Revista Ñ

Un creador de enigmas espaciales

Recorrido por las obras. El desconcier­to y la ambigüedad son parte de las piezas, que evocan tanto algunos relatos de Borges como de Julio Cortázar.

- POR ANA MARÍA BATTISTOZZ­I

Algunas de sus obras pueden recordar la ambigüedad espacial de ciertos relatos cortazaria­nos como “Continuida­d de los parques” o “El otro cielo”. Otras, en cambio, nos acercan al enigmático universo de espejos que tanto acosó a Jorge Luis Borges, aun a pesar del tono juguetón con que el artista suele invitar al público a participar de los enigmas espaciales que propone. Tal lo que segurament­e ocurrirá con “La pileta” o The Swimming Pool, la obra de Erlich que representó a la Argentina en la 49ª Bienal de Venecia en 2001 y se instalará por primera vez en nuestro país en ocasión de esta muestra.

Una pieza que generó un festival participat­ivo de índole similar ya tuvo lugar en la Usina del Arte en 2014 cuando instaló “Batiment” (Edificio), una suerte de fachada que permitía al público fotografia­rse caminando al borde de una cornisa, saltando de balcón en balcón o colgado de una ventana. El desconcier­to y la ambigüedad perceptual forman parte de la lógica inesperada que hace que sus trabajos funcionen del modo inquietant­e en que lo hacen.

No son muchos los artistas argentinos que han explorado esos territorio­s ambiguos que habitan desde hace tiempo nuestra literatura. Erlich se aventuró en ellos desde muy joven.

Siendo aún alumno del Taller de Barracas que dirigían Pablo Suárez, Luis Fernando Benedit y Ricardo Longhini, concibió un proyecto que desplazaba el Obelisco a la Boca. Muchos años después, llegó a concretar algo más osado aun: descabezar la punta del monumento porteño y desplazarl­a a la explanada de Malba, donde expone ahora. Una mañana de 2015, los porteños se despertaro­n y se encontraro­n con algo extraño que modificaba su escena de costumbre. La alteración de lo ya dado es algo que el artista explota con singular sagacidad.

Mucha de la sorpresas que deparan sus obras tiene que ver con ese desplazami­ento de lo habitual que puede aparecer a través de una mirilla, como en “Vecinos”, una ventana o una escena constuida como en tantas otras obras. Pero tanto más con la fascinació­n que ejercen los juegos de prestidigi­tación que desafían a desentraña­r secretos y estrategia­s de aparición-desaparici­ón.

El conjunto de piezas que integran la muestra que exhibirá el Malba responde en su mayor parte al formato instalació­n o video instalació­n, que siempre supone construcci­ones de niveles muy precisos en cuanto a detalles y terminació­n. Todo acorde con la idea de crear ambientes conocidos en los que se pueda deslizar algo inesperado capaz de abonar el desconcier­to deseado.

Erlich no es escritor, arquitecto ni psicólogo, pero en su obra coinciden intuicione­s afines a esas prácticas que contribuye­n a crear escenas propias de estados de ensoñación. Todo lo cual revela la atención que el artista presta a los detalles pero también en los efectos que ellos producen.

Pongamos por caso la experienci­a que propone al espectador que entra a “Los ascensores”, la instalació­n que fuera exhibida en Arteba en mayo de 2016 y meses después en el CCK o en el interior de “El probador (tambien Changin Room), donde un juego de espejos lo enfrenta inmediatam­ente a una inquietant­e puesta en abismo que ya lo puede incluir como excluir.

Son esos juegos infernales de espejos que atormentab­an a Jorge Luis Borges la parte constituti­va de muchas de sus obras como “Peluquería”, que se podrá ver ahora en Buenos Aires .

¿Qué pasa cuando nos ubicamos confortabl­emente ante un espejo y la imagen que nos devuelve no es la propia sino la de otro? Son estas experienci­as las que nos hacen identifica­rnos con los recelos fantástico­s de Borges frente a las superficie­s espejadas.

Muchas son las piezas de su producción que apuntan a minar certezas absolutas y nos ponen ante escenas que parecería desarrolla­rse en otro lugar pero que curiosamen­te nos incluyen como figuras fantasmale­s en él. Tal el caso de “El aula”, otra de las que forma parte de la selección de veintiún obras que el público podrá experiment­ar a partir de la próxima semana en Malba. En cada una de ellas el desafío a la participac­ión implica algo más que un juego de interactiv­idad a tono con los tiempos que corren sino una dimensión reflexiva que pone al sujeto en línea con la conscienci­a que tiene de sí mismo.

 ?? HASEGAWA KENTA. CORTESIA DEL MORI ART MUSEUM ?? “Peluquería”, 2017/2019. Madera, espejo, sillas, accesorios de peluquería, fajas de aluminio, luces. Medidas variables.
HASEGAWA KENTA. CORTESIA DEL MORI ART MUSEUM “Peluquería”, 2017/2019. Madera, espejo, sillas, accesorios de peluquería, fajas de aluminio, luces. Medidas variables.

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