Idilio sin sentimentalismo
En un año ordinario, salen pocos libros tan delicados como este. La ruta de los hospitales, de Gloria Peirano, es una joyita del habla de los argentinos; seguramente contribuye que haya logrado crear un mundo propio. Una mujer recuerda cuando era niña y acompañaba a su madre, nutricionista, por un circuito en auto que enlazaba los hospitales públicos donde atendía. Muñiz, Roca, Español, Británico, Fiorito, Fernández, tales son las estaciones. Decir hospitales del estado es nombrar por sí solo un reino perdido, el de la salud pública, y sirve para diseccionar y regenerar también una inocencia nacional más allá de las pancartas, cuando amar al pueblo todavía era lícito y posible. La protagonista tiene allí su iniciación en los misterios políticos, aprende a distinguir a los pobres de los ricos por la salud y sabe de la ira de los desahuciados, cuando el pabellón de tuberculosos escupe los guisos desabridos de su madre. La novela cuenta el espejo y las asimetrías entre madre e hija, ambas huérfanas, mide lo que el peronismo contiene de entrega al próximo –en el sentido cristianismo de la palabra - y compone una poética conurba para narrar ese idilio, sin ceder a la melancolía ni al sentimentalismo.