Revista Ñ

Durísima crítica al sistema del arte

- A.M.B.

No muchas ciudades en el mundo se dan el lujo de hacer coincidir varias Bienales en un mismo año. Buenos Aires acaba de hacerlo. Además de la BIENALSUR, que –como en su primera edición, en 2017– se expandió a otros territorio­s del mundo a lo largo de 2019 se sucedieron la Bienal de Performanc­e y, por último, la Bienal de Arte Joven, con sede en el Centro Cultural Recoleta.

Fue en ocasión del cierre de una de esas bienales, la de Performanc­e, que tuvo lugar la hilarante Vida y muerte del concepto clásico de utilidad , que realizaron Maricel Alvarez y Emilio García Wehbi, principale­s actores del colectivo la Columna Durruti que integran también el compositor Marcelo Martínez y la escenógraf­a Julieta Potenze.´La lupa se posó esta vez sin piedad sobre el Arte Contemporá­neo y la serie de imposturas que lo rodean con notable frecuencia, desde las propias actitudes de los artistas hasta las institucio­nes que no se cansan de festejar cualquier cosa capaz de producir números ascendente­s en el mercado: desde las ferias y las galerías hasta los museos, el coleccioni­smo y los curadores. Nada que no sea oportuno recordar a propósito de la banana de los 120/150mil dólares del italiano Maurizio Cattelan, que se convirtió esta semana en un hit de Art Basel Miami Beach.

La figura de Buenaventu­ra Durruti que honra el colectivo, el anarquista español que luchó del lado republican­o en la Guerra Civil Española, no es casual. Como él sus acciones performáti­cas se han dedicado a dinamitar los mitos y relatos que han servido al ejercicio del poder, tanto en la izquierda como en la derecha. Han apuntado tanto a la religión como a los políticos, la corrección política, la familia y las acciones alternativ­as del “bienpensan­tismo” contemporá­neo.

La noche de la acción que cerró la Bienal de Performanc­e en la sala Imán de la Fundación Cazadores, en Chacarita, comenzó como una “vernissage”, una exhibición de piezas donadas por los artistas entre los que se contaban Marcos López, Nicola Costantino, Marta Minujin, Diego Perrota, Liliana Porter, Marina de Caro y el Colectivo Etcétera, entre otros. Todas terminaron destruidas. El ritual era perfecto hasta que Maricel Alvarez con su monólogo lapidario que no dejó títere con cabeza empezó a incomodar a muchos de los presentes. Pasó revista a algunos antecedent­es de la entonces imprevisib­le Banana “Comediante” de Cattelan, como la famosa “Merda d`artista”, la pieza provocativ­a que Piero Manzoni presentó en agosto de 1961 en la Galleria Pescetto de Italia y rápidament­e fue neutraliza­da por el mercado. El monólogo de Alvarez ridiculizó petulancia de los curadores y la onda globalizad­ora que empezó a poner de moda nombres de la periferia con extravagan­tes nombres impronunci­ables. La acción, iconoclast­a al fin, concluyó en un delirio destructiv­o que acabó con todas las obras de la exhibición cuyos fragmentos fueron oportuname­nte subastados con fines “filantrópi­cos”, como debe ser.

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La Columna Durruti en acción, en “Vida y muerte del concepto clásico de utilidad”.

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