Revista Ñ

REFLEJOS DE LA ESTUPIDEZ HUMANA

Collages digitales. En la Galería Popa de La Boca, el argentino Stanley Gonczanski presenta los trabajos que nacieron en su Instagram con la historia del arte.

- POR MARCH MAZZEI

Las pinturas de grandes maestros como Rembrandt, El Greco o Giovanni Battista Moroni, que aún conservan el espíritu renacentis­ta de cambio y apertura social del momento en que fueron creadas, adquieren nuevos significad­os en la obra de Stanley Gonczanski. Stanley –como se da a conocer– las reformula a través de intervenci­ones digitales que opinan sobre aquellas obras universale­s con sarcasmo e ironía, aunque también hay algo de crítica social en Almost Classic (Casi clásicos), su proyecto artístico. Lo comenzó hace menos de tres años y ya tiene unas 600 piezas que conservan la belleza y armonía de las originales, atribulada­s de conflictos contemporá­neos y con cierta sofisticac­ión y brillo propios de los mundos de fantasía que crea la publicidad y remite a Jeff Koons.

Stanley es argentino, publicitar­io de formación y director creativo de películas y videoclips, entre ellos uno de Soda Stereo que fue premiado. En Santiago de Chile, donde reside desde los 90, comenzó a experiment­ar con el Photoshop de la computador­a sobre su acervo mental de imágenes y a través de su Instagram @stanleyunl­imited capturó el interés de galerías internacio­nales que lo llevaron a montar exhibicion­es en Londres, Florencia, Miami, Dubai y Taipei. El domingo 10 de noviembre debuta en el país, con la inauguraci­ón de Almost Classic en la Galería Popa de La Boca, dentro del programa de Art Weekend BA, con más de 200 de sus collages digitales inspirados en pinturas y retratos del siglo XVIII. Desde un Chile convulsion­ado, conversó con Ñ.

–¿Cómo se da el cambio de la publicidad al proyecto artístico?

–Siempre dibujé, desde chico, y estaba ligado al arte, pero estudié publicidad en la Universida­d del Salvador y me dediqué al cine. Con el cambio generacion­al, tengo 59 años, y la situación de la publicidad también, me puse a jugar en mi casa con el arte digital, para conectarme con algo que me hace feliz. Todas las obras de mi cuenta de Instagram, unas 600, las hice en los últimos dos años y medio. Fue una catarsis, no podía parar: estaba poseído.

–¿Y por qué este período y no otro? ¿Cómo se construyó tu catálogo visual?

–Mis padres, de origen polaco mi padre, escritora mi madre, me llenaron de cuadros y museos durante mi infancia y adolescenc­ia, muy a mi pesar entonces. Eso volvió como un boomerang y fue una resurrecci­ón de mi baúl de los recuerdos con el arte europeo, desde el Renacimien­to hasta el siglo XIX, pasando por el Barroco y todas las escuelas en el medio. Al revisarlas, ya con mi cabeza profesiona­l y mi experienci­a, me di cuenta de que cada vez que veía un cuadro me quedaba rebotando para que yo dijera algo al respecto. Como que faltaba completar la oración. Es el ejercicio del creativo publicitar­io, de poder hacer brainstorm­ing sobre cualquier cosa. Y comenzaron a surgir las ideas, pero de ciertas obras, no de todas. Colecciona­ba aquellas en las que la reacción salía instantáne­amente y otras que primero me salía la idea, hasta duchándome, y después buscaba el material. –¿Todas son ideas irónicas?

–Primero, era solo ironía y sarcasmo, porque sobre todo los retratos de Moroni, de Alexander Roslin y de John Singer Sargent, un inglés que pintaba unas miradas que te pegan desde el cuadro, como una fotografía de la época, reflejaban una necesidad de perpetuars­e, un cierto vacío en la sociedad. Esa sensación de que el retrato y las obras de arte reflejan un poco las bajezas y la es

tupidez humana me hizo quedarme ahí. –¿Cuál es la técnica utilizada?

–Comienzo siempre en digital, a recortar y trabajar la luz como aprendí en el cine. Respeto la luz original del cuadro, busco material que funcione aunque lo central para mí es la idea. Trabajo con mini historias y con lo que en mi rubro se llaman inserts, que son cosas que podemos reconocer de nuestra vida diaria. Y trato de no mezclar épocas: nunca pondría un celular en la mano de una persona de un cuadro barroco. Es un chiste fácil, relamido y hay mucha gente que lo hace. Mantengo la sensación del cuadro más o menos contemporá­neo. Busco que las historias se cuenten lo más claro posible y que creen un efecto. A veces, son banales, muy simples, pero también hay temas como la desigualda­d, la discrimina­ción, el rol de la mujer. También pinto óleos. –¿Cómo fue tu experienci­a en el mundo del arte? –Empecé y lo único que hice fue subir todo a Instagram. Y para mi sorpresa, me siguió bastante gente, lo que me permitió exponer el año pasado en seis países sin pasar por el circuito formal de galerías. Pero al momento de exponer, la gente de la galería no se interesaba en mi obra sino en la técnica y en el tamaño (que es de un metro por la proporción). Eso me llevó a buscar alternativ­as, y me estoy dirigiendo con esta obra a

otros formatos como grandes esculturas urbanas en vidrio para espacios públicos, aeropuerto­s, plazas. Está en línea con lo que pienso y es algo que no inventé para nada: es la forma en que trabaja Jeff Koons, en el sentido de ser creador de ideas que se plasman en muchas técnicas diferentes y trabaja con colaborado­res para plasmarlas. –¿Cómo fue la historia con Soda Stereo? –Fuimos compañeros de universida­d en el mismo curso con muchos publicista­s que hoy son famosos y también Gustavo Cerati y Zeta Bosio. Ellos, sobre todo Gustavo, luchaba internamen­te con el tema seguir con la publicidad o dedicarse a la música. Tenía un grupo, Bozarrón, al que le hice un afiche. Al terminar la carrera, año 82 o 83, y con mi sueldo de creativo me compré un grabador de cuatro canales donde grabaron su primer demo, todavía no eran Soda Stereo. Pero en nuestra fiesta de egresados tocaron y ya eran Soda Stereo. Aunque no puedo decir que me hayan gustado demasiado, gusté de ellos mucho tiempo después. Pasaron los años y nos reencontra­mos en Santiago de Chile, cuando Gustavo estaba en pareja con Cecilia Amenábar. Por un amigo en común, terminé dirigiendo el primer videoclip de mi vida, “Ella usó mi cabeza como un revólver”, que ganó el MTV Music Awards en 1996.

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“Almost Clasic”, de Stanley Gonczanski
 ??  ?? “Koons Lady”, 2018. Glicée sobre foamboard. 70x100cm.
“Koons Lady”, 2018. Glicée sobre foamboard. 70x100cm.
 ??  ?? “Stanley Tatoo”, 2018. Glicé sobre foamboard, 70x100com.
“Stanley Tatoo”, 2018. Glicé sobre foamboard, 70x100com.

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