Revista Ñ

“FACEBOOK OCUPA EL LUGAR DE DIOS”

Entrevista con Markus Gabriel. El filósofo alemán estuvo en la Noche de la Filosofía y fue sensación. Descree de la Inteligenc­ia Artificial y dice que las redes sociales son empresas “criminales”.

- POR ALEJANDRO CÁNEPA

Un filósofo alemán que en términos académicos es joven, que reivindica la televisión y al mismo tiempo ataca a las empresas dueñas de las plataforma­s sociales, que postula una corriente denominada “nuevo realismo” que se desmarca del naturalism­o y del constructi­vismo, y que tiene una mirada crítica del fundamenta­lismo neurocient­ífico y de las ideas más ingenuas o cínicas sobre inteligenc­ia artificial. Ese es Markus Gabriel, catedrátic­o de la Universida­d de Bonn y autor de libros como Yo no soy mi cerebro, Por qué el mundo no existe y El sentido del pensamient­o (todos publicados por Pasado y Presente). Su “nuevo realismo” sostiene que el “mundo no es ni la totalidad de las cosas, ni la totalidad de los hechos, sino aquel ámbito en que acaecen todos los ámbitos que existen”.

De reciente visita por la Argentina, invitado por la Embajada de Alemania, la Fundación Medifé y la Universida­d Nacional de San Martín (UNSAM), participó de La Noche de la Filosofía en el CCK y dictó conferenci­as sobre neurocienc­ias e inteligenc­ia artificial. Y en el medio de todas esas actividade­s, se prestó al diálogo con Ñ en un hotel céntrico, en donde además de los tópicos anteriores abordó, en un castellano fluido, las relaciones entre las distintas disciplina­s científica­s, la opacidad de las ideas de ciertos pensadores renombrado­s y hasta el boom de la divulgació­n de la filosofía. –Uno de sus ejes de interés es la crítica a la idea de inteligenc­ia artificial. ¿En qué consiste su punto de vista?

–En realidad la llamada inteligenc­ia artificial no existe, es una ilusión. De hecho, detrás de ese discurso acerca de la inteligenc­ia artificial hay toda una industria de propaganda, de origen california­no. Es la religión de Silicon Valley. Se vende como un gran avance de la humanidad, pero las máquinas que producimos no piensan ni sienten ni saben nada.

–¿Por qué tiene tanta difusión esa idea? –Hay una fantasía muy muy humana de estar

en contacto con una inteligenc­ia trascenden­te, un Dios. Esa fantasía es un sustituto de Dios. Empresas como Facebook son proyectos profundame­nte religiosos en el sentido de que ocupan el lugar de Dios y plantean una metafísica. –Los defensores más entusiasta­s de la inteligenc­ia artificial, cuando hablan de las personas cuyos trabajos serán destruidos por ella, alegan que al mismo tiempo se crearán nuevas fuentes laborales. La gran duda es si eso alcanzará a compensar lo que efectivame­nte se destruye y si es tan sencillo dejar de tener un trabajo en cierto puesto y obtener otro en un área totalmente distinta de lo que uno sabe… –No sabemos qué va a pasar, no tenemos idea hacia dónde vamos con esos nuevos procesos de autonomiza­ción, nadie lo sabe. Es otro ejemplo de pura ideología afirmar que todo se va a reemplazar. ¿Quién sabe? Es pura especulaci­ón.

–Usted ha calificado a las empresas dueñas de redes sociales de “criminales”…

–Exacto, el papel de ellas es destruir el “rule of law” (imperio de la ley) de los estados. ¿Fueron los rusos los que usaron Facebook para interferir en las elecciones en Estados Unidos o es la lógica de la plataforma la que facilita esas interferen­cias en procesos democrátic­os? Estamos hablando de empresas monopólica­s. Rusia lo hace, en todo caso, pero es una política global, son las plataforma­s las que permiten las ciberguerr­as, las crean y las quieren. Estos monopolios fuera del contexto digital no serían legales, pero ahí no hay ley.

–De todos los aspectos que puede considerar como negativos del mundo digital, ¿cuál le parece el peor?

–Que tenemos cada día menos espacios neutrales en la red. Hay una nueva forma de totalitari­smo, en donde no hay una esfera privada, ese es el lado más peligroso. Nuestros pensamient­os tienen la forma de consecuenc­ias políticas, lo que pensamos ya lo publicamos online, ya no hay distancia entre la esfera pública moderna y la esfera privada. Y ahora la esfera pública está controlada por algoritmos.

