Pequeños que les ganan a los gigantes
Literatura infantil. Un recorrido por algunos de los títulos más destacados de 2019 para los más chicos. Balance y recomendaciones.
Cualquier niño o niña lo sabe: frente a los temibles gigantes, lo mejor es ser pequeño para poder escapar. El año 2019 llevaba apenas cuatro meses, pero el panorama general era intimidante como uno de esos monstruos enormes: ventas marchitas, una industria parada y la palabra crisis sonando en estéreo. Para muestra, nada mejor que un botón: si en 2014 se vendían 128 millones de libros, el año pasado apenas se comercializaron 43 millones: un 70 por ciento menos, según el Centro Universitario de las Industrias Culturales Argentinas. Y ese espectro asustaba a todos: a los grandes grupos editoriales tanto como a las empresas más modestas. Y fue justamente uno de esos emprendimientos chicos el que dio un salto y entusiasmó al resto: Limonero, un sello de literatura infantil y juvenil que tiene apenas cuatro años, fue elegido en abril como el mejor de América del Sur y América Central en la Feria del Libro Infantil de Bolonia. Un catálogo pequeño pero atravesado por la creatividad y la audacia para mostrar un camino posible. Porque si de algo se trató este año fue de buscar e inventar diversas posibilidades. Y también historias diversas.
Frente a las cifras de los grandes jugadores, los veinte títulos que pueblan el catálogo de Limonero parecen inverosímiles. Lo mismo pasa con su deseo de pasar de editar seis libros al año a ocho títulos. Con todo, la propuesta que encabezan “Lulu” Kirschenbaum y Manuel Rud supo llegar a lo más alto y este año dejó dos joyitas para no perderse: El ascensor, de la ilustradora argentina Yael Frankel, que explora las sorpresas que puede deparar una actividad banal y cotidiana porque, como dice la autora, “todos los viajes nos transforman, incluso un viaje en ascensor”. Y Alguien como Antonio, de las romanas Susanna Mattiangeli y Mariachiara Di Giorgio, que perfila al protagonista en sus mil maneras de ser: travieso, caprichoso, amoroso. “Antonio es mucho más de lo que parece. Por supuesto, verlo así, sin nada a su alrededor, es un niño y eso es todo”, avisa la voz narradora. Como no podía ser de otro modo, Limonero aparece en la lista de candidatos al Astrid Lindgren Memorial Award 2020 de la mano de la cordobesa María Teresa Andruetto que publicó con ellos el imprescindible Clara y el hombre en la ventana. Una pequeña editora independiente que da batalla.
Otras editoras pequeñas también aportaron sus colores para pintar un mundo diverso y amplio. La española Barbara Fiore Editora presentó este año el audaz Si no te gusta leer, no es culpa tuya, del taiwanés Jimmy Liao que invita a chicos y chicas a mirar un problema que puede parecerles ajeno pero no lo es: el desamor hacia la lectura y la desaparición de las pequeñas librerías. ¿Leer o no leer? ¡Esa es la cuestión! El mismo sello lanzó además Filbert el diablillo bueno, una historia de Hiawyn Oram también con ilustraciones de Liao, sobre diablillos casi angelicales y angelitos nada perfectos: la vida misma. Del mismo país, la gallega Kalandraka, publicó Non Stop, de un verdadero clásico: Tomi Ungerer. En este libro, uno de los últimos que legó, el autor francés se anima a un tema que lo angustiaba: la contaminación, la extinción de especies y las guerras.
Pequeño editor, por su parte, recurrió a la música para componer el álbum Duerme negrito, que acerca a los lectores más pequeños historias y melodías de la tradicional canción latinoamericana tradicional ilustrada por Carlos Pinto. Libros del Zorro Rojo, entre otros, publicó La casa en el bosque, de Laëtitia Bourget con ilustraciones de Alice Gravier y cuatro metros de largo para plegar la historia con formato de acordeón para desandar junto al protagonista el camino que lleva a su hogar, la casa en el bosque del título. Y aunque sea una tarea atravesada por la arbitrariedad, de la propuesta de Edelvives para 2019, una historia curiosa: Mama robot, de Zidrou y Sébastien Chebret, sobre una madre robot “que se encarga de hacerlo todo”, pero un día se declara en huelga y obliga a los niños y al padre a asumir esas tareas todavía destinadas a las mujeres.
Este repaso se va terminando y aún no se anotó nada sobre el poemario Los entusiasmos, de Laura Wittner, con ilustraciones de Matías Acosta y editado por Del naranjo, al igual que Rita Bonita, de Sandra Siemens y Cecilia Varela que, basado en un hecho real, recupera la decisión de cortarles el cuerno a los rinocerontes de Java para evitar su extinción.
Sería imperdonable no mencionar la prolífica producción de Chanti, un infaltable de dos generaciones (como mínimo) de chicos y chicas de la región: solo en 2019, el cordobés lanzó (por Sudamericana) el tomo 15 de Mayor y menor, protagonizado por los hermanos Nacho y Tobi; el segundo volumen de Pico Pichón; el séptimo de la saga Las aventuras de Facu y Café con leche; el nuevo La saga de los distintos (Planeta) y el álbum Criaturas, poblado de seres que sorprenden, crecen, cambian, se transforman, editado por Calibroscopio.
Puestos a hablar de infaltables, un párrafo para Isol. Primero, porque llevó sus creaciones a la muestra Bestiario Doméstico que cautivó a grandes y a pequeños durante junio en el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso Nacional. Y segundo, porque se volvió viral en las últimas semanas con una pequeña ilustración que tiene una historia: “El año pasado publiqué una foto de mi hijo donde se podía ver la cicatriz, todavía reciente, que le había dejado la cirugía a corazón abierto por la que tuvo que pasar para corregir la Cardiopatía Congénita con la que nació. Para mí las cicatrices de mi hijo son bellas, son el recordatorio de batallas ganadas y muestran lo fuerte que es. Fue por esto que un día tuve una idea un poco loca y contacté a Isol Misenta, la creadora e ilustradora del dibujito preferido de mi hijo Geo, vía Instagram. Le conté brevemente nuestra historia y le pregunte si se animaba a dibujarle un amiguito cardiópata a PETIT, El Monstruo”, escribió Meli Alonso. El dibujo todavía circula tocando corazones.
Un año difícil, el 2019. Pero también un año diverso y valiente. Como Lu, Lucy, Lucía, la protagonista creada por Hinde Pomeraniec e ilustrada por Adriana Keselman, y Tincho, pareja de hermanos que es despareja, como todas. Porque muestra (y no nombra) la diferencia entre ellos (otros lo llaman discapacidad). Porque pone palabras a las emociones, a las frustraciones, a los celos, al cansancio y el desconcierto. Y porque hace todo eso con una aventura de por medio, con las playas bonaerenses como paisaje y con la felicidad que resulta de construir día a día un mundo para todos.
Un mundo en el que los pequeños pueden contra los gigantes.