Premio Nobel por partida doble
En la árida década de los sesenta en la Polonia Popular, una niña de pocos años es mandada por sus padres a hacer una pequeña compra. Por el camino, no se encuentra con un lobo, pero sí ve de lejos un oso: se olvida del encargo y vuelve corriendo a casa, donde sus padres escuchan el relato y, con una paciencia intransigente, le piden no mentir. La niña insiste y ellos no ceden.
En aquel momento, contado en un libro de ensayos El momento del oso, Olga Tokarczuk nació como escritora; un mito de origen que combina la soledad, un desorden ontológico y un desafío lanzado a las “verdades” aparentes, los clichés que persisten por la inercia del pensamiento: como que la unidad social básica sea creada por lazos de sangre que, multiplicados, formen también una nación; que los combustibles fósiles sean la única, y además comercializable, fuente de energía; que la población humana se divida en partes iguales en dos sexos; que el hombre necesite pertenecer a una comunidad y, para su propio bien, deba renunciar al derecho a la libre circulación.
Ewa Koby!ecka-Piwo̞ska
El tiempo ha sido una de las materias que más ha indagado Peter Handke en medio siglo de lenta e incansable labor. Su bibliografía no cumple esa ley tácita, que dictamina que el reconocimiento llega cuando se están escribiendo los peores libros. La curva ideal para ciertos autores llega varias veces en una espiral con suerte ascendente. En una trayectoria notablemente pareja, uno de los libros recientes de Handke presenta nuevas vías de una búsqueda que nunca se planteó un fin. Ensayo sobre el loco de las setas es otro capítulo desenvuelto de sus andanzas en la senda de la percepción. Es la clase de atención que ejercita lo que lo distingue, de observación que consigna, teñida casi siempre de una suerte de bondad, de piadosa serenidad: “En mi interior yo no he ido más lejos que las lindes del bosque donde me escabullía, a mis siete años, para oír el viento entre las ramas”. Matías Serra Bradford