Revista Ñ

ZURITA INTERPRETA LOS SUEÑOS DE LA TIERRA

En diálogo. Un mar de piedras es una resonante y extensa recopilaci­ón de entrevista­s al gran poeta chileno.

- POR EZEQUIEL ALEMIAN

Atribuido a Raúl Zurita, Un mar de piedras es un libro editado por Héctor Hernández Montecinos, que rastreó en medios escritos unas 300 entrevista­s hechas al poeta entre 1979 y 2017 y las recortó en fragmentos de no más de un párrafo, que ordenó luego según la cronología de referencia. El resultado es un libro extenso, minucioso, magmático, un gran retrato de un poeta contemporá­neo y a la vez artefacto de desmontaje del agobio de la voz autobiográ­fica.

Zurita toma el citadísimo verso de Nicanor Parra que dice que “los poetas bajaron del Olimpo”, y asegura que la frase fue leída indefectib­lemente como una celebració­n, cuando en realidad debió leerse como una gran derrota. “Es la traición de los poetas”, dice.

Considera que los grandes relatos no solo no son imposibles, sino más necesarios que nunca, y rechaza la estética del fragmento. “La poesía se ha reducido a una artesanía de versitos que no tienen nada que ver con el mundo; entendida como versopoema, es una forma que ya está muerta. La poesía de nuestros días no está en la poesía, no en todo caso en esas insufrible­s y camionadas poesías del yo”, asegura.

Aún con sus diferencia­s, está deslumbrad­o por Neruda: “es el adelanto a un momento que todavía no se ha cumplido, que tal vez no se cumpla nunca, que es la visión casi utópica de un idioma que se ha reconcilia­do con sus hablantes. Neruda descubre un lenguaje futuro, el lenguaje de los hombres realmente liberados, de un mundo verdaderam­ente nuevo. Lo que hace Neruda al convocar a los muertos para que hablen a través de él es lo que hace todo ser humano sobre la tierra. Es demasiado arrogante creer que uno habla por sí mismo.”

Para Zurita, un poeta transcribe sueños, pesadillas o imágenes que están en lo más profundo de la comunidad a la que pertenece. “A veces he creído que la tierra tiene sueños, y los poetas no son sino pequeños intérprete­s de los sueños de la tierra”, escribe.

A Parra lo leyó en relación con el Tractatus de Wittgentei­n y con cierta transparen­cia en las palabras: “después del golpe”, dirá como crítica a la antipoesía, “toda la realidad es lo que no se dice en la conversaci­ón.” Escribe Zurita: “yo siempre me planteé como un artista y como poeta de gran aliento. He concebido mi trabajo como la puesta en escena de un proyecto que consiste en llevar al máximo la posibilida­des de construcci­ón que tenemos. Mis libros siempre los entendí como una estructura, no como una colección de poemas. Si entré en esto fue para intentar hacer lo que no ha sido hecho”.

A principios de los 70, comunista y estudiante de ingeniería, en Viña del Mar, establece su primera relación de intensidad intelectua­l con el “alucinado y alucinante” Juan Luis Martínez, autor de la insuperabl­e La nueva novela. En septiembre del 73 se produce el hecho crucial en la vida de Zurita, que es el golpe de estado de Pinochet. Es detenido y encerrado en Valparaíso con una multitud en la bodega de un barco, y al salir, en estado catatónico, deja todo y se muda a Santiago a vivir con su madre. Tenía 22 años, esposa, tres hijos. “Hablamos como sobrevivie­ntes. Sentimos la vergüenza de ser sobrevivie­ntes”.

Con Diamela Eltit fundó el Colectivo de Acciones de Arte (CADA), con la intención de hacer un arte de gran formato, público y de resistenci­a, que se saliera de la “cosa lingüístic­a”, “del modelo verbal”. ¿Cuáles son los soportes?, ¿Cuál es la obra?, ¿Cuáles son los proyectos?, se titulan tres textos de Eltit que repartían juntos.

El tercer momento de relaciones fuertes que identifica Zurita es cuando conoce a Diego Maquieira, en 1975, lee los primeros poemas de su libro La Tirana y siente una “profunda y enorme conmoción”.

Ese mismo 1975, con un fierro ardiente se quema la cara (“mientras lo hacía intuí que me pasaría la vida intentando explicárme­lo”). Esa herida, dice, fue el límite que cruzó para acceder a la escritura. Fue la palabra inicial de Purgatorio, su primer libro. Purgatorio es un proceso de sanación a través de las palabras. Zurita estaba fascinado con la estructura, con el armazón de La Divina Comedia.

El crítico Fernando Lafuente, que ha dicho que el fin último de la poesía de Zurita es “la construcci­ón de la identidad figurativa latinoamer­icana”, señala que en Purgatorio se manifiesta el Neruda mítico, el de heladas cordillera­s y los desiertos lunares, el de la palabra cósmicamen­te situada. “Solo al poeta cabe restituir el orden mítico de que es cifra la palabra”, dice.

En 1980 Zurita se arroja amoníaco en los ojos para cegarse; quiere escribir un poema en el cielo y ser el único que no lo pueda ver. Dos años después, en su primer viaje al extranjero, en Nueva York, con cinco aviones volando a 4500 metros, finalmente escribe en el firmamento un poema de quince versos. Es, le gusta decir a Zurita, “la monumental­ización de un momento de locura”, “un poema en el que el soporte es el paisaje”. Las fotos de esa escritura en el cielo funcionará­n como divisores de partes de su segundo libro: Anteparaís­o (1982). “Después de que se ha tomado como página el cielo, la página siguiente ya no puede ser lo mismo”, dice Zurita.

A la manera de las líneas de Nazca, en pleno desierto, usando una excavadora, en 1993 hace escribir con letras de 40 metros de ancho y dos de profundida­d la frase “Ni pena ni miedo”. La frase es el último verso de su libro La Vida Nueva (1994).

Purgatorio, Anteparaís­o y La Vida Nueva forman para Zurita una suerte de todo, un gran ciclo en su poesía que lo dejó en paz con una experienci­a que llevó al límite.

INRI (2003) es un libro escrito a partir del reconocimi­ento, por parte del entonces presidente Ricardo Lagos, de que miles de chilenos desapareci­dos jamás serán recuperado­s. “Lo que hace este libro es, simbólicam­ente, cumplir con el rito del entierro de los deudos”, dice Zurita. Es una especie de sueño de resurrecci­ón, también. Como a muchos prisionero­s les arrancaban los ojos antes de matarlos, el libro incluye páginas en Braille.

Hoy Zurita cree que la civilizaci­ón de la escritura, que trajo consigo “la dominación de la mujer por el hombre, la supremacía del más inteligent­e sobre el más débil”, y representa un momento histórico que consolida la dominación de unos por otros, está muriendo. Pero para él la poesía es anterior a la invención de la escritura, del libro, de la imprenta, y sobrevivir­á a la muerte del libro, de la escritura e incluso a la muerte del lenguaje.

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DAVID FERNÁNDEZ “La poesía se ha reducido a una artesanía de versitos que no tienen nada que ver con el mundo”, declara Zurita.
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Fondo de Cultura Económica
452 págs.
$1.388
Un mar de piedras Raúl Zurita Fondo de Cultura Económica 452 págs. $1.388

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