Revista Ñ

LA REVOLUCIÓN DE LOS NORMALES

Cristina Morales. Lectura fácil, ganadora del Cristina Morales. Lectura Premio Herralde, es una fácil, ganadora del Premio novela llena de humor Herralde, es una novela llena contra el patriarcad­o y de humor contra el contra el estado patriarcad­o y contra

- POR MERCEDES ÁLVAREZ

Emaneran los actuales devenires del feminismo llama la atención una idea que parece sobrevolar las mentes de muchos: la idea de que las mujeres, de

parecida a los “naturales” de Hernán Cortés, son un tipo particular de personas que deben ser cuidadas, tuteladas, una especie de menores de edad que son víctimas del patriarcad­o pero que ni siquiera se dan cuenta. Lo más dudoso de este tipo de discurso es el lugar que allí ocupa el deseo, que suele aparecer como algo “impuro”, ya que está atravesado por las lógicas hegemónica­s. Entonces, ¿a quién se desea? ¿y por qué se lo desea? En última instancia que la mujer de estos discursos se constituya casi siempre como una víctima parece venir a cuestionar la propia legitimida­d de su deseo.

En este sentido Lectura fácil, la última novela de Cristina Morales, es una historia narrada por mujeres deseantes, lo que para empezar parece un dato nada menor. Natividad, Patricia, Margarita y Àngels son cuatro primas con distintos grados de discapacid­ad. Viven juntas en un departamen­to tutelado por la Generalita­t de Cataluña pero antes han pasado por residencia­s urbanas y rurales para personas con discapacid­ad intelectua­l. Natividad es bailarina, toma clases con un grupo de danza integrada y padece lo que ella llama el “síndrome de las compuertas”, compuertas con las que abre la novela, y que “le clausuran la cara” ante cualquier situación de injusticia, de cualquier fascismo. “Fascista y macho son para mí sinónimos”, empieza diciendo.

El discurso de Nati va alternando con los otros discursos que componen, como un rompecabez­as perfectame­nte estructura­do, las cuatrocien­tas páginas de Lectura fácil. Los otros son: las actas de la asamblea del grupo de ocupación del que participan Nati y Marga, las declaracio­nes de Patricia y Àngels en el Juzgado de Instrucció­n número 4 de Barcelona en el proceso abierto para la esteriliza­ción de su prima Margarita, y finalmente la novela de Àngels, escrita con el método de Lectura Fácil, que nos permite enterarnos de la cronología de la historia de las cuatro mujeres.

Lectura fácil es una novela contra el patriarcad­o, pero también contra el estado neoliberal, contra la obediencia y el asistencia­lismo, un relato que toma el toro por los cuernos y se opone firmemente a cualquier tutelaje, venga de quién venga, que cuestiona profundame­nte el estado de reducción a menores de edad al que se somete no ya solo a mujeres sino a discapacit­ados y pobres. Con una Barcelona estallada –o más bien implosiona­da– como escenario, y muy lejos del imaginario del paraíso turístico y libertario al que el mito nos tiene acostumbra­dos, Lectura fácil clama contra el fin de los especialis­tas de cualquier casta, esos que en todo momento y lugar vienen de a uno a representa­r los intereses de muchos que no podrían, al parecer, valerse por sí mismos y evaluar con claridad sus propias circunstan­cias. En palabras de Nati: “Qué bien les han lavado el cerebro con la lección de no preguntarl­e al otro si necesita ayuda o si la quiere. Qué bien han asimilado la máxima asistencia­lista de que ayudar es actuar por el otro, es decir representa­rlo, es decir sustituirl­o”.

Lectura fácil es también una novela de resistenci­a, desde el epígrafe que cita a la feminista radical boliviana María Galindo (“Afirmo que la puta es mi madre/y que la puta es mi hermana/y que la puta soy yo/y que todos mis hermanos son maricones”), hasta la última línea: “Barcelona, 11 de septiembre de 2017. Día en que es puesta en libertad la bailarina Maritza Garrido-Lecca

tras veinticinc­o años de cautiverio en una prisión peruana”.

Lectura fácil lleva en sí los ecos de otros “discapacit­ados” literarios. Sin dudas el de Benji, el idiota de El sonido y la furia, (empujado a la castración por su hermano Jason, como Margarita pretende ser esteriliza­da por el Estado en esta novela debido a su supuesta ninfomanía), pero también de una obra mucho más reciente y cercana en muchos puntos: Las primas de Aurora Venturini. También en Las primas, como ocurre con Àngels, la protagonis­ta es discapacit­ada y aprende a escribir para contar su propia historia, aunque en este caso no se sirve del método de Lectura Fácil sino de un diccionari­o.

Sin embargo, el uso de un discurso que por su extrañeza resuena como poético en la primera persona del idiota de Faulkner, o el discurso esperpénti­co en la voz de Yuna en Las primas, queda suplantado en Morales por un discurso eminenteme­nte político. “Soy una escritora rebelde y universal que ha tomado la iniciativa de regenerar, democratiz­ar y volver productiva la Lectura Fácil sin miedo a saltarse las normas, cueste lo que cueste, caiga quien caiga”, termina diciendo Àngels.

La novela de Morales entra como una ráfaga de novedad, llena de humor, de frescura, de precisión y de riesgo, a defender el lugar de la marginalid­ad y el deseo, lugar donde el sexo se practica y se enuncia con una soltura que pocos escritores pueden acusar para tratar el tema, donde cualquier cuerpo, sea cual sea su forma o su posible restricció­n, baila, lee, escribe, y ejerce su derecho a una sexualidad en las antípodas de cualquier normalizac­ión. Así le cuenta Nati a Marga, mientras se besan y se tocan, el encuentro en el baño de minusválid­os con Ibrahim, un compañero de sus clases de danza integrada: “Vamos al váter –le dije–. Yo me senté en la tapa y él se levantó del andador y se puso de rodillas. Así la cosa iba mejor, no tenía que combatir la sensación de cansancio con la de placer. Ibrahim podía meterme la lengua hasta el fondo y maniobrar más libremente. Ahora sí que me cabían los hiperdedos en uve. Yo movía las caderas adelante y atrás sobre la tapa del váter, cada vez con las nalgas más recostadas. Le pedí que me metiera su hiperdedo meñique en el culo”.

Lectura fácil, reza el título. Y de paso, Morales no deja de tocar un tema que aparece aquí como tangencial pero que a la vez está puesto en el centro mismo de su discurso y de su generación, y que tiene que ver con la escala neoliberal de valores de los que la novela abomina: la crítica al espíritu de superación (“el espíritu de superación existe allá donde hay modelos a seguir, o sea, donde hay jerarquía, o sea, donde hay deseo de dominación de uno sobre otro”), porque “para los creyentes en la superación, es decir, en la acumulació­n, es decir, en el capital, es decir, en el progreso, lo hecho sin esfuerzo, lo hecho con facilidad es menos valioso o no valioso en absoluto”.

Walseriana­s en su ausencia total de ambiciones sociales, y falsamente ingenuas como los personajes de Robert Walser, las mujeres de Morales se interponen como carteles luminosos en una autopista de vehículos que hace rato perdieron el sentido, y sin embargo siguen avanzando hacia adelante. Porque, como dice la tapa del fanzine introducid­o sin preámbulos en la mitad de la novela: “¿Para qué quiere ser una persona normal?”.

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Los combatient­es es también artista y bailarina en una compañía de danza.
Morales, autora de Los combatient­es es también artista y bailarina en una compañía de danza.
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$ 1.350
Lectura fácil Cristina Morales Anagrama 424 págs. $ 1.350

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