Revista Ñ

LOS FANTASMAS ENTRAN A ESCENA

Los ecos de Stanislavs­ki y Discépolo son repensados por Ciro Zorzoli y Maruja Bustamante, respectiva­mente, como parte de una nueva edición del Ciclo Invocacion­es.

- POR SUSANA VILLALBA

Apartir de una idea de Mercedes Halfon y bajo su curaduría, desde 2014 se desarrolla en el Centro Cultural San Martín el Ciclo Invocacion­es, que pone en diálogo a directores contemporá­neos con creadores históricos: Meyerhold, Artaud, Kantor, Discépolo (ver recuadro), entre otros. Porque el teatro no es solo tradición ni solo actualidad y porque la tradición fue en su momento novedad. En la novena experienci­a del ciclo el invocado es Konstantin Stanislavs­ki y el demiurgo, Ciro Zorzoli. En la obra resultante, Fantasmati­c, Zorzoli da otra vuelta a sus indagacion­es anteriores sobre poner la escena en escena y dejar al descubiert­o las problemáti­cas del actor.

–Cuando Stanislavs­ki te fue propuesto, ¿qué relación tenías con el llamado Método?

–Lo que conocía de él venía muy mediado por otros. Hay tantos Stanislavs­kis como difusores de su método: el punto es cuál ves, desde dónde elegís leerlo. Mi mejor vínculo con él había sido a través de mi maestra en EMAD, Marta Serrano. Pero traté de conectarme en primera persona, está muy opinado. Además, hasta el último momento le siguió dando vueltas a sus observacio­nes y propuestas, hay que leerlo en todo su movimiento. Admiro que alguien ya tan instala

do de pronto giró y dijo “basta de trabajo de mesa”. Eso en 1930 fue revolucion­ario.

–¿En qué elegiste hacer foco?

–En lo que me parecía más nebuloso: lo que se llama “Memoria emotiva”. Yo no creo que signifique apelar a un recuerdo propio para encontrar cierta emoción sino apelar a la experienci­a propia para entrar en analogías sumando la imaginació­n. Aunque se apoya en lo que uno es y en la propia historia, imaginándo­se uno en cierta circunstan­cia. Mucha confusión empezó con Lee Strasberg y el Group Theatre; luego Stella Adler regresó de una entrevista con Stanislavs­ki reconocien­do la equivocaci­ón y que lo fundamenta­l en su sistema es la imaginació­n. Aún hoy hay controvers­ia. Para mí la emoción tiene que ver con vincularse con lo que rodea al actor. Si su búsqueda del personaje se apoya más en algo que encuentra dentro suyo o en imaginar y proyectarl­o a la relación con otros es como preguntars­e si lo importante es decir o escuchar. Trasciende algo de lo puramente actoral, conecta con la condición humana.

–Él insistía en que hay que ser buen ser humano para ser buen actor.

–Propone no juzgar, comprender qué mueve a los personajes a hacer lo que hacen. Eso abre al actor a hacerse cargo de la complejida­d del alma humana. No se trata de hacer bien el papel sino de si el actor puede trascender su yo y comprender en términos de red. Stanislavs­ki proponía: “Imagínese a usted en tal circunstan­cia”. Eso requiere empatía, ponerse en otros zapatos que podrían ser los propios según las circunstan­cias. El lo tomó de Pushkin: tratar de accionar con verdad en las circunstan­cias dadas. Poder imaginarla­s, comprender­las y accionarla­s tratando de ser sincero.

–En escena los actores realizan ejercicios de imaginació­n.

–No podemos estar seguros de que sabemos realmente cómo pensaba Stanislavs­ki pero creo que fundamenta­lmente creía en la posibilida­d de desarrolla­r la imaginació­n. Lo comparto y también cómo creo que proponía hacerlo: dejarnos estimular por lo que nos rodea. Hay que aprender a dejarse estimular y no tanto pensar en que es uno el que tiene que hacer y en lo que

uno cree que tiene que hacer. Él insistía: “No trate de actuar”. Decía que están los que actúan tratando de evitar la mentira y los que tratan de ser verdaderos, pero que no es ni una cosa ni la otra; se trata de estar “y la mentira será un diapasón que nos indicará el camino a seguir”. Interpreto que invita al actor a aceptar todo lo que está pasando en el momento de actuar y lo que le está pasando personalme­nte. También sus límites, y eso implica reconcilia­rse con las propias debilidade­s. ¿Qué nos define, lo que somos capaces de hacer o nuestros bordes? Hoy nos presionan con superar los límites. No me parece que tenga que ser el objetivo expandirlo­s sino aceptar lo que uno es capaz de hacer. En todo caso, a partir de ahí puede ser que algo se expanda.

–Hay algo en esta obra que está en otras de tus obras: cuestionar la representa­ción.

–En este caso se volvió a dar porque básicament­e Stanislavs­ki es un tratado sobre actuación. Y porque me provocó el desafío de partir de lo que para mí suele ser la consecuenc­ia, porque no trabajo buscando la emoción, me parece mejor dejarla suelta, y tampoco la acción, prefiero que vaya surgiendo. Pero lo primero que asociamos con Stanislavs­ki es la pregunta sobre cómo generar una emocionali­dad y me interesó probar. Por supuesto, se mezcló con mis preguntas: ¿la posibilida­d de ver gente pegándose de verdad en la televisión nos quita posibilida­d emocional en el teatro?, ¿es posible la repetición? Es muy difícil generar presente en la repetición de las funciones. Lo que intentamos internamen­te con el grupo es mantener la blandura de la experienci­a viva, que la estructura sea una contención pero que no se vuelva un relato separado de nosotros. Con algunos de los actores venimos trabajando hace tiempo y compartimo­s el interés por dejar en la actuación un margen a la incertidum­bre, para encontrar lo nuevo en la repetición. En ese punto ya no se sabe si estamos representa­ndo. Me parece mejor si el actor entra en un vínculo directo con el espectador, que el trabajo sea generar la situación y algo se relate como consecuenc­ia. La situación básica es que se le está contando algo a alguien pero que la preocupaci­ón no sea tener que contarlo y cómo.

–¿Lo considerás incluso en las obras en las que dirigís un texto previo?

–Sí, también. Stanislavs­ki lo plantea: ¿el actor está ocupado en sí mismo, en la escena, en el hueco oscuro que se abre ante el proscenio? Pero propone algo que me parece tramposo y peligroso: la cuarta pared. ¿Acaso es posible olvidarse de que el espectador nos mira? El desafío es que no absorba al actor porque entonces lo saca de la situación y todo se vuelve pura representa­ción. Se trata de que los actores atraigan al espectador a la situación que están generando en el escenario en esa función. Incluso si hay personajes delineados, la situación es una red donde cada uno ayuda a que los otros sean quienes son y como son. Mi idea es que los actores vuelvan a jugar. Y sobre todo, que puedan pensarse en la relación con otro, con otros. También el director tiene que saber escuchar y mirar lo que realmente pasa con los actores y no insistir en lo que quisiera que pase. Si yo hago lo mío y vos lo tuyo, si no lo hacemos juntos, no nos trascendem­os a nosotros mismos.

Fantasmati­c, de Ciro Zorzoli Lugar: El Cultural S. Martín (Sarmiento 1551). Fecha: sáb. a las 22 y dom. a las 21. Las Casas, de Maruja Bustamante Lugar: El Cultural S. Martín (Sarmiento 1551) Fecha: sáb. y dom. a las 18.

 ?? MARTÍN BONETTO ??
MARTÍN BONETTO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina