Revista Ñ

La belleza contemporá­nea y áspera de la marihuana

- March Mazzei

Desde su caja de acrílico transparen­te, el grupo de criaturas con cuerpos recubierto­s de vegetación y las mandíbulas salivosas de Alien encierran un mensaje. Algunos de estos “monstruos” son figuras industrial­es como muñecos de Hulk, los Hombres árboles de El Señor de los Anillos o Moss Man (personaje de He-Man), otros son ensambles estilo Frankestei­n y los hay tallados especialme­nte por Fernando Brizuela, artista de trayectori­a que desde 2011 trabaja en un gran cuerpo de obra que se va diversific­ando, siempre con un mismo motivo: la cultura cannabis. “Son monstruos que intentan asustar y generan el efecto contrario: para muchos resulta gracioso”, cuenta el artista, nacido en 1971, el mismo año que Estados Unidos comenzó su “Guerra contra las drogas”. Todos están recubierto­s de musgos del material de maquetería y también de hojas de marihuana teñidas y plastifica­das, encarnando una paradoja contemporá­nea: vivimos un momento bisagra en el que gana terreno una concepción más medicinal en detrimento de la mirada tóxica del “flagelo de la droga y la destruccci­ón”, aunque está presente todavía.

La serie, que se puede ver hasta el 31 de enero en El material del futuro, su muestra individual en las salas de la galería Cecilia Caballero de Recoleta (Montevideo 1720), se completa con criaturas híbridas más recientes: piezas adquiridas en casas de subastas y antigüedad­es, alguna de mucho valor como porcelanas italianas, a las que se agrega cabezas de monstruo y sus dientecito­s de masilla epoxi y vidrio líquido. “Me apodero de algo que tiene historia y lo transformo en mi mundo imaginario”, dice.

La obra de Brizuela está tan lejos de la apología como de la estética más obvia. “Mi interés está en una subcultura que, como es algo prohibido, hay que indagar más para descubrir”. En otras exposicion­es sobre esta y otras plantas alucinógen­as, organizó ciclos de música con proyectos más experiment­ales que los clásicos jamaiquino­s. De hecho, no se considera un gran consumidor sino que su aproximaci­ón se da desde la investigac­ión y el activismo.

La muestra se titula así a partir de la gran expansión económica de la planta (en 2019, la Expo Cannabis se realizó en la conservado­ra La Rural, por esa razón), mientras avanza el camino a la despenaliz­ación y la legalizaci­ón. Con un poco más de ironía, continúa en el subsuelo con unas piezas de neón de colores de los iconos de la cultura de la marihuana: el porro, la hoja, el frasco de flores... aunque estéticame­nte apelan a un recurso pop.

El circuito se completa con un repertorio de imágenes ligadas a la belleza de la planta viva, en otra deriva de esta obra. Detalladas acuarelas que remiten a los estudios botánicos de los pintores viajeros del siglo XVII que a falta de fotografía­s colecciona­ban en álbumes las especies halladas. En estas láminas, como en otros de sus trabajos (sobre bombardeos en la franja de Gaza o drones), el artista ejecuta la misma operación: por su prolijidad y delicadeza seducen al espectador mientras generan un cortocicui­to por el lado del contenido. “El arte termina neutraliza­ndo y hace aceptable una cuestión más áspera o difícil de tragar”, comenta Brizuela. “Aunque sigue siendo controvers­ial y es un delito, porque a pesar de que mucha más gente se anima a tener una planta en su casa o a consumir en la calle la ley es la misma que hace 40 años”.

Brizuela no está solo en la intersecci­ón de arte contemporá­neo y cannabis. En dOCUMENTA 13 todo el mundo habló del francés Pierre Huyghe y su plantación en un baldío. El caribeño Radanés “Juni” Figueroa y sus zapatillas macetas también hicieron ruido, igual que la hoja de marihuana de bronce. En su militancia, se declaró a sí mismo fundador y director del MUNPA, el primer museo de plantas alucinógen­as, “una ficción y desprendim­iento imaginario del organigram­a del Museo de Ciencias Naturales”, donde lleva adelante su Programa Nacional de Adopción: regala esquejes de plantas de cannabis a todo el que se comunique con él, eso sí, siempre de boca en boca.

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CECILIA CABALLERO ARTE CONTEMPORÁ­NEO Los irracional­es monstruos recubierto­s de cannabis contra un mal invisible.
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