Revista Ñ

ISLA DIMINUTA EN EL MAR NÓRDICO

Tove Jansson. Un libro de tiernos relatos de una nieta y su abuela, por la gran escritora e ilustrador­a finlandesa, creadora de Los Mumin.

- POR VERÓNICA BOIX

De tanto repetirse “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, la cita de Tolstoi podría ser el eslogan de una remera. Excepto que, de buenas a primeras, la escritora y pintora finlandesa Tove Jansson descubre una isla diminuta en un mar nórdico, vive ahí todos los veranos de infancia y escribe El libro del verano, una serie de relatos que llenan de oleaje negro, plumas y viento aquella frase dicha hasta al cansancio y, sin esperarlo, recuperan su sentido más hondo al retratar el poder universal de los vínculos a partir de la relación entre una nena y su abuela.

Dos personajes, una isla mínima y el verano son los escasos elementos que sostienen los veintidós relatos. La nena, Sophia, y la anciana viven casi solas en una casa construida sobre rocas; los únicos vecinos llegan en bote.

No se sabe mucho de ellas, tan solo que la mamá de la niña murió, que su papá está con ellas pero permanece aislado dentro de sí mismo. En esa soledad, las dos se alían para adentrarse en el territorio que las rodea como si no existiera nada más allá.

Claro que una es el sostén de la otra. A veces la despiadada ingenuidad de la nena y el carácter huraño de la abuela tienden a alejarlas. Sin embargo, consiguen anidar en la otra para encontrar tanto consuelo como impulso. En las tareas cotidianas se mueven sincroniza­das con los ciclos de la isla finlandesa, igual que el resto de los elementos que la pueblan, hasta que súbitament­e destella en gestos mínimos una vitalidad que las desborda. Son especialme­nte luminosos, en ese sentido, los relatos “La carpa” y “La tormenta de Sophia”.

Algo de la inocencia de la infancia que resuena en los textos, por supuesto, lleva a pensar en la célebre saga Los Mumin, una familia de seres maravillos­os que revolucion­aron la literatura infantil del siglo XX y consagraro­n a Jansson como la escritora finlandesa más leída del mundo.

Estos personajes están inspirados en las leyendas nórdicas, con troles, castillos y dragones, pero se alejan de los juicios morales y de la corrección política para encontrar en sus propias experienci­as las respuestas que necesitan. De ahí su éxito mundial con series, películas y hasta un parque de diversione­s.

Al igual que en esa saga, la naturaleza ocupa un lugar central en estos relatos. Pocas historias consiguen exaltarla de un modo íntimo y sin ánimo de aleccionar, como lo hace El libro del verano. El bosque, los animales, los insectos, el mar, los ciclos vitales y las tormentas resultan centrales en las vivencias de Sophia y su abuela.

Al mismo tiempo, la mirada de las dos, en sus extremos, parece abarcar la textura compleja de la naturaleza. Dicho más fácil, mientras que tirar una red, plantar una cebolla, esperar la lluvia son rituales iniciático­s bajo los ojos impetuosos de la infancia e incluyen la sorpresa de las primeras veces, la sabiduría de la abuela refleja en las hierbas o en un amanecer la clave significat­iva de la experienci­a.

A esta altura queda claro que la isla también es protagonis­ta. Y, por momentos, adquiere la misma consistenc­ia que las personas que la habitan. “La isla se encogía, se hacía más angosta. Donde sea que fuera, le molestaba la presencia de ellas, pero, en cuanto desaparecí­an sentía que debía encontrarl­as de nuevo para volver a ignorarlas y seguir su camino”.

Se nota el conocimien­to profundo que Jansson tiene del espacio que narra: una isla que ella misma había descubiert­o junto a su hermano Lars en 1947. Ahí, la familia construyó una casa en la que veranearon hasta 1964. Basta una anécdota para comprender lo excéntrico de esa aventura: luego de visitarla, la escritora Esther Freud, que prologó la versión en inglés del libro, dijo que la isla se podía recorrer entera en solo cuatro minutos.

Ni grandes hazañas, ni descubrimi­entos trascenden­tales, los relatos apenas narran anécdotas que van dibujando el modo en que humanos y naturaleza integran una misma historia. De ahí que conformen en su conjunto una trama total. En ese sentido, las imágenes luminosas acompañan la simpleza de las escenas.

Es cierto que las mismas virtudes, repetidas una y otra vez, vuelven algo monótonas las historias. Pero, así y todo, leer los relatos se parece a hacer la plancha en un mar sin olas: simple y paralelo al fluir del mundo.

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Tove Jansson, autora finesa
 ??  ?? La serie de los Mumin fue traducida a 35 lenguas.
La serie de los Mumin fue traducida a 35 lenguas.
 ??  ?? Cuadro de uno de los nueves libros de Jansson sobre sus criaturas, los Mumin.
Cuadro de uno de los nueves libros de Jansson sobre sus criaturas, los Mumin.
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Nacida en Finlandia, Jansson escribía en sueco.

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