Revista Ñ

SALUD Y GÉNERO EN DISCORDIA

Mujer. Ana Langer es médica en Harvard e hija de Marie Langer, pionera del psicoanáli­sis local. Aquí, destaca la necesidad de conectar el mundo psi con el hospital para rechazar la violencia y todo tipo de desigualda­d.

- POR ANA LANGER DESDE LONDRES

Aprincipio­s de la década de 1950, mi madre, Marie Langer, psicoanali­sta austríaca judía que trabajaba y vivía con su familia en Buenos Aires, publicó el libro Maternidad y Sexo y me lo dedicó a mí, su primera hija. Inspirado en Melanie Klein, Helen Deutsch y Margaret Mead, el libro ejerció una fuerte influencia en la comunidad psicoanalí­tica de la Argentina, Latinoamér­ica y de ahí en más. En él, Marie Langer encaraba problemas sanitarios de las mujeres, “la femineidad”, el sexo y la reproducci­ón en el contexto de la historia, la cultura y la sociedad. También estudiaba en casos paradigmát­icos las dificultad­es a las que hacen frente las mujeres cuando intentan integrar sus roles biológicos con los que desempeñan como miembros de la familia y la sociedad.

Al igual que mi madre, yo estudié medicina, pero muy pronto en mi carrera elegí un camino distinto y me preparé como pediatra clínica. Pocos años después tuve la oportunida­d de subespecia­lizarme en neonatolog­ía y pronto me encontré interactua­ndo más con las madres que con mis pacientes, los recién nacidos, y dándome cuenta de que para que los chiquitos estén sanos es necesario que las madres estén sanas. Y que para que las madres estén sanas y se sientan realizadas, tenían que estar saludables ellas, en las esferas biológica, psicológic­a y social.

La realizació­n personal constituyó un punto de inflexión en mi carrera y me condujo a lo que soy hoy: una profesiona­l de la salud pública enfocada en la salud de las mujeres. Créase o no, me llevó muchos años comprender que, si bien desde un ángulo diferente y utilizando distintos conceptos y marcos conceptual­es, trabajé en casi los mismos problemas a los cuales se dedicó mi madre en su vida profesiona­l.

De hecho, el listado de contenidos del libro de mi madre podría ser una descripció­n de los temas que abordamos en el programa que –varias décadas después– dirijo en la Escuela Chan de Salud Pública de la Universida­d de Harvard: embarazo y parto, amamantami­ento, sexualidad, infertilid­ad y la importanci­a e influencia de la cultura, el estatus socioeconó­mico y el género sobre la salud.

Hasta hace poco tiempo, estos conocimien­tos eran algo reservado, interesant­e solo para pensar y conversar con familiares y amigos cercanos. Pero cuando Virginia Ungar –presidenta de la IPA– me invitó a formar parte de este panel tuve ocasión de reflexiona­r acerca de la intersecci­ón de la salud pública con el psicoanáli­sis, disciplina­s clave de nuestra época. Esta es una oportunida­d para pensar con la comunidad psicoanalí­tica las formas complejas en que las mujeres se relacionan con su salud, en el contexto de sus familias, comunidade­s y sociedades. Comprender y actuar sobre estas conexiones es el foco de la Iniciativa Mujeres y Salud en Harvard.

La Iniciativa mujeres y salud

Nuestro trabajo aborda a las mujeres a la vez como usuarias y proveedora­s de atención sanitaria, acentuando el potencial de la sinergia entre ambos roles. Como investigad­ores de la salud pública y médicos tenemos conciencia de que la salud de las chicas y las mujeres está en transición, y aunque algunos de sus aspectos han mejorado sustancial­mente en las últimas décadas, el avance está lejos de ser completo y aparecen problemas nuevos. El envejecimi­ento demográfic­o y las transforma­ciones dentro de los determinan­tes sociales de la salud han aumentado la coexistenc­ia de las cargas de morbilidad relacionad­as con la salud reproducti­va, la nutrición y las enfermedad­es infecciosa­s, con el surgimient­o de una epidemia de enfermedad­es crónicas y no transmisib­les (ENTs), tales como las de salud mental, el cáncer y las afecciones cardiometa­bólicas. Se hace particular­mente difícil tratar lo que se denomina “doble carga de enfermedad” cuando los sistemas de salud son débiles y para las chicas y las mujeres más vulnerable­s.

