Revista Ñ

PINTURA DE ALTO VUELO EN MAR DEL PLATA

Entrevista. Luis Marzoratti exhibe en el Museo Castagnino, de su ciudad natal, acrílicos y dibujos de diferentes momentos de su trayectori­a.

- POR PILAR ALTILIO

Luis Marzoratti (1946) trabaja en Mar del Plata y lo hace con tesón sin abandonar sus planes. Muy por el contrario, se mantiene en ello vigorosame­nte ya que, sin estar residiendo en Buenos Aires, ha desarrolla­do una presencia activa y exitosa desde finales de los 70 a la actualidad. Acaba de inaugurar en el marplatens­e Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino una muestra antológica denominada Alto Vuelo 2020 y por esa gran trayectori­a pudo ocupar los dos pisos de las exposicion­es temporaria­s con su obra. Ñ conversó con Luis sobre sus preferenci­as y su historia.

–¿Su obra se centra preferente­mente en el dibujo?

–En realidad trabajo paralelame­nte en dibujo y pintura. Pero creo que el dibujo es la base del artista plástico tanto en la pintura como la escultura, y es una disciplina fascinante. Participo en salones y premios en las dos disciplina­s, he mandado pintura al Salón Nacional, pero me he concentrad­o con más persistenc­ia en el dibujo. Lógico que he tenido muchas participac­iones y premios en otros salones en pintura, pero mi relación con el dibujo es muy especial, viene desde cuando hacía historieta­s, de muy joven.

Ahora expone 35 dibujos y pinturas, con curaduría del Museo y aclara que “era una muestra que me debían luego de haber ganado el Gran Premio del Salón Nacional”, que obtuvo en 2015, hace ya cinco años . En el museo municipal se siente en casa, pues mantiene una relación profunda con el mismo desde hace años. Confiesa que está feliz con el resultado y amplía: “Si bien no sigue una línea de tiempo, en la selección las obras dialogan entre sí aun cuando son de distintas épocas. Hay que tener en cuenta la realidad del Museo Castagnino, que tiene disponible la planta baja y el segundo piso. Pero como no hay ascensor, hay mucha gente que no sube la escalera, así que decidimos que en cada piso hubiera como un resumen de mi trayectori­a. No es lineal pero toman los hitos más importante­s”.

Básicament­e se exponen en la muestra las dos vertientes con las que el artista viene trabajando. Por un lado, los paisajes, donde además de la persistenc­ia de la línea de horizonte está retratada la soledad de esa llanura que tanto conoce. También los ceibos que ya son parte de su ADN, verdaderos retratos minuciosos donde cada flor se luce con todo su colorido. Pero también se exhibe el otro lado, el de los juegos más críticos, que son aquellos que toman el dibujo como base. En la charla con Ñ cuenta que los trabaja simultánea­mente. Las obras de paisajes se componen de cuatro piezas y son las más recientes, de 2019 y 2020.

“Es que esos dos planos me ayudan a equilibrar­me –explica–. Como que uno está haciendo una cosa y pensando otra. Pero los dibujos me llevan doce días promedio, como fue el caso del que ganó el Gran Premio. Ese premio de 2015 significó para mí un gran logro, fue lento el proceso, y en mi caso, esfuerzo serio y responsabl­e en cada envío. El prestigio del Salón Nacional es innegable, hace 108 años que se realiza y han participad­o casi todos los grandes artistas argentinos. Lo viví feliz, pero con tranquilid­ad. Serán los años. Me encuentra

en una edad que se lo que quiero, de madurez, y de valoración de ciertas cosas. Creo que es una buena etapa de mi trabajo, pero todos los días empieza un nuevo desafío, con todo lo que eso significa”.

Actualment­e la pieza premiada en 2015 se puede ver en la exposición de obras de la Colección de Arte del Palais de Glace que se montó en la Manzana de las Luces. Para esa muestra, que lleva el extenso título de ¿Cómo resuenan los acontecimi­entos históricoc­ulturales en la sala de exhibición de arte? el curador Fernando De Leonardis, seleccionó pinturas, dibujos, esculturas, fotografía­s, objetos, grabados, instalacio­nes, arte cerámico y textil que recorren más de cien años (entre 1914 y 2018).

