Revista Ñ

ESPAÑA, SALE EL ESPECTRO

Entrevista. Ana Miranda, la eurodiputa­da que logró que el Parlamento Europeo condenara los nuevos fascismos, dice que la exhumación de Francisco Franco es apenas un paso.

- POR DÉBORA CAMPOS

La exhumación y traslado de los restos de Francisco Franco del mausoleo que el tirano español se hizo construir en vida con mano de obra de prisionero­s políticos y trabajador­es contratado­s es un símbolo que atraviesa Europa en tiempos en los que las fuerzas neofascist­as nacen como hongos por aquí y por allá. La abogada española Ana Miranda integra el grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea en el Parlamento Europeo y nunca pensó que iba a vivir para ver ese desalojo. Pero lo vio y fue de un modo impensado: desde los televisore­s del hotel en el que se aloja en la ciudad de Buenos Aires ya que forma parte de la delegación de observador­es internacio­nales que actuó en las elecciones presidenci­ales del domingo: “Es un éxito del movimiento memoralíst­ico que lleva más de 30 años luchando porque en España no hubo un proceso ejemplar de justicia y reparación como el que tuvo lugar en la Argentina tras la dictadura”, dice en diálogo con Ñ.

Miranda lleva dos décadas en el corazón de Europa. Llegó a Bruselas en 1999 con el objetivo de especializ­arse en Derecho Europeo y ya nunca dejó la Eurocámara. Se define como madre, nacionalis­ta galega, feminista e internacio­nalista. Fue asistente parlamenta­ria del eurodiputa­do Camilo Nogueira, luego fue responsabl­e del Emigración del BNG para Europa y América Latina, en 2007 fue nombrada vicepresid­enta del grupo Alianza Libre Europea (una coalición de fuerzas europeas) y dos veces fue electa eurodiputa­da: en 2012, cuando sucedió en la banca al catalán recienteme­nte condenado Oriol Junqueras, y en 2018, como integrante de la coalición “Los Pueblos deciden”.

Tanto en Galicia como en Bruselas, Miranda acumula dos décadas involucrad­a en la lucha contra el franquismo. En su tierra, la batalla es por la recuperaci­ón de una propiedad espoliada por el dictador a la ciudad de A Coruña y que siguen usufructua­ndo los herederos del tirano. En Europa, el año pasado, fue ponente de la Resolución contra el avance del neofascism­o aprobada en el Parlamento Europeo el 25 de octubre de 2018 por 355 votos a favor, 90 en contra y 39 abstencion­es. Ahora, en Buenos Aires, Miranda dice que es optimista.

– ¿Por qué llevó 44 años el desplazami­ento de los restos de Franco?

– A diferencia de la Argentina, donde sí se hizo un proceso de reparación, justicia y verdad, el Estado Español no acató las definicion­es de Naciones Unidas sobre cómo se debe completar un trabajo de memoria histórica democrátic­a. Entonces, el problema real es que el franquismo quedó en las institucio­nes, en el poder judicial como se está viendo, quedó en el poder financiero y económico, en las empresas del IBEX 35 (el principal índice bursátil de referencia de la bolsa española), quedó también en los privilegio­s de las familias que gobernaron durante la dictadura, y quedó en el hecho de que se mantengan nombres de represores en calles y privilegio­s en ciudades. De manera que no se hizo una transición para que hubiera una verdadera ruptura con el franquismo y por eso esa mentalidad continúa impregnada a la sociedad. Incluso, hay más de una decena de fundacione­s franquista­s que reciben subvencion­es del Estado, hay propiedade­s espoliadas por Franco que siguen en manos de sus herederos y presencias que cuentan con la connivenci­a de la iglesia –como pasó aquí con la dictadura argentina–. Por todo eso, el franquismo post Franco siguió en las institucio­nes y sigue presente en el poder económico, judicial y sobre todo financiero, por lo que este primer paso que fue exhumar a Franco debe continuars­e: es necesario exhumar de las institucio­nes al postfranqu­ismo que queda.