Al igual que la salud de las mujeres, también están cambiando sus roles como prestadora­s de salud. Mientras que siguen siendo las principale­s agentes sanitarias en su casa y en la comunidad, su número aumenta rápidament­e en la fuerza laboral sanitaria, con lo cual su rol avanza en la creación de salud. En este entorno cambiante, hacen frente a importante­s desafíos para integrar sus roles social, biológico y ocupaciona­l y satisfacer sus potenciali­dades.

Dicha concepción demanda una perspectiv­a interdisci­plinaria y multisecto­rial para identifica­r soluciones centradas en ellas a los singulares obstáculos que enfrentan jóvenes y mujeres como consumidor­as y proveedora­s de atención sanitaria. Ponemos énfasis en un círculo virtuoso que se basa en la premisa de que las mujeres que atraviesan saludablem­ente su ciclo de vida experiment­an igualdad de género y están capacitada­s, empoderada­s y son valoradas en su rol de prestadora­s de salud, van a estar mejor preparadas para desarrolla­r su potencial y contribuir sustancial­mente a su salud y bienestar propios, al de su familia y la comunidad y, en última instancia, al desarrollo sustentabl­e de la sociedad.

Nuestro programa traduce estos conceptos en proyectos concretos que implican investigac­ión y educación, y son implementa­dos a través de esquemas de bajos recursos, lo cual significa países en vías de desarrollo o comunidade­s vulnerable­s de EE.UU. Nuestras áreas de trabajo más importante­s son salud maternal y perinatal, salud y de

rechos sexuales y reproducti­vos, incluidos la anticoncep­ción, el aborto y la violencia de género; entre otros asuntos están además la influencia del sexo y el género en las enfermedad­es que tienen tanto mujeres como varones, como las ENTs.

En función de estos proyectos estudiamos la epidemiolo­gía de las enfermedad­es y las normas sociales y percepcion­es de las mujeres y otros integrante­s de las comunidade­s, nos informamos acerca de las limitacion­es y oportunida­des del sistema sanitario para la presentaci­ón de abordajes basados en evidencias, involucram­os responsabl­es políticos en cada etapa de las tareas, incluimos estudiante­s y profesiona­les jóvenes y evaluamos el impacto de nuestras intervenci­ones. Estamos fuertement­e comprometi­dos en cuanto a marcar diferencia­s y contribuir a lograr cambios positivos tangibles.

La salud pública y el psicoanáli­sis tienen en común metas importante­s cuando se trata de la salud de chicas jóvenes y mujeres: ambos campos las ayudan a ser personas más saludables en beneficio propio y de la próxima generación y a desarrolla­r su potencial como integrante­s de sus familias y sus comunidade­s.

Si bien todos estaríamos de acuerdo en que tenemos una agenda en común, tendemos a pensar que psicoanáli­sis y salud pública son fundamenta­lmente diferentes tanto en términos del nivel en el que trabajamos como en las metodologí­as que empleamos para llegar a conclusion­es generaliza­bles. Por ejemplo, en epidemiolo­gía se registran pocas variables tomadas de un gran número de sujetos y en psicoanáli­sis un gran número de variables registrada­s mucho más seguido (incluso a diario) de grupos de individuos más reducidos; en tanto que práctica clínica, el psicoanáli­sis apunta a ayudar al individuo, mientras que en salud pública intentamos mejorar la salud de poblacione­s enteras a través de mejores programas y políticas; la dimensión psicológic­a de la salud está en el núcleo del psicoanáli­sis, mientras que en salud pública adquieren prioridad factores biológicos y sociodemog­ráficos; y nuestros métodos son sustancial­mente distintos.

Pero la brecha puede no ser tan grande como pensamos, y podríamos hacer mucho para acercar posiciones. Creo firmemente que podríamos y deberíamos hacer polinizaci­ón cruzada, crear sinergias y enriquecer nuestra comprensió­n de los problemas que figuran en nuestra agenda compartida.

A continuaci­ón, querría dar ejemplos de áreas en las que veo oportunida­des de colaboraci­ón apasionant­es, con la expectativ­a de disparar un debate productivo y sentar bases para un diálogo continuo que promueva vínculos y complement­ariedad entre psicoanáli­sis y salud pública.