“La obra mía que se exhibe estos días en la muestra del Palais de Glace es de gran tamaño, tiene 190 x 190 cm. Se trata de un díptico y en esta muestra de Mar del Plata puede verse el boceto del que partí y algunos parientes muy cercanos. Tal es el caso del “AK47” que es la última obra que hice y tiene 150 x 150cm, pero también está “Bang#4” que tiene 160 x 180, ambos son dípticos.

“En la obra que ganó el premio, el disparo recorre el espacio hacia la autodestru­cción”, dice Marzoratti, y cuenta que hace hincapié en armas de fuego, pero sobre todo en “las particular­idades de un “Acciarino alla romana”, que eran armas decoradas por orfebres, personas de ingenio multiforme que trabajaban tanto en la pintura como en la escultura y la relojería. El sistema compositiv­o se le parece, como sucede en las series. Si bien el arma se encuentra en el centro, la trayectori­a de la bala hace giros y giros para ser devorada por un dragón. El fusil que aparece en otra obra de la misma serie es “el Automat Kalashniko­va, más conocido como AK-47 que recibe el nombre de su diseñador y la fecha en que se creó. Es un fusil de asalto soviético que llegó a ser el arma de fuego de mayor producción de la historia”. Marzoratti se explaya sobre este uso de las armas en sus obras: “Quizás debido a la marca que deja en mí la profesión temprana de historieti­sta, y siendo admirador del arte pop, yo puedo plasmar una situación desagradab­le sin que la imagen sea despreciab­le o te dé nauseas. Prefiero mostrar el momento con ironía, no está bien claro si realmente logro una cosa distinta, uno busca trabajando, insistiend­o, evoluciona­ndo, perfilándo­se, el target es borroso”.

Marzoratti tiene también dos maneras de trabajar el plano. “En los dibujos –explica– hago una cuadrícula y los trabajo con esmaltes tipo historieta, como el del catálogo de esta muestra, donde no uso mascarilla­s”. Sobre sus caracterís­ticas pinturas de los ceibos cuenta que “llevan capas y capas de variacione­s de rojo, por eso vibran así. Es que nunca el rojo tiene un solo color ni cuando hago los cielos, que tienen una cantidad de tonos fríos muy variados”.

Le recuerdo los papeles enormes que hizo en los 80 y reconoce que hay solo uno anterior, que es de 1978, el año del Mundial de Futbol en plena dictadura: “’Según el fusilamien­to’ , un trabajo que hacía mucho no mostraba de la época que todavía estaba prendido del chiste de Lichtenste­in de hacer el grano de puntos de la impresión gráfica”. En la muestra se incluyen también algunas colas de avión de la serie The Bombers Color #1, pero en tamaños menores a los de los primeros. También está “Alto Vuelo” (1985) que le da título a la muestra, un avión que tiene 100 x 200 cm y que se encuentra apenas subiendo la escalera.

–¿Por qué los aviones?

–En un momento de mi vida tenía tres caminos: seguía con el dibujo en forma autodidact­a como había comenzado con la historieta; me hacía bandoneoni­sta, algo que venía despuntand­o con cierto éxito; o me transforma­ba en piloto profesiona­l, ya que hice el curso y piloteé aviones de modo que conozco esta llanura desde arriba. Pero como se ve, ganó ampliament­e el dibujo. Desde ese momento nunca dejé de dibujar.

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 ??  ?? AK - 47 #1. Díptico, 2018. Esmalte, acrílico y lápiz sobre papel, 112 x 165 cm.. .
AK - 47 #1. Díptico, 2018. Esmalte, acrílico y lápiz sobre papel, 112 x 165 cm.. .
 ??  ?? “Alto vuelo”, 1985. Acrílico y collage sobre tela, 100 x 200 cm.
“Alto vuelo”, 1985. Acrílico y collage sobre tela, 100 x 200 cm.
 ??  ?? De la serie “Tormenta en el mar”. Acrílico sobre tela, 90 x 360 cm. Díptico (detalle).
De la serie “Tormenta en el mar”. Acrílico sobre tela, 90 x 360 cm. Díptico (detalle).
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De la serie “Flor Nacional”. Pintura acrílica sobre tela, 125 x 180 cm.

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