas con Manny Marroquin. Y Shields de Grizzly Bear es especial: pasé un año cambiando mi sonido para ser totalmente irreconoci­ble. Fueron discos importante­s y creo que contribuí mucho a que sonaran nuevos y modernos, mientras que mantuve la integridad de la canción: logré que sonaran atemporale­s.

–¿Qué destacás de trabajar con artistas como los músicos y estrellas de rock?

–Trabajar con rockstars es más fácil que con artistas nuevos: trabajo con ellos cuando ya dejaron atrás el ego de estrella de rock y saben exactament­e qué quieren oír, expresan sus ideas y visiones fácilmente. Un artista nuevo aún intenta definir las cosas y podría no conocer los términos musicales o ni saber cómo expresar su visión, por eso es un poco más complicado. Pero la mayor parte de mi éxito se dio con artistas nuevos, me gusta la energía pura, desinhibid­a y dichosa que aportan: me interesa hacer brillar la singularid­ad de su sonido.

–¿Cómo te autodefiní­s en tu profesión? –Quería mezclar música importante: de grandes cantantes, que contaran historias que emocionara­n a millones de personas y que mis mezclas sonaran atemporale­s, como esas historias. Doy emoción y dinámica a un tema y hago resaltar la visión que el artista imaginó. Cada uno de nosotros es único en la forma de abordar las cuatro emociones básicas: felicidad, tristeza, ira y miedo. Las buenas canciones son mi inspiració­n.

–¿Cómo detectás una buena idea?

–Me viene a la mente y la pruebo. Algunas son buenas, otras un espanto. En general, conservo las buenas; aunque a veces el artista difiere en eso.

–¿Y tu proceso creativo?

–Es todo impulso, no lo pienso: surge la emoción que deseo reflejar en la canción, la dejo fluir y avanzo con lo que me hace sentir bien. –¿Caracteriz­arías tu método de trabajo?

–Es un formato híbrido, combino mucho analógico con digital: el sonido es más potente y eficiente en el mundo de hoy para abordar los ajustes de los artistas sobre la mezcla. –¿Explicaría­s sencillame­nte tu técnica de compresión Multi-Bus?

–Sin ser técnico, la técnica no es importante. La configurac­ión es complicada pero la mezcla es simple y natural. La desarrollé para que un mixer tenga una cantidad infinita de opciones para visualizar una canción y la llamo “Brauerize”: incorporar varias técnicas existentes de forma particular para resalta mejor la emoción de un tema.

–¿Cómo se te ocurrió?

–Cuando me di cuenta, alarmado, de que la forma tradiciona­l de mezclar en la que todo se comprime en el buss estéreo ya no me servía. Mezclaba el disco Freeway of Love de Aretha: el legendario productor Michael Narada Walden quería mucho más bajo del que yo había puesto en una mezcla hasta entonces y cuanto más agregaba, más difícil era el funcionami­ento del compresor – lo que bajaba el nivel de la voz de ella–. “¡Dame más Aretha, dame más bajo, dame más Aretha!”, me decía. Fue un día infernal. Sobreviví, pero sabía que mis días como mixer estaban contados si no encontraba una manera mejor de hacer las cosas.

–¿Dejás una marca, tu sello personal? –Trato de ser invisible para que se manifieste la singularid­ad del artista. El mejor elogio es que alguien diga que no tenía idea de que yo mezclé esa canción.

–¿Cuál fue el mayor desafío en tu papel de ingeniero de audio?

–¡Mantenerme vigente y solicitado durante 43 años no es una pavada! Y están los desafíos de la vida, lidiar con el éxito y mi ego, vida privada, salud, felicidad y prioridade­s. Cada una de ellas en algún momento de mi carrera fue mi mayor desafío: tuve que enfrentarl­as y resolverla­s en positivo.

–¿Disfrutás de enseñar a los ingenieros de las nuevas generacion­es?

–En 2010, empezamos “Mix With The Masters”, unos seminarios con Maxime Le Guil y Victor Lévy-Lasne. Mi filosofía era mostrarle al alumno cómo pensaba, por qué y cómo lograba expresar la visión del artista. La técnica e inteligenc­ia emocional no son importante­s, desmitific­o mi “magia”. Al terminar, los estudiante­s se dan cuenta de que ellos también pueden mezclar con la misma pasión y dinámica. Todos los músicos tienen su mixer favorito que los marcó en particular: la mayoría son amigos y los invito a enseñar en estos seminarios. La exigencia es explicar qué es lo que los diferencia. Se dictan en Francia durante una semana y esa experienci­a te cambia la vida. Al extinguirs­e la transmisió­n de oficio, es mi manera de devolver algo. Hasta 1979, los estudios tenían ingenieros que compartían sus secretos y conocimien­tos con la generación siguiente. Todo estaba basado en contratos de aprendizaj­e. Cuando murió la era del disco, también se recortaron los presupuest­os y los estudios no podían permitirse tener asistentes de ingenieros. Los jóvenes me dejan una energía increíble y nuevas ideas buenísimas. Todos salimos contentos.

–¿Qué pensás de los géneros musicales como el trap? Por ejemplo, Paulo Londra es el argentino más escuchado en el mundo.

–El trap no es nuevo, vino del sur de los Estados Unidos a inicios del siglo XXI, se hizo muy popular y solo es otra variación del rap. A los chicos les encanta: me parece muy bien. Me han hablado de varios artistas nuevos urbanos de Argentina. Me gustaría conocerlos y oír su música, sé que el género está muy posicionad­o allí.

–¿Qué experienci­a profesiona­l de tu extensa carrera podés compartir?

–Quedarse en la zona de confort es quedarse en la zona de muerte. Cambien las cosas cada lustro, modifiquen la forma habitual de hacer las cosas. ¡Lo habitual probableme­nte haya envejecido! Michael Brauer en la Argentina Lugar: Auditorio Kraft. Florida 681. Fecha: miércoles 26 a las 19.

Lugar: Romaphonic. Sanabria 2576. Fecha: viernes 28, sábado 29 y domingo 30 a las 10.

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VICTOR LÉVY-LASNE La marca Brauer es el innovador uso de la compresión en una mezcla.

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