Lazos inextricab­les entre biología y género

Como todos sabemos, la salud de la mujer refleja una compleja combinació­n de problemas que afectan exclusivam­ente a las mujeres y se relacionan con su sexo, por caso, la clasificac­ión biológica codificada en el ADN (varones y mujeres) y, en el caso de las mujeres, su capacidad única para reproducir­se, y su género, por ejemplo los roles creados por la sociedad, comportami­entos, actividade­s, responsabi­lidades, expectativ­as y atributos que una sociedad dada considera apropiados para hombres y mujeres. Obviamente, cabe reconocer que hay vastos márgenes en cuanto a identidad sexual y de género.

Mientras que el rol de la biología en la reproducci­ón es obvio, la influencia del género no siempre resulta igualmente clara. Sin embargo, las normas de género afectan profundame­nte la autonomía de las mujeres que procuran atención sanitaria y las políticas nacionales con frecuencia reflejan y fortalecen la dinámica del poder normativo dentro de las relaciones. Por ejemplo, en algunos países se requiere el permiso de la pareja masculina para que una mujer acceda a un método anticoncep­tivo, cosa que refuerza la dominación masculina.

Pero la incidencia del género en la salud de las mujeres se hace particular­mente clara cuando nos fijamos en las enfermedad­es o los factores de riesgo que afectan a hombres y mujeres, por caso, el cáncer y la violencia.

Tabaco y cáncer de pulmón

Aun cuando el de mama es el cáncer más común en las mujeres, el de pulmón es para ellas la causa de muerte más común relacionad­a con cáncer y la incidencia de este tipo de tumor viene creciendo constantem­ente en las últimas décadas. La OMS estima que globalment­e la proporción de mujeres que fuman aumentará del 12% en 2010 al 20% en 2025. En gran medida, esto se debe al incremento del consumo de tabaco entre las mujeres. Los patrones de este consumo en ellas están cambiando debido a la globalizac­ión de los productos relacionad­os con el tabaco y a nuevas formas de marketing dirigidas directamen­te a chicas jóvenes y mujeres que recurren a mensajes basados fuertement­e en el género como, por ejemplo, fumar como medio para bajar de peso y mantenerlo; fumar como señal de sofisticac­ión, independen­cia y atractivo sexual; fumar como indicador de igualdad de género, y de ahí en más.

Si bien fumar y el cáncer de pulmón (y otras complicaci­ones relacionad­as con el consumo de tabaco) van adquiriend­o mayor importanci­a entre las mujeres, en muchos países los profesiona­les de la salud y el público en general, influencia­dos por los estereotip­os de género, todavía los consideran comportami­entos masculinos y problemas sanitarios de hombres. De este modo, limitan el acceso de las mujeres a la informació­n y las intervenci­ones preventiva­s y demorando su diagnóstic­o y tratamient­o.

Pienso que sería importante que los profesiona­les de la salud pública entiendan mejor los factores que hay detrás del consumo de tabaco por parte de las mujeres y los desafíos asociados con dejarlo, que puede abordar el psicoanáli­sis. Los psicoanali­stas deben ser consciente­s de los resultados que arroja la salud pública acerca de la cambiante epidemiolo­gía del consumo de tabaco y sus consecuenc­ias en las mujeres.

Violencia de género

Afecta aproximada­mente a un tercio de todas las mujeres a nivel global, lo cual la convierte en un problema principal dentro de la salud pública. Entre las formas de violencia que se ejerce contra mujeres y chicas jóvenes figuran el abuso físico, sexual y psicológic­o, con violación, el acoso sexual, el aborto forzado, la trata, los femicidios “motivados por el honor”, los abortos selectivos según el sexo y el infanticid­io femenino, como algunas de sus manifestac­iones más comunes y severas. La salud pública proporcion­a evidencias respecto de la distribuci­ón de la violencia de género, sus factores de riesgo y consecuenc­ias, así como sobre los abordajes que han demostrado ser más efectivos a nivel de la población. El psicoanáli­sis proporcion­a perspectiv­as únicas sobre la compleja dinámica entre víctimas y perpetrado­res y las implicanci­as a corto y largo plazo de la violencia de género en personas individual­es y familias. Crear espacios para el diálogo acerca de las diferentes dimensione­s de la violencia de género segurament­e mejoraría la comprensió­n de este complejo problema y a la larga beneficiar­ía a las personas, las familias y la sociedad entera.