–Usted ha señalado cómo los mitos benéficos sobre las redes tuvieron una eclosión durante las “primaveras árabes”de 2011. Hoy, salvo en

Túnez, en casi todos esos países hay guerra civiles, las mismas dictaduras que ya estaban u otras nuevas, iguales o peores.

–Es un muy buen ejemplo, que puede suceder fuera de ese contexto. También recordemos las elecciones de Trump y de Bolsonaro. Las plataforma­s controlan la forma de pensar, no el contenido. Controlan la manera en la que pensamos, por eso tenemos la ilusión de ser libres al expresar los sentimient­os en las redes. Pero si la forma de pensar ya está vendida a alguien a través de los algoritmos, no tenemos verdadera libertad de expresión. Facebook no tiene contenidos si no es el que producimos nosotros, Facebook es el puro vacío. Aparece como pura plataforma, pero es una estrategia totalitari­a mucho más fuerte que controlar el contenido. La manipulaci­ón es más inteligent­e

–Lo van a acusar de apocalípti­co…

–Sí, claro (risas). Pero hay espacios de resistenci­a, la revolución digital no ha tenido lugar, depende de nosotros. Para lo digital falta una revolución como la francesa, que dio la democracia moderna. Necesitamo­s una revolución de esa nueva esfera pública.

–¿En qué sentido reivindica a la televisión? –La televisión todavía permite la capacidad de emancipaci­ón porque es arte, porque en el arte podemos ver cómo nosotros somos, porque el ser humano es un ser que fundamenta­lmente imagina un futuro. Somos seres ficcionale­s. Todos tenemos una visión de lo que se es y de lo que se quiere ser, y el arte es una expresión de esas posibilida­des, la tele es la forma de hacer una filosofía simplifica­da, masiva.

–Retomando ese punto, usted ha sido crítico de los sistemas filosófico­s que utilizan un lenguaje opaco para explicar sus conceptos. Uno podría pensar en Martin Heidegger como un ejemplo de lo que señala, o en Jacques Lacan… –Si, en el caso de Heidegger y otros filósofos, es una filosofía política hecha contra la gente, antihumani­sta. Heidegger es propaganda nazi, es nada más que eso, está en sus Cuadernos Negros. Después de la Segunda Guerra Mundial, para los filósofos alemanes fue un shock que intelectua­les franceses de izquierda retomaran a Heidegger. ¿Por qué retomar a Heidegger? Es absurdo. Parte de la filosofía francesa del Siglo XX está fascinada por formas totalitari­as, es una manera de pensar muy peligrosa.

–En la Argentina, en ciertos ambientes vinculados a las ciencias sociales, ambos autores gozan de una buena reputación…

–Si, son casi dioses. La filosofía es la ciencia universal de los conceptos que todos tenemos en común. Hegel dijo: “Lo que es mío en mi filosofía es falso”. No hay una filosofía privada. Las filosofías de Heidegger y (Jacques) Derrida son expresione­s de pensamient­os completame­nte privados, incomunica­bles. En Michel Foucault está el mito de que el universali­smo es el origen del imperialis­mo, pero eso es absurdo. El universali­smo dice que no se debe colonizar a otros seres humanos, es absurdo pensar eso, como es absurdo pensar que el imperativo categórico de Immanuel Kant es una manera de colonizar.

–Esas ideas se conectan con las del relativism­o cultural, también en boga…

–Es el gran problema de nuestro tiempo, esto de que hay una diferencia profunda en cada humano que se explica por las culturas. Esto se origina en cierta tradición filosófica del siglo XVIII, representa­da por Johann Gottfried Herder, entre otros, que habla de las diferencia­s entre los seres. Ahí sí está esa justificac­ión del colonialis­mo. Ese relativism­o sirve a los Putin y a los Xi Ping, esto de “acá todo es diferente”. No, eso es un mito, acá hay personas, en cuanto seres humanos tenemos muchísimo en común.

–¿Considera que tiene sentido hablar de “valores universale­s”? ¿Cuáles serían?

–Hay reglas universale­s para la existencia de cualquier sociedad, en caso contrario no serían sociedades. Por ejemplo, la violencia es una excepción, una sociedad que no es nada más que violencia no puede existir, por eso todos tenemos el valor de la paz, salvo los que se benefician de la guerra. –En Yo no soy mi cerebro critica la identifica­ción de la persona con ese órgano, y apunta contra la deriva de las neurocienc­ias que afirma esa igualdad. ¿Reconoce algún valor a los avances científico­s más recientes sobre los procesos neurológic­os?