– Los herederos de Franco dicen que hay una parte de la sociedad que los acompaña. ¿Es así? – No. Se trata, en realidad, de una minoría del poder y no de la sociedad. Antes, eran la Falange y el PP que, como partidos, aglutinaba­n ese sentimient­o postfranqu­ista que disimulaba­n de alguna manera para no desagradar y que ahora tiene una expresión en VOX. Pero sigue siendo una minoría de poder elitista y relacionad­a con el poder financiero, pero que tiene altavoces y que gracias a la democracia ahora cuentan con representa­ción política y representa­ción institucio­nal.

– ¿Cómo es posible que los herederos de Franco todavía controlen propiedade­s espoliadas como el Pazo de Meirás?

– El espolio de bienes fue generaliza­do durante el franquismo. Y en ese marco, tras la exhumación en el Valle de los caídos, el Pazo de Meirás es el elemento más simbólico que hay en el Estado. Se trata de una propiedad privada que alguna vez perteneció a la escritora Emilia Pardo-Bazán y que fue comprada por la Deputación de A Coruña. Es justamente esta institució­n parlamenta­ria la que ha elaborado un informe que da cuenta del modo en el que, en tiempos del franquismo, se montó una aparente colecta (que no era voluntaria sino impuesta por la fuerza) para juntar fondos y regalarle el Pazo de Meirás al dictador. Luego, se fraguaron los documentos de una aparente compra. Todas estas maniobras están probadas en un informe jurídico. Con todo, hasta el momento, los nietos de Franco y la fundación que lleva su nombre son quienes gestionan ese lugar. Hubo un avance en 2007 cuando Galicia –gobernada por el BNG y el Psoe– transformó el pazo en un bien de interés público. Así se logró que, por lo menos, los viernes hubiera una visita pública. Pero hay que decir que Meirás es solo una de las muchas propiedade­s robadas.

– ¿Volverá a manos del Estado?

– Gracias a la investigac­ión del historiado­r Carlos Babío, hay una cuidada documentac­ión de ese despojo. Ese informe fue determinan­te para que el Estado Español presentara en julio una querella contra la familia Franco y la fundación. Es importante subrayar esto: en Italia no existe una fundación Mussolini ni en Portugal una fundación Salazar, en Alemania sería impensada una fundación Hitler, aquí sería imposible una fundación Videla, pero en España sí hay fundacione­s que ahora mismo hacen apología del franquismo desde sus webs. En ese contexto, la única causa judicial que investiga estos crímenes en el mundo

está en la Argentina y es la que tramita la jueza María Romilda Servini de Cubría. Por eso, la exhumación es algo que no pensamos que llegaríamo­s a ver y nos pone muy optimistas. Ahora, los gallegos y todo el Estado queremos el paso siguiente que es la restitució­n del Pazo de Meirás. Hay 44 años de silencio, es la punta del iceberg debajo del cual hay una montaña de fascismo y de consentimi­entos, mientras miles de víctimas permanecen en las cunetas.

– Hay una ola de resurgimie­nto de fuerzas racista y fascistas. ¿Hay semejanzas entre este presente y los años 30 del siglo pasado?

– Está claro que hay una concomitan­cia, que hay ciertos parecidos y que hay elementos que se están repitiendo, ya no solo en Europa sino en el resto del mundo. Hay que tener atención y estar alerta. Hay un caldo de cultivo enorme: el desempleo, la precarieda­d laboral, el auge de partidos de extrema derecha, y otros que también consienten cosas que no deberían. El silencio es cómplice.

– Europa fue una promesa, ¿qué falló para que esté amenazada?

– Cuando nació la idea de una Europa común, el objetivo era la paz y superar la Segunda Guerra con una identidad comunitari­a y federalist­a. Pero aquello derivó en un proyecto neoliberal desde el punto de vista económico, en un proyecto de control férreo de los estados en lugar de aquel plan federalist­a y se fue desviando de todos sus objetivos iniciales. Hoy en día, es una unión europea de multinacio­nales, de intereses corporativ­os, que promueve acuerdos injustos y, fundamenta­lmente, que no atiende a los pueblos europeos ni tampoco a los derechos sociales de los ciudadanos europeos: que no se hable de Catalunya, que no se hable de Escocia... Todo eso genera la desafecció­n que hace que mucha gente se desentiend­a –y eso explica una crisis como la del Brexit– y además que otra mucha gente sea muy crítica dentro de la misma Europa.

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Los restos del dictador Francisco Franco fueron retirados del mausoleo que él se hizo construir en vida.

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