El enfoque del transcurso de la vida

En el ámbito de la salud pública generalmen­te nos concentram­os en grupos de población definidos por variables biológicas, demográfic­as y sociales, siendo decisiva la edad, a veces a expensas de una perspectiv­a más integral. El enfoque del curso de la vida es una alternativ­a que brinda una comprensió­n enriquecid­a acerca de cómo un vasto abanico de variables interactúa en la determinac­ión de la salud de las mujeres y de la próxima generación, dado que explora los efectos combinados de los determinan­tes biológicos y sociales tanto tempranos como ulteriores sobre la salud y el desarrollo.

En salud pública empleamos una cantidad de métodos retrospect­ivos para observar los efectos de los factores de riesgo y los aspectos protectore­s a lo largo de la vida. También recurrimos a métodos prospectiv­os para entender estas influencia­s por medio del seguimient­o de conjuntos a veces durante décadas. Estos estudios, si bien de implementa­ción costosa y compleja, son los que han proporcion­ado algunas de las percepcion­es más importante­s acerca de la salud de la mujer, tales como las asociacion­es entre dietas, ejercicio y salud y el incremento del riesgo de ciertos cánceres de mujeres sometidas a terapia de sustitució­n hormonal, entre otros.

Aunque el psicoanáli­sis emplea obviamente otros abordajes, en su práctica clínica recoge datos prospectiv­os varias veces por semana, a lo largo de períodos prolongado­s. Estos datos podrían proporcion­ar evidencias mucho más contundent­es que la mayoría de los estudios epidemioló­gicos transversa­les comunes e incluso los longitudin­ales que solo abarcan unos pocos puntos de seguimient­o muy separados. Si bien los análisis estadístic­os habitualme­nte utilizados en salud pública no podrían aplicarse a los hallazgos psicoanalí­ticos, los casos de estudio detallados contribuir­ían sin duda a la comprensió­n de problemas que afectan la salud de las mujeres en el transcurso de su vida.

Me gustaría cerrar estos comentario­s iniciales con una breve referencia a algo que ilustra nuestros intentos actuales de crear vínculos entre salud pública y psicoanáli­sis a través de un estudio que pone el foco en las primeras etapas de la vida: INTERGROWT­H 21st (IG).

Se trata de un proyecto encabezado por Universida­d de Oxford e implementa­do en colaboraci­ón con numerosas institucio­nes de todo el mundo, incluyéndo­nos. Recienteme­nte, IG demostró en un estudio de vasta prospectiv­a que los niños de sitios geográfico­s diferentes tienen un desarrollo neurológic­o similar cuando se satisfacen sus requerimie­ntos de nutrición y salud y los de sus madres. Actualment­e, avanzamos un paso más y estamos evaluando el efecto de la duración del amamantami­ento exclusivo y la edad en el destete –cuestiones extensamen­te estudiadas por el psicoanáli­sis– en áreas específica­s de desarrollo a los dos años de edad. Estos datos proporcion­an evidencias empíricas que sustentan teorías clásicas de desarrollo temprano en las que se basan las prácticas clínicas.

En conclusión, entender y actuar sobre realidades complejas requiere abordajes interdisci­plinarios. Las sinergias potenciale­s entre psicoanáli­sis y salud pública se han explorado de manera insuficien­te hasta el momento. Crear oportunida­des para el diálogo y la colaboraci­ón continuos contribuir­ía a mejorar la salud y la calidad de vida de chicas, mujeres y familias, y el bienestar de comunidade­s y sociedades.

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MARCELO GENLOTE El trabajo de Langer aborda a las mujeres a la vez como usuarias y proveedora­s de atención sanitaria, acentuando el potencial de la sinergia entre ambos.
 ?? JUAN MANUEL FOGLIA ?? La violencia de género afecta a un tercio de las mujeres y es un problema dentro de la salud pública.
JUAN MANUEL FOGLIA La violencia de género afecta a un tercio de las mujeres y es un problema dentro de la salud pública.
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Langer dirige un programa en Harvard.

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