Inyectar música en los niños
La función educativa del Festival se pone de manifiesto en cada edición, como un complemento de la oferta de conciertos y como un semillero que busca trascender las visitas estivales de los músicos convocados. Desde 2011, es decir desde el inicio mismo del encuentro, se despliega cada año la Escuela Sonidos del Huemul, en la que niños y jóvenes de entre 11 y 20 años reciben una formación intensiva de la mano de los músicos invitados al Festival. En 2016 se sumó la Camerata Siete Lagos, plataforma de formación para instrumentistas de entre 18 y 28 años. Teresa Usandivaras (cantante, compositora, directora de coros, educadora musical, antropóloga y fundadora e integrante de Los Musiqueros, entre otras actividades), coordina desde hace ocho años la sección de Canto y Ritmo en Sonidos del Huemul, que nuclea a 22 niños. “Me encanta que la gente cante”, afirma, “y advertí que, al estar tan inmersos en un trabajo musical de todo el día, ellos aprendían muy rápido. Después de 4 años de trabajar muy intensamente empezamos a hacer los conciertos”.
Pero en este Festival habrá un condimento especial para Sonidos del Huemul. Además del concierto final del ensamble de orquesta de Sonidos y la Camerata Siete Lagos (el viernes 31 de enero), el jueves 30 se verá y escuchará en el Centro de Convenciones de Villa La Angostura una obra de teatro musical compuesta por Usandivaras: Paco, el monito, para coro mixto, solistas y orquesta de cuerdas. “Es el gran desafío de este año y me genera mucha expectativa”, dice la autora. El sentimiento es lógico: se trata del estreno absoluto de una operita que Usandivaras escribió en 1994 gracias a una beca de creación del Fondo Nacional de las Artes. Hecha por chicos y para chicos, la obra marcará un nuevo hito en el círculo virtuoso que promueve el Festival, y al mismo tiempo tendrá en esta primera representación mundial un marco difícilmente superable: la belleza infinita de los lagos y los Andes.