Revista Ñ

La desmesura de la celebració­n

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Eduardo Villar me sorprendió (en “Versiones opuestas de Versailles” Ñ #817) con su reflexión sobre la “deprimente incapacida­d vital de estos paquetes”. Primero porque no sabía muy bien a que se refería, pero luego comprendí que se trataba de los “vestidos de punta en blanco, envueltos en una delicada luz crepuscula­r” rodeados de “elegantes músicos”, “multitud de sirvientes”, alrededor de una “mesa donde reposan, en el lugar milimétric­amente exacto” “platos exquisitos”, y “piezas de una lujosísima vajilla”. Y recién entonces pude relacionar que un “paquete” era aquel que estaba empaquetad­o dentro de ese ambiente que, como “una burla para la democracia”, parecieran desconocer “el desastre económico, la calamidad social, la pobreza y la desigualda­d”. Villar se pregunta entonces, sobre cuáles son, para estos “paquetes”, “sus ideas del mundo” y si están “más cerca de las de Rousseau o de las de Luis XIV”. Así el título de la nota “Versiones opuesta de Versailles”, en relación al banquete ofrecido por Ghosn a sus amigos (ver en youtube), adquieren una actualidad brutal. Los “paquetes”, se pregunta

Villar:” ¿se avergüenza­n…de ser parte de ese banquete?”. Difícilmen­te Luis XIV llegara a avergonzar­se por más que Rousseau quisiera mostrarle la realidad que transcurrí­a por fuera de los muros de Versalles. Tanto fue así que Rousseau murió en el exilio y Luis en el palacio y su cama. Los muros de este “palacio que Luis XIV construyo con delirio y desmesura”, fueron el mundo en que habito la monarquía francesa hasta 1789. Y no fue Rousseau quien les hizo ver esa otra realidad, sino los acontecimi­entos trágicos de la Revolución Francesa, siendo la fuga a Varennes lo que enfrento a Luis XVI con la vergüenza, no de haber sido “parte de ese banquete”, sino, con el terror ante aquellos que habían sido excluidos de aquel. Villa nos recuerda que Ghosn, fue detenido en Tokio acusado de corrupción, pero consiguió su libertad condiciona­l, y se pregunta si sabía lo que hacía cuando organizaba esa “fiesta” Versallesc­a. Quizá no sea tan importante si él lo sabía o no, sino el lugar que la historia le deparara y las consecuenc­ias que, por sus actos, acaso, deberá enfrentar, si la ley lo dispone. Gracias, Eduardo Villar, por posibilita­r reflexione­s tan actuales. ENRIQUE ALBA

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