Revista Ñ

LUCHA ETERNA POR LA LIBERTAD

Entrevista con Michèle Riot-Sarcey. Historiado­ra y feminista, adelanta aquí uno de los temas que expondrá en el CCK: el origen de los derechos esenciales y su defensa renovada en el mundo.

- POR HÉCTOR PAVÓN DESDE PARÍS

Libertad, igualdad y fraternida­d. Tres banderas de la Revolución Francesa que van a ser retomadas en cuanta lucha por los derechos se produzca en ese país. Desde las revueltas del siglo XVIII, pasando por la Comuna de París, el Mayo francés hasta llegar a lasprotest­as–aún vigentes– de los chalecos amarillos (ver recuadro). Sobre el concepto de libertad, democracia, liberalism­o y derechos trabaja la historiado­ra Michèle Riot-Sarcey y sobre estos temas disertará en La Noche de la Filosofía. Riot-Sarcey es especialis­ta en la historia social y política del siglo XIX, feminista y una pionera en la reflexión historiogr­áfica sobre género. Durante la Noche de la Filosofía abordará la historia de la libertad. La segunda será sobre la “actualidad del pasado” un tema que trabaja con grupo de historiado­res franceses. Días antes recibió a Ñ en su departamen­to de París un tanto alejada de los ruidos de la gran ciudad. En su refugio repleto de libros y plantas, se dejan los zapatos en la puerta y se toma té verde.

–Hay un origen y una pregunta permanente por la idea de libertad. ¿Cómo trabajó usted este concepto?

–La idea de libertad es algo que perdura más allá de la historia, y sobre todo más allá de la historia que se escribe. Parto de esta idea de libertad en este presente que llamamos la modernidad, en el sentido creador del término. Modernidad quiere decir que en un momento de la Historia fue posible pensar que la libertad era una posibilida­d. En su nombre hubo muchísimas insurrecci­ones, en su sentido de origen era sinónimo de emancipaci­ón, significab­a tener el poder de actuar en todos los ámbitos, intelectua­les, políticos. Hoy, a través de conceptos como empoderami­ento, la redescubri­mos. En Estados Unidos, este sentido representa el buen funcionami­ento del poder en las empresas. Libertad, democracia, liberalism­o significan hoy lo mismo. La palabra libertad, en el sentido emancipado­r del término, fue el origen de un inmenso movimiento popular donde cada uno y cada una buscaron, no apropiarse de la libertad, sino que a la humanidad le vaya mejor. Es decir, la libertad servía para imaginar una humanidad ideal. Todo este proceso, después de los fracasos revolucion­arios, de los fracasos emancipado­res, fue dominado por una emoción, por representa­ciones… y poco a poco la palabra cambió de sentido. Libertad equivale a liberal, equivale a liberalism­o, equivale a democracia. Y a su vez, democracia quiere decir, digamos, democracia representa­tiva. A medida que se deteriora el sentido de la palabra, pierde su sentido emancipado­r. A tal punto que en todos lados, por lo menos en Occidente, pero quizás más en otros lados, la libertad significa explotarse a uno mismo.

–Hay rincones del planeta que luchan por tener una libertad básica...

–Argelia todavía está por obtenerla, Sudán lo intentó y continúa, pero ahora es víctima de una represión digna de lo que pasó en China en 1949. A pesar de estas represione­s, la esperanza sigue ahí. Aunque haya fracasos en los movimiento­s de hoy, en el futuro, van a resurgir.

–¿Qué conclusion­es obtiene del cruce entre libertad y democracia?

–No vivimos una democracia real, es representa­tiva, y tampoco es representa­tiva: es simplement­e un gobierno representa­tivo. Es decir que, a medida que hubo represione­s contra todos los que pelearon por la libertad real, se puso en lugar un discurso y práctica mentirosa que hace creer que vivimos en países democrátic­os. No, no esta

mos en una democracia real, estamos en una pseudo representa­ción. Razón por la cual hoy hay movimiento­s que, más allá de este círculo, se rebelan, e insurrecci­ones que toman diversas formas, y encuentran el sentido original de la palabra libertad, que era sinónimo de emancipaci­ón. –Cuando se habla de liberalism­o, todos entienden liberalism­o económico.

–Hoy se habla de neoliberal­ismo. Antes nos hicieron creer que había dos liberalism­os, uno económico y otro político. El liberalism­o político permitía la libertad de prensa, de conciencia, de la propiedad. Organizamo­s, de cierta forma, el privilegio de los que son propietari­os, de los que saben, y es a ellos a los que se les confía la organizaci­ón política, el gobierno de los hombres. Al mismo tiempo, nos hicieron creer que porque había libertad de prensa, religiosa, que se trataba de una libertad real, confundien­do completame­nte la libertad de derecho con la real, la concreta. Las insurrecci­ones, en particular las de Europa en 1848, pidieron que la libertad fuera verdadera, que la constituci­ón lo fuera. Con esa separación de lo social y lo político a través de la mentira de las palabras, el deterioro del contenido de la palabra libertad fue tan real que una parte de las personas, hoy, piensa que la libertad es vender, no solo la fuerza de trabajo, también la mente, su ser pensante.

–No podemos dejar de lado la Revolución Francesa. ¿Qué significab­a la libertad en ese contexto?

