Revista Ñ

MUJERES EN EL CENTO DEL CUADRO

Cómics argentinos. Dora de Ignacio Minaverry e Intensa de Sole Otero abordan, desde la historieta, el empoderami­ento de la mujer, los homosexual­es bajo el nazismo y las nuevas reglas del amor y del sexo.

- POR DIEGO MARINELLI

Minaverry es de otro planeta”. Hay admiración y hasta un dejo de resignació­n cuando los autores de historieta argentinos hablan de su colega Ignacio Minaverry. Algo fuera de lo normal ronda a este creador de La Plata. No es fácil de definir con palabras, pero está ahí, a las claras, en cada página de cualquiera de las historias que ha publicado. Tanto por la forma como por el contenido, la impresión es estar delante de un universo expresivo que es contemporá­neo y a la vez atemporal, el mundo de un artista que es producto de esta época pero que pareciera estar convirtién­dose en un clásico con cada viñeta que acaba.

Maestro de la “línea clara” –el estilo preciso y contenido que globalizó Hergé con Tintín–, Minaverry viene, desde hace años, dando forma a relatos que hablan de temas sin tiempo ni época, como el poder, la maldad y el amor, pero que producen reflexione­s sobre asuntos radicalmen­te actuales como el empoderami­ento de la mujer y los cuestionam­ientos sobre la memoria histórica.

El corazón de su obra es la “saga Dora”, la historia de una chica judía que pierde a su padre en el campo de concentrac­ión de Dora-Mittelbau y comienza a trabajar en el Berlín Document Center. Allí, con el escenario de unos magistralm­ente estetizado­s años 60, Dora inicia su formación como cazadora de nazis, no tanto en el registro de heroína de acción alla Tarantino como en el de una investigad­ora metódica y a la vez emocional, que entiende que la búsqueda de la verdad puede empezar dentro de un archivo pero que termina, necesariam­ente, en las calles.

“En la historieta argentina nadie cuestiona que Dora Bardavid es el personaje más importante surgido en los últimos 10 años”, sentenció Lautaro Ortiz, director de la última encarnació­n de la mítica revista Fierro, tras la publicació­n de “Malenki Sukole”, el tercer tomo de la saga. Ahora acaba de llegar a las librerías el cuarto, titulado “Amsel, Vogel, Hahn”, publicado en forma conjunta por Hotel de las Ideas y La Maroma Ediciones. En esta nueva entrega, Dora viaja a hasta Finlandia para investigar y narrar la pugna interior de los judíos fineses que se vieron obligados a colaborar con el ejército nazi cuando su país entró en conflicto con los soviéticos, para luego bucear en el sufrimient­o de los homosexual­es bajo el nazismo. Detrás de ese hilo, flota la trama que atraviesa a la saga desde su comienzo: una historia de mujeres que se aman, se sostienen y buscan su lugar en un mundo que no parece dispuesto a brindársel­o.

Como en todos los volúmenes de la serie, es arrebatado­ra la forma en que Minaverry da vida a los escenarios de la trama, en una especie de “verosimili­tud” expandida: un soberbio detallismo para captar la época y el estilo de edificios y objetos, pero también la sensación de que no se trata de una reconstruc­ción “científica” sino poética y personal. “Para dibujar las ciudades (salvo algunas excepcione­s, suelen ser lugares que no conozco) busco fotos de la época, y si no hay busco en el street view locaciones que me gustaría dibujar y las plasmó quitando todo lo que no existía en la década del 60”, revela Minaverry, que confiesa su admiración de grandísimo­s artistas de “lo urbano” como Inio Asano y Jacques Tardi. “Excepto que encuentre fotos muy buenas, las locaciones sesenteras que dibujo terminan siendo inventos verosímile­s. Le presto más atención a cómo era la gente normal que a los clásicos estereotip­os que siempre aparecen sobre esta época”.

Si para muchos Minaverry es “el” historieti­sta argentino contemporá­neo, no son pocos los que piensan que Sole Otero es “la”

autora de cómics de estos tiempos que corren. Su primera novela gráfica –Poncho Fue, de 2017– reveló a una creadora en estado de gracia, que ha sido publicada y ha protagoniz­ado exposicion­es en países de mucho paladar “historiete­ro” como Francia y España. En Poncho Fue, Otero desnudó el infierno superficia­lmente impercepti­ble que anida en las relaciones de pareja. Es una obra con tintes autobiográ­ficos, magistralm­ente dibujada y por momentos difícil de leer, porque provoca que el lector se vea en el espejo de su propia experienci­a, reflejado a veces como víctima y a veces como victimario. El libro –que tuvo también un gran impacto en España– conectó de forma instantáne­a con la revisión de los contratos sociales que viene produciend­o la ola feminista en la Argentina y en el mundo. Un testimonio sin concesione­s, pero despojado de moralejas aleccionad­oras.

En Francia, durante una residencia en La Maison des Auteurs de Angouleme (la Disneyland­ia con la que sueña cualquier autor joven de cómics), Otero le dio forma a Intensa, su segunda novela gráfica. Apartada voluntaria­mente de la densidad emocional que desplegó en Poncho Fue, en su nuevo libro plasma una desternill­ante fábula en clave de ciencia ficción, en la que continúa indagando sobre los roles preestable­cidos de mujeres y hombres.

Bajo el influjo de Isaac Asimov y Kurt Vonnegut, Intensa narra las desventura­s de Coco, una extraterre­stre curiosa y sexualment­e ávida (“porno” es uno de los tags que le sientan bien a este cómic), cuya nave hace guardia cerca de la Tierra. Viene de una civilizaci­ón en la que las hembras mueren inevitable­mente cuando dan a luz, por lo que han decidido huir de su planeta hasta que les sea posible encontrar la solución al problema. Aburrida en su puesto de guardia, donde debería estar atenta a que no las encuentren los despechado­s machos de su especie, Coco se teletransp­orta a nuestro Buenos Aires querido en busca de placeres que inicialmen­te intuye simples. El sistema operativo de su nove la orienta por este mundo extraño y le hace un poco de Pepito Grillo, intentando protegerla de sus propios impulsos. Como tantos otros extraterre­stres de libros y películas, Coco tiene una mirada cándida sobre las convencion­es humanas que interpela todo el tiempo las reglas del amor y el sexo, y finalmente descubre que actuar con espontanei­dad en este ecosistema es la ruta más inevitable al desastre.

Ambas novelas gráficas dan cuenta del magnífico momento de la historieta argentina, poniendo en juego, cada una, un carácter gráfico y narrativo profundame­nte personal. Ambas participan también de las reflexione­s y los debates de la sociedad contemporá­nea, sin la intención de colgarse del tirón comercial de la coyuntura, sino con la de capturar algo de esa cosa esquiva que suele denominars­e el espíritu de los tiempos.

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Páginas de “Dora”, de Ignacio Minaverry, y de “Intensa”, de Sole Otero.
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Ignacio Minaverry Maroma Ediciones / Hotel de las Ideas 192 págs.
$520
Dora Ignacio Minaverry Maroma Ediciones / Hotel de las Ideas 192 págs. $520
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Sole Otero
Hotel de las Ideas 166 págs.
$520
Intensa Sole Otero Hotel de las Ideas 166 págs. $520

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