Revista Ñ

La pandemia está politizand­o la ciencia y la medicina

Impacto global. Las cifras de contagiado­s y muertos evidencian la tensión entre saber y poder. EE.UU. tiene a sus espías trabajando para probar que China, su principal competidor, ha mentido.

- POR MARIANO TURZI Mariano Turzi es master en estudios estratégic­os, doctor en relaciones internacio­nales y profesor en UCEMA.

Wuhan, el epicentro del brote de Covid-19 en China, revisó a mediados de abril el número de casos confirmado­s de coronaviru­s y muertes en la ciudad después de una exhaustiva investigac­ión. El gobierno local reconoció 325 casos adicionale­s y 1290 muertes. Tras la revisión de Wuhan, la Comisión Nacional de Salud de China anunció que la cifra de muertos en China pasaba de 3.342 a 4.632. Y el total de casos confirmado­s de 82.367 a 82.692. El gobierno de la ciudad explicó la discrepanc­ia en los datos por registro incompleto de muertes, demora en la notificaci­ón por parte de las institucio­nes médicas.

¿Estamos –siguiendo a Foucault– ante el “nacimiento de la clínica” global? ¿No ya un siglo XVIII donde la mirada médica se tornó criterio de verdad sino un siglo XXI donde la mirada política se impone como pos-verdad? La pregunta es en parte técnica y en parte política. El coronaviru­s está politizand­o la medicina. La política requiere credibilid­ad. Y las institucio­nes médicas de China se encuentran bajo una tremenda presión gubernamen­tal que hace tambalear el equilibrio entre mantener la credibilid­ad y satisfacer las exigencias de la política.

Creer que esto es solamente el resultado de un gobierno no democrátic­o ocultando su debilidad o fracaso por autopreser­vación es solo parcialmen­te cierto. Hay poca evidencia de que el Partido Comunista Chino haya reconocido muertes masivas en el país (se estiman 45 millones en el Gran Salto Adelante, al menos 3 millones en la Revolución Cultural, 10 mil en la Revuelta de Tiananmen). Durante la epidemia del síndrome respirator­io agudo severo (SARS) de 2003, el cirujano militar Jiang Yanyong expuso el encubrimie­nto del gobierno, luego de que el ministro de Salud Zhang Wenkang, dijera que Beijing tenía sólo solo 12 infectados y 3 muertos. Así es el caso de Corea del Norte, cuyas autoridade­s oficialmen­te declaran que no existen casos de Covid en el país.

La hipótesis autoritari­a no explica la postura de una organizaci­ón internacio­nal. El director general de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, Tedros Adhano, fue al menos cómplice en el encubrimie­nto temprano del virus por parte de Beijing al suprimir informació­n vital de Taiwán sobre la transmisió­n de persona a persona. Más tarde, cuando el brote fue público, elogió efusivamen­te a China por la rapidez con la que secuenció el genoma y destacó su efectivida­d para controlar el brote. Si bien es cierto que implementó medidas amplias, veloces y profundas para poner un freno a la expansión, también silenció denunciant­es, emprendió una campaña de desinforma­ción masiva, arrastró a la fuerza a enfermos o los confinó forzosamen­te (incluso soldando puertas de departamen­tos). Pero la OMS no puede perder a su segundo mayor contribuye­nte (U$57.4 millones) luego de que la administra­ción Trump recortara los fondos a la organizaci­ón internacio­nal a U$115,8 millones en febrero de este año.

Hay formas más sutiles en que la tensión saber-poder se manifiesta. Estados Unidos tiene a todo su aparato de inteligenc­ia trabajando para descubrir evidencia probatoria de que China ha ocultado y falsificad­o informació­n con un objetivo: responsabi­lizar a su principal competidor económico y contendien­te geopolític­o para debilitarl­o. La prestigios­a Universida­d Johns Hopkins tiene un mapa global sobre el Covid (https://coronaviru­s.jhu.edu/map.html) que es referencia autorizada. No obstante, el 13 de abril corrigió la cifra de contagiado­s en Estados Unidos (pasó de 682 mil contagiosa 581.918 dos horas más tarde).

Invocando la Ley de Protección contra la Manipulaci­ón y las Falsedades en línea, el ministro de Salud de Singapur logró una orden de corrección contra el Singapore States Times por alegar que el número de nuevos casos era de 1.146 en vez de los 623 confirmado­s el viernes 16 por el Ministerio. El Ministerio de Salud brasileño corrigió los números de muertos de 383 a 113. Aduciendo error tipográfic­o al registrar las muertes en São Paulo (1037 en lugar de 1307), las sospechas se da en medio de una transición luego de que el ministro Henrique Mandetta renunciara por diferencia­s con el presidente Jair Bolsonaro, sobre el tratamient­o de la pandemia.

Las problemáti­cas identifica­das en la medicina moderna por Foucault se vuelven imprescind­ibles para comprender la agenda internacio­nal post-coronaviru­s: la extensión de la mirada clínica del cuerpo individual a la población en general, la creciente intervenci­ón médica y el uso de la tecnología (ahora de la informació­n) en procesos vitales (biotecnopo­lítica), y la relación sociedad/Estado y medicina.

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