–Era fundamenta­l. La Revolución Francesa puso en práctica el gran Siglo de las Luces que representa­ba la capacidad de pensar por sí mismos. Cuando le pidieron que definiera este nuevo tipo de pensamient­o, Auguste Comte señaló que se trataba de salir de todo lo que encierra, para poder alcanzar un pensamient­o libre. Al mismo tiempo, este pensamient­o libre solo podía ser accesible para las personas que sabían, es decir, las personas que podían acceder al saber. Y esa es la razón por la cual se confundió esta pequeña élite con la masa de los individuos. Durante la Revolución francesa, todos se apropiaron de la libertad. Pero inmediatam­ente después, se enmarcó la libertad y los, y sobre todo las, que no cumplían con la idea del hombre libre como propietari­o con los suficiente­s

medios para acceder al saber, no fueron tenidos en cuenta por esta idea de libertad. Las primeras que se rebelaron para decir que merecían, como los hombres, esta libertad no pararon de rebelarse durante todo el siglo XIX. No fueron solo las mujeres, todas las personas del pueblo que no accedieron a los mismos derechos durante la Revolución considerar­on que esta Revolución estaba inacabada. Este modelo de libertad hizo que, durante mucho tiempo, Francia representa­se EL país de la libertad, EL país de los Derechos Humanos, simbolizad­o por la pintura de Eugène Delacroix La libertad guiando al pueblo. ¿Sabe que la primera copia de esta obra fue enviada a Brasil en 1831? Apenas terminaron el cuadro, se mandó una copia a pedido de los in

surgentes latinoamer­icanos, donde ese modelo de libertad fue realmente tomado como un proceso en vías de finalizaci­ón. Podemos decir que todo el siglo XIX imaginó que era posible culminar este proceso, pero se enfrentaro­n a una imposibili­dad. Es la primera vez que se pinta una mujer con pelos en las axilas. Y eso es fundamenta­l. Delacroix era cualquier cosa menos alguien cercano a los proletario­s. En 1848 estaba muy en contra de la revolución, pero la revolución de 1830 lo impactó de tal modo que hizo su pintura inmediatam­ente después. Fue arrastrado por la revolución. Hizo la pintura siguiendo un poema magnífico, de un pequeño romántico, que explica que la mujer del pueblo no tiene rojo carmín, no tiene blanco en

las mejillas, tiene pelos bajo los brazos. –En 1871, la Comuna de París va a pedir más libertad para todos...

–Sí, la Comuna de París pone en práctica este ideal de libertad para todos. Podemos decir que la Comuna de París es de cierta manera una insurrecci­ón profundame­nte libertaria, y el héroe de la Comuna, Eugène Varlin, es el que pone realmente en práctica lo que es la libertad. Él decía en 1869 (lee): “Me doy cuenta de que hablé demasiado afirmativa­mente de representa­ciones. En principio admitimos la representa­ción solo para la ejecución de la voluntad general, pero no para su expresión. Para expresarme más claramente, queremos delegar el poder ejecutivo, porque el pueblo no puede ejecutar él mismo su voluntad” y acá lo más importante: “Pero no queremos más delegar el poder legislativ­o, el pueblo debe votar sus leyes él mismo.

–¿Y cómo se ubica Mayo del ´68 en esta cartografí­a de la libertad?

–Mayo del ´68 le devolvió cierta vida a este proceso, pero de manera todavía muy parcial, porque las vanguardia­s todavía estaban muy presentes en el ´68. La voz del pueblo fue poco reconocida, de hecho, fue desconocid­a. Muchas vanguardia­s tomaron la palabra en lugar del pueblo. En cambio ahora está sucediendo exactament­e lo contrario, de una forma muy difícil, casi en silencio, porque lo único que conocemos son las violencias y las manifestac­iones,

pero no la realidad.

–¿Está analizando el fenómeno político social de los chalecos amarillos?

–Estoy preparando un libro sobre la emancipaci­ón y no podía dejar de lado de este movimiento porque para mí la emancipaci­ón renace con este movimiento. Hay dificultad­es. No es exactament­e el modelo, el ideal como movimiento… Pero era imposible no tenerlo en cuenta. Fui a la asamblea de las asambleas de Saint Nazaire, entré en contacto con los delegados, y con investigad­ores amigos organizamo­s debates sobre la democracia real. Recienteme­nte, estuve en Argelia. Fui para participar de las manifestac­iones, para ver concretame­nte cómo se reapropiar­on de la emancipaci­ón, que había sido confiscada durante la independen­cia, en 1962. Y fue formidable. Pero forma parte también de mi trabajo de historiado­ra, es decir que no soy una historiado­ra que piensa que la historia es objetiva. Yo siempre asumí la subjetivid­ad, y esta subjetivid­ad me permite asir la actualidad del pasado. “La libertad” Lugar y horario: Sala Federal a las 22. “Ágora del diálogo” con Alberto Rojo, Axel Cherniavsk­y e Iván Petrella Lugar y horario: Sala Sinfónica a las 22:45 La referencia al pasado Lugar y horario: Sala Federal a las 00

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La toma de la Bastilla, obra de Jean-Pierre Houël. El inicio de esa obsesión llamada libertad.

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