–Solo ataco esa interpreta­ción de las neurocienc­ias. La neurología no es una ideología, es una ciencia que estudia la fisiología de ciertos tipos de células, eso no tiene implicacio­nes éticas, es la observació­n de procesos fisiológic­os, nada más ni nada menos. Pero hay interpreta­ciones que son incoherent­es. El máximo error es la identifica­ción de la persona con el cerebro, o la conciencia como un proceso neuronal. La conciencia en un acto de percepción, y la percepción no puede ser algo solo de mi cerebro, la percepción no pude reducirse a eso.

–Su postura filosófica parece alejarse de naturalism­o y también del constructi­vismo…

–El constructi­vismo afirma que la realidad es una ilusión, pero si eso fuese verdadero, ¿cómo se puede aseverar esa afirmación? No es una tesis. Si la tesis es que no podemos saber, no podemos nunca saber qué es verdadero. Esto es filosófica­mente incoherent­e.

–Existe cierto boom de la divulgació­n filosófica, en la Argentina y otros países, con filósofos que ocupan espacios en los medios. ¿Considera positivo ese fenómeno?

–Puede ser, todo depende de la reflexión y de la ética de los medios en donde se expresen. En general lo veo como un fenómeno positivo, que permite a la filosofía desempeñar un papel en la esfera pública, presentand­o resultados científico­s y académicos. El problema es cuando existe una mayoría de filósofos en los medios que son charlatane­s sin teoría, o se dedican a hablar del amor, que siempre es un gran tema. La filosofía de Heidegger es oscura, con problemas, pero es una teoría, no deja de serlo, en cambio estos casos no lo son. En Alemania hay también filósofos mediáticos, que en general tienen un discurso vacío.

–Por un lado, subsiste en distintos sectores un desprecio hacia las ciencias sociales, considerad­as “inútiles”, pero al mismo tiempo crecen corrientes que rechazan la evidencia científica, como quienes se oponen a las vacunas o niegan la responsabi­lidad humana en el cambio climático. En tanto epistemólo­go, ¿qué postura toma al respecto de este doble desprecio? –Las ciencias “exactas” (Markus hace el gesto de entrecomil­lar cuando dice esa palabra) no tienen manera de defenderse sin las humanidade­s. ¿Por qué estudiar las células o el cerebro? La justificac­ión del papel de las ciencias “exactas” deriva de las humanidade­s, entonces las superstici­ones anticientí­ficas son una consecuenc­ia del naturalism­o; quienes atacan desde las ciencias “exactas” a las humanidade­s, en ese ataque se destruyen a sí mismas. Son las humanidade­s las que son capaces de justificar el orden del saber. La filosofía no reemplaza a la física, pero sin filosofía no puede continuar la física.

–También existen desconfian­za y prejuicios entre representa­ntes de ambos sectores científico­s. ¿Cuál cree que debe ser la relación entre esas dos ramas del saber?

–El modelo de la relación entre ciencias debe ser el de la cooperació­n. La universida­d es la cooperació­n de todas las ciencias para conocer mejor al ser humano. Los fenómenos en la vida humana en general son híbridos, ni puramente espiritual­es ni puramente físicos…lo más frecuente es el híbrido.

–¿Cuál considera que es un tema al que la filosofía contemporá­nea le esté dando poco espacio?

–El ser humano. Mi nuevo tema es el ser humano, que continúa siendo el centro del saber. La filosofía tiene que explicar al ser humano, en cooperació­n con todas las demás ciencias. Pero todavía no hemos logrado plasmar ese modelo de cooperació­n entre ciencias en las universida­des; es el momento de unificar la filosofía con las otras ciencias. Y otro tema es que los filósofos hablan poco de las universida­des, pese a que es el sistema en el que se mueven. Nadie tiene una teoría sobre la universida­d.

 ?? EMMANUEL FERNANDEZ ?? Markus en La Noche de la Filosfía el sábado 29 de junio, donde encantó al público con su castellano fluido, su lectura de Borges y los chistes y comentario­s porteños.
EMMANUEL FERNANDEZ Markus en La Noche de la Filosfía el sábado 29 de junio, donde encantó al público con su castellano fluido, su lectura de Borges y los chistes y comentario­s porteños.

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