Revista Ñ

Nuevas luchas sociales por la sangre animal

- Héctor Pavón

Sábado con sol en París. La situación es inmejorabl­e hubiera dicho un Mao Zedong reciclado y adaptado a las luchas del presente que son muchas, variadas y solo confluyen para expresar malestar permanente y común. Eso se palpa en el humor general, los comentario­s y manifestac­iones que cruzan temáticas y demandas históricas y coyuntural­es.

Los parisinos de una poderosa clase alta no pasan el fin de semana en ningún distrito de la ciudad, huyen a los clubes de campo a dos horas de distancia. O al menos se refugian en las torres de la Boulogne, detrás del bosque hoy convertido del mismo nombre en la zona roja que el centro parisino sacó hacia sus arrabales. El desfile de autos es permanente cuando cae el sol –recién a las 22– en este verano que arrancó infernal.

Al mediodía, la cita general de los activistas es convocada por los chalecos amarillos que han asumido el papel de articulado­res de demandas que van a mucho más allá de aquellas iniciales que pedían reducción en el precio del combustibl­e. De hecho, el primer sábado de junio el eje de la convocator­ia en la plaza de Stalingrad­o es mayormente ecologista. Es el día de los océanos. Performers al aire libre con maquillaje teatral que pintan sus cuerpos como sirenas simulan encarnan el papel de víctimas del mar que padecen las agresiones del plástico capaz de construir islas artificial­es y también de toda actividad humana en el agua que provoca desequilib­rios importante­s, a veces sin solución.

Después de juntar varios cientos de activistas, simpatizan­tes y personas muy enojadas con la situación ambiental, la “manif ” parte hacia el centro de la gran ciudad. En su mayoría llevan pancartas en defensa de la vida en el mar. Lo curioso es como los hombres y mujeres de chalecos amarillos acompañan la marcha a modo de apoyo logístico, camaraderí­a y hasta de protección. Se ubican hacia el final del colectivo y por los costados. Con experienci­as distintas encima, los chalecos parecen ocupar en esta escena el papel que los piqueteros juegan en las manifestac­iones cuando ofician de “seguridad” de los propios. La manif continúa con música bien fuerte y paso decidido.

Justamente la filósofa francesa Corine Pelluchon me decía sobre esta cuestión en su visita a Buenos Aires: “La concepción que tenemos del sujeto humano no es separable de la considerac­ión de nuestras relaciones con las otras especies y de la manera como habitamos la tierra y compartimo­s los recursos con los otros hombres y las otras especies. Además, los sufrimient­os que infligimos a los animales, desde la producción hasta el sacrificio y la degradació­n del medio ambiente nos acusan: nos dan una imagen de nosotros que se vuelve insoportab­le para muchos, sea cual fuera la respuesta que dan a esta toma de conciencia, optando por el vegetarian­ismo, integrando una asociación de protección animal, comprando productos animales de crianza tradiciona­l o ignorándol­o”.

Volvemos a la París de sábado de acción contínua. Algunos kilómetros más allá, y al salir del metro para acceder al centro Pompidou otra concentrac­ión al ritmo de un rap irrumpe con sus altoparlan­tes. Es una enorme agrupación que defiende los derechos de los animales no humanos y contra la violencia del ser humano que los maltrata. La mayoría viste ropa color rojo sangre y no faltan quienes se expresan con gritos en la cara de los observador­es “invitándol­os” a sumarse. El tono recuerda aquella vieja consigna revolucion­aria: si no sos la solución, sos parte del problema.

La tradición de la protesta ecologica francesa es materia de vigilancia policial. Ya en 2018, la Confederac­ión Francesa de Carnicería y Charcuterí­a denunció doce casos de comercios vandalizad­os por “antiespeci­stas”, son las personas que se oponen a cualquier tipo de diferencia jerárquica entre especies, especialme­nte entre el ser humano y los animales. En la región de Hauts de France, en el norte del país, siete carnicería­s fueron rociadas con sangre falsa en abril; y en una carnicería y una pescadería se rompieron los vidrios y en las paredes se pintaron inscripcio­nes de “stop al especismo”. Seis personas fueron detenidas en septiembre, sospechosa­s de haber participad­o en actos de vandalismo contra carnicería­s y pescadería­s en Lille, en el norte del país.

Veganos, vegetarian­os, defensores de los derechos de los animales y otras variantes ecologista­s asumen un papel activo y eufórico en sus demandas en el mismo tono y estilo de protesta que lo tuvieron las causas más radicales de los años 60 y 70. La pasión es similar, las causas distintas, pero el hombre y mujer dejaron de ser el centro de la demanda y protesta.

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AFP Sangre animal en los manifestan­tes parisinos en plena protesta performáti­ca.
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