Saldos y retazos del mercado editorial
Índices. Ventas bajas, inflación, librerías cerradas ilustran el panorama del año que se va. Creatividad y uso de tecnologías serán clave en 2020.
Todos los participantes del mercado editorial argentino –sobre todo editores y libreros– coinciden en adjetivar al 2019 como un año olvidable. La crisis que impactó con fuerza a todos los sectores de la Argentina hizo crujir al mundo del libro. En el camino hubo bajas de todo tipo: despidos en editoriales, librerías que cerraron, contratos de edición que se rescindieron antes de publicar el libro, tiradas que se redujeron.
Ignacio Iraola, Director Editorial para el Cono Sur del Grupo Planeta, uno de los dos gigantes del mercado del libro, lo cuenta así: “2019 fue probablemente el peor año para la industria, con un marcado bajón en ventas (30 porciento), cierre de librerías y reducción de títulos, un año horrendo y duro”. Y, en referencia al caso puntual de su grupo, precisó: “En Planeta redujimos la cantidad de títulos de manera consciente: esta reducción nos permitió ahorro en papel e imprenta”. Respecto de los tanques de presencia multimedial, tuvimoseste año libros de Viviana Rivero, Gabriel Rolón, Felipe Pigna, Facundo Manes, Daniel López Rosetti y Darío Sztajnszrajber”.
Según el informe anual de la Cámara Argentina del Libro, publicado en mayo, “la tirada promedio de los lanzamientos editados por el sector comercial, pasó de 2700 ejemplares en 2016 a 1700 en 2019”.
En terminos generales, las crisis tienden a afectar a los más pequeños (las librerías de barrio, las editoriales independientes) que tienen menos espalda para ir a pérdida durante tanto tiempo. Pero, también, las empresas grandes tienen costos fijos abultados que les impide moverse con soltura y ser heterodoxos frente a panoramas adversos.
Damián Ríos, editor a cargo del sello independiente Blatt & Ríos, ofrece su diagnóstico, no tan dramático: “2019 fue un año duro, pero con muchas satisfacciones.
Lo financiero siempre fue un problema y a la vez seguimos creciendo. Los libros que sacamos fueron muy bien recibidos, tanto en la prensa como entre los lectores. Mejoramos muchísimo nuestra distribución en la Argentina e incorporamos puntos de venta muy buenos. Apuestas tempranas de la editorial crecieron y se asentaron, como Liliana Villanueva, Marina Yuszczuk, Pablo Katchadjian, entre otros”.
Una librería mediana de Palermo, como Libros del pasaje, pudo, por caso, inventar estrategias para morigerar el impacto de la recesión. Alejandro Simeoni, uno de sus encargados, lo cuenta de este modo: “No son buenos años para nuestro rubro. Más o menos este año fue una continuación de lo que fueron los años anteriores. La inflación hace que los precios de los libros se alejen de a poco de los ingresos de la gente y eso se nota. Lo que amortiguó un poco este año para nosotros fueron algunos factores, unos internos de la libreria y otro externo. Los internos fueron dos decisiones que tomamos este año. Una, reforzar las ventas online, que teníamos pero muy marginalmente. Eso nos permitió abrir todo un canal de ventas nuevo que nos dio un poco de aire. La otra decisión fue tomar de puntapié nuestro 15° aniversario, para realizar una serie de charlas, presentaciones y eventos. El factor externo que nos ayudó un poco fue el turismo, gracias a nuestra ubicación en un barrio turístico y a la devaluación que hubo”.
Queda, también, para una evaluación más pausada, el lento crecimiento del mercado del libro digital y del audiolibro, que en el futuro habrá que relevar con mayor precisión. En 2017 había seis mil audiolibros en castellano; hoy existen diez mil. Storytel, un servicio por suscripción que opera desde México, ya tiene un millón de usuarios a nivel global. Son números pequeños, pero que representan el futuro editorial.