MUJERES FUERA DE ORDEN
BIENALSUR. La violencia con que se castigó a lo largo de la historia todo atisbo de autonomía femenina y otros abusos del Estado son temas de tres muestras en el Parque de la Memoria.
En momentos de recuperación y reivindicación por parte del feminismo y de diversos estudios de la figura de la bruja como aquella mujer que buscaba una vida distinta de la prescripta por el poder patriarcal y que, por consiguiente, era castigada y condenada a muerte, la muestra Piras. Historias de brujas, del colectivo de artistas Tótem Tabú, hace un valioso aporte con su investigación y propuesta artística. Se trata de un recorrido a través de siete piras que sintetizan prohibiciones, exterminios, terrores, con eje en la figura de la bruja para revisar críticamente su historia y vislumbrar su estela y reconfiguraciones en la actualidad.
En la sala PAyS del Parque de la Memoria y en el marco de Bienalsur, el grupo de artistas integrado por Laura Códega, Malena Pizani y Hernán Soriano sitúa en la imagen de la hoguera “(…) el manifiesto de la aniquilación de aquello que es indeseable para el orden establecido o en busca de establecerse”. En esta historia se imbrican el cuerpo de la mujer, sus saberes y su libertad como pilares de una peligrosa autonomía que debía acallarse con violencia en un acto considerado ejemplar. Con la curaduría de Florencia Battiti, las obras son instalaciones posibles de rodearse y experimentar, sobre todo en la “Pira de los disertantes”, simbolizada por un megáfono al que nos acercamos para hacer oír nuestra voz (incluso a nosotros mismos), modificando el sentido negativo de pira para convertirlo en un objeto de recuperación y toma de la palabra.
Por el contrario, la “Pira de los libros” nos
sitúa frente a un círculo cuyo contorno está formado por volúmenes negros (en alusión al oscurecimiento que produce el fuego y al oscurantismo), que rodean un interior de cenizas como vestigio material de la aniquilación de la palabra escrita y el conocimiento. Cenizas resultantes de la caza de brujas en Europa entre los siglos XIV y XVII, en los umbrales del capitalismo, de aquellas mujeres condenadas por salirse de los roles prescriptos relacionados con el matrimonio, la maternidad, el hogar, la ignorancia. Por lo tanto, “representaban una amenaza política, religiosa y moral para las iglesias Católica y Protestante, y también para el Estado”, se consigna en el texto de los artistas en el catálogo de la muestra.
El rostro a manera de gran máscara blanca –mortuoria– nos hace elevar la mirada para dimensionar la “Pira de la gran bruja” con sus enormes manos entre combativas y desesperadas, cercanas al conjunto de ramas preparadas para encender el fuego.
En el espacio de la “Pira del cuerpo femenino”, hay un cuerpo suspendido en posición horizontal. El cuerpo está cubierto de dibujos que lo sitúan como campo de batalla de instituciones sociales que han condicionado su sexualidad, salud, emocionalidad, fortaleza y saberes a través de la violencia y el castigo.
Con el tiempo, la cultura audiovisual colaboró en la difusión del estereotipo de la bruja como lo opuesto a una mujer sumisa y maternal, lo cual puede verse en la selección de películas y videos que constituyen la “Pira de los bienes culturales”.
“No hay un único relato sobre las brujas y acaso allí resida también algo de su potencia política, en esa insistencia de las figuraciones que piden nuevas escrituras y re-escrituras”, escribe Malena Nijensohn en el
catálogo. La canción de la uruguaya Eli Almic, cuyo estribillo dice “somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”, pone de relieve el carácter subversivo y de resistencia de la figura de la bruja, que hoy adquiere un sentido positivo y aglutinante de una multiplicidad de subjetividades. Así, el colectivo Tótem Tabú pone en perspectiva el origen de ciertas prohibiciones para dar cuenta de conocimientos e ideologías que fueron censurados por la historia y ver cómo sobreviven en la actualidad. Una mirada necesaria, vital.
A la espera de una orden
La violencia y represión ejercidas sobre los cuerpos es evidenciada por la artista brasileña Dora Longo Bahía (San Pablo, 1961) con su videoinstalación “Choque”, también parte de Bienalsur. Ingresamos en un espacio oscuro donde el efecto visual de telón que se descorre deja el descubierto una escena que en la ralentización de las imágenes presentadas transmite el potencial despliegue represivo de las fuerzas policiales. El título alude al nombre de la unidad anti-disturbios de la policía brasileña entrenada y equipada para reprimir protestas en el espacio público. Battiti sostiene que “(…) aunque la obra ancla su base conceptual en la realidad histórico-política del Brasil contemporáneo, la narrativa visual desplegada por Longo Bahía encuentra similares resonancias en múltiples ciudades alrededor del planeta”. Una banda sonora, que asimilamos al estruendo, acompaña las imágenes de las figuras policiales de pie y estáticas, en primer plano, formando un cordón con sus escudos y vestimenta, la cual apenas deja al descubierto los ojos en algunos casos, y a la espera de una orden. En segundo plano, las imágenes de civiles movilizados y expectantes. En medio, una tensión que sentimos en nuestro propio cuerpo.