Genocidio o los nombres del odio
La investigación que desanda Calle EsteOeste comenzó de manera casual. En 2010, el jurista británico Philippe Sands había sido invitado a dar una conferencia en la ciudad ucraniana de Lemberg y el viaje lo entusiasmó, ya que en esa pequeña villa había nacido su abuelo materno con el inicio del siglo pasado. Una vez en ese distrito de 728.000 habitantes, el jurista británico descubriría que Lemberg sintetizaba el devenir de la Europa de los últimos 150 años y que, además, en esas calles se anudaban cuatro destinos que cambiarían el mundo. “La ciudad de Lviv ocupa un lugar importante en esta historia”, dice Sands al inicio del libro. Y es que Lemberg (Leópolis en castellano), es decir en Lviv, o sea en Lvov, que equivale a Lwów, es un mismo lugar que entre 1914 y 1945 cambió ocho veces de manos: “El nombre ha cambiado, al igual que la composición y la nacionalidad de sus habitantes, pero su emplazamiento y sus edificios se han mantenido”, escribe Sands.
Ahí, a la vera de esos edificios y sin cruzarse ni conocerse, habitaron Leon Buchholz, el abuelo del autor, que logró escapar de ese territorio antes de que los nazis lo ocuparan; Hans Frank, abogado y jerarca nazi encargado de aplicar la “solución final”; y los abogados Hersch Lauterpacht, catedrático de derecho internacional que creó la noción de crímenes contra la humanidad que se aplicó por primera vez en el proceso de Nüremberg; y Rafael Lemkin, fiscal y abogado que inventó la palabra genocidio que también figuró entre los cargos que se aplicaron a los dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen de Adolf Hitler.