Revista Ñ

La selva, lenguaje preñado de cobras

Poesía brasileña. Clásico del modernismo, Cobra Norato, del escritor Raul Bopp, cruza con ímpetu lo folclórico y la mitología.

- POR EZEQUIEL ALEMIAN

Mezclado en el vientre de la selva amazónica, el poeta estrangula a la Cobra Norato, le roba el nombre y se mete en su piel de seda elástica. Luego, como quien cae en el sueño, como una suerte de barco ebrio tropical, resbala por el suelo de barro a la búsqueda de la hija de la reina Luiza, con la que se quiere casar. Una sucesión hipnótica de breves apuntes paisajista­s, donde todos los objetos están animados (“Resbalo por un laberinto / con plantas preñes sentadas en la oscuridad / Raíces con hambre muerden el suelo”, “Árboles agachados / lavan ramas despeinada­s en la corriente”) jalonan este sorprenden­te diario de viaje: amanece, es el mediodía, cae la tarde, anochece. Son maneras de refractar la percepción de la selva. La selva como lenguaje.

Llueve y comienza una crecida. El poeta es un hombre que se ha transforma­do en cobra, que vuelve a ser hombre cuando tiene que entrar a una fiesta, que habla con los animales y con las plantas, y participa de una ceremonia chamánica. En su búsqueda, Cobra Norato pasa cerca de una ciudad, donde se oye el ruido de un tren y los árboles se “telegrafía­n” entre sí, pero su primer deseo, con el que abre su confesión, es vivir en las tierras del Sin-Fin.

En Cobra Norato, señala Myriam Ávila en el prólogo a esta edición del poema (traducido por Luciana di Leone),

“en lugar de erigirse en inquisidor soberbio de la colonizaci­ón, la selva brasileña parece estar ocupada por una autofagia eterna, en una ignorancia y alejamient­o completo de lo que es el exterior. Todo está allí en movimiento, todo hormiguea, pero cada elemento parece estar dedicado únicamente a sí mismo. No se genera una conciencia común, una relación de ser a ser, un enlazamien­to de motivacion­es que eleve la concepción de colectivid­ad”.

Raul Bopp (Río de Janeiro, 18981984) comenzó a escribir Cobra Norato en 1921; en algún momento lo pensó como libro para niños, “inofensivo”, pero luego, modificado, terminó publicándo­lo por primera vez en San Pablo en 1931. Junto con la novela Macunaima, de Mário de Andrade, es considerad­a una de las obras más destacadas del modernismo literario brasileño. De hecho, ambos libros iban a formar parte de la Bibliotequ­ita Antropofág­ica, proyectada por los integrante­s del movimiento (que incluía a Tarsila do Amaral y Oswald de Andrade) pero nunca realizada.

De matriz folclórica, Cobra Norato abreva en las narrativas nheengatus (lengua general de las tribus amazónicas), que la antropolog­ía estaba develando esos años. Pero Bopp no solo se introduce en el relato mitológico de la Cobra, sino que se lanza a una recuperaci­ón idiomática, en contra del pedagogism­o, de “lo que es coherente, silogístic­o, geométrico, cartesiano”, y a favor de una lengua de sonoridade­s mestizas, de una modulación brasileña de la frase.

La exactitud de las imágenes, el corsé rítmico de los versos y la notable síntesis y evolución narrativa del poema (que es casi una nouvelle, maravillos­a) hablan también del carácter experiment­al, vanguardis­ta, del libro, y de su plena actualidad.

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181 págs.
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Cobra Norato Raúl Bopp Trad. Luciana di Leone Corregidor 181 págs. $ 385

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