Revista Ñ

LA HORA DEL SALTO PARA LAS SUBASTAS ONLINE

Giro digital en el mercado. Las compras de arte podrían dejar de ser presencial­es y cambiar para siempre. Quizá bajen los precios, junto con los costos: los clientes son coleccioni­stas jóvenes.

- POR ROBIN POGREBIN, SCOTT REYBURN Y ZACHARY SMALL DESDE NUEVA YORK

El óleo de tres paneles pintado por Francis Bacon en 1981, “Tríptico inspirado en la Orestíada de Esquilo”, iba a formar parte de la principal subasta nocturna de arte contemporá­neo de Sotheby’s el 13 de mayo, cuando se calculaba que se vendería por 60 millones de dólares como mínimo. Esa subasta en vivo obviamente no se realizará ahora, a la luz del coronaviru­s. Pero Sotheby’s aún no ha anunciado qué planea hacer con sus ventas de mayo: ¿se harán on line? ¿Posponerla­s hasta fines de junio, como han hecho sus competidor­es, Christie’s y Phillips, suponiendo que para entonces las personas podrán reunirse? ¿Cancelarla­s hasta que el mundo esté menos patas arriba?

Al igual que las compañías de todo el mundo, las casas de subastas ahora se hallan en territorio desconocid­o, tratando de encontrar la manera de mantener a flote su negocio aun cuando el futuro de las compras de arte al parecer podría cambiar para siempre.

Con los trabajador­es de licencia y las sedes de las empresas vacías, algunos profesiona­les del arte dicen que el necesario traslado de las ventas a internet –también en marcha en las galerías– podría tener un efecto duradero en el negocio de las subastas en vivo.

“Estoy pensando muy en serio cómo es la experienci­a online para nuestros clientes”, dijo Amy Cappellazz­o, presidenta de la división de bellas artes de Sotheby’s. “En la práctica, hemos estado en el negocio del teatro en vivo. Ahora estamos haciendo la transición a algo que se parece más al streaming en vivo. La verdad es que la revolución está en marcha desde hace un tiempo”.

Los veteranos del mercado del arte coinciden en que la pandemia ha acelerado cambios que ya se estaban dando: un esfuerzo de las casas de subastas para aumentar las ventas privadas y online para reducir catálogos costosos y voluminoso­s y para desarrolla­r una clientela más joven y no tradiciona­l.

“Las personas que puedan cambiar, adaptarse e innovar serán las que avancen”, dijo Clare McAndrew, economista del arte que publica anualmente el Art Basel and UBS Art Market Report. “El segmento online podría ser el gran ganador aquí”.

Las casas de subastas están tratando de adaptarse rápidament­e, aunque la trayectori­a incierta del virus dificulta consolidar los planes. La pregunta más inmediata es la referida a las subastas de primavera, que marcan el calendario del mercado del arte, junto con las ventas de otoño en noviembre; en mayo pasado, la serie de ventas de cinco días de Sotheby’s, Christie’s y Phillips recaudó un total de 2.000 millones de dólares.

Tanto Christie’s como Phillips han unificado sus ventas neoyorquin­as de arte impresioni­sta, moderno y contemporá­neo en una semana de subastas del siglo XX programada­s para fines de junio, que también absorberán las ventas de junio de Londres. Las ventas de Hong Kong han sido aplazadas a julio, aunque eso también podría ser una simple ilusión.

¿La subasta en vivo podría llegar a ser una reliquia del pasado? Todavía no está claro si la gente podrá viajar o reunirse en subastas en persona ya este verano boreal… y, si no, si las casas de subastas tratarán de vender esas obras de arte de alto nivel en un remate online, donde los precios en general son más bajos.

“En el caso de algunos objetos de alto precio, aún no se sabe si una venta únicamente online sin la oportunida­d de verlos bien realmente puede maximizar el valor”, dijo Edward Dolman, presidente y CEO de Phillips. “Cuando se llegue a un momento en que la gente vea que las ventas online maximizan o superan el valor, ese será el punto de inflexión, allí veremos que nuestro negocio en general se traslada online”.

La pandemia también plantea preguntas respecto de los elevados costos indirectos de las casas de subastas. Si el mundo de las subastas se vuelve más virtual, las empresas tendrán que reevaluar su necesidad de tener propiedade­s de primer nivel. La nueva sede de Phillips en Park Avenue, por ejemplo, tenía previsto abrir en mayo, pero la construcci­ón se ha detenido.

“Este es el estímulo que necesitaba el mercado del arte para trasladars­e online”, dijo McAndrew. “Comprar online no es la primera opción de un coleccioni­sta, no reemplaza la emoción y el sentimient­o de comunidad de una subasta. Pero las ventas online ayudarán a aliviar las presiones de costos de los eventos en vivo”.

Todas las casas de subastas agregaron ventas solo online en varias categorías para abril y mayo y ya están viendo resultados. Phillips dijo que su subasta del 4 de marzo de arte del siglo XX y contemporá­neo tuvo un número récord de participan­tes, con oferentes de 47 países. Y casi la mitad de los lotes de su venta de grabados de abril recibieron ofertas en las primeras 24 horas. Sin embargo, el objeto más caro ofrecido en marzo alcanzó un máximo de solo 462.500 dólares, por una pieza de Ed Clark.

Las 21 ventas online de Sotheby’s desde el 1° de marzo sumaron la contundent­e suma de 40,1 millones de dólares, lo que quizá refleje el hecho de que el nuevo dueño de la casa de subastas es el magnate de las telecomuni­caciones Patrick Drahi. Hasta un 50% de los postores en estas ventas fueron totalmente nuevos para Sotheby’s, informó la casa de subastas, y el 50% de todas las ofertas se realiza a través de celulares.

“El mercado del arte –después de resistirse durante tanto tiempo– se ha visto obligado a darle la oportunida­d a lo digital”, dijo Thierry Ehrmann, CEO y fundador de Artprice, una base de datos de resultados de subastas de Francia.

Hasta los coleccioni­stas de la vieja escuela parecen empezar a estar más a gusto con las pujas online, porque en este momento esa es su única opción. “He visto a muchos clientes de quienes no esperaba que se interesara­n en la tecnología”, dijo Cappellazz­o. “Uno tiene las manos sudorosas, espera que gane su oferta. Es un poco como un videojuego”.

Christie’s aumentó sus subastas exclusivam­ente online en abril y mayo de nueve a más de 20 eventos, y se calcula que estos recaudarán 20 millones de dólares como mínimo. “Esta crisis es el momento de la verdad para las ventas online”, dijo Guillaume Cerutti, máximo ejecutivo de Christie’s.

La transición al comercio electrónic­o se ve impulsada por una clase emergente de millennial­s ricos que gastan más de seis veces la suma de la generación de sus padres y tienen pocos reparos en comprar arte online, según Art Market Report, que también indicó que el 92% de este grupo demográfic­o ha comprado obras a través de la web.

Otros señalan que los coleccioni­stas experiment­ados –en especial aquellos de lugares lejanos del mundo– ya compran algunas obras de arte sin verlas, confiando en el renombre de las casas de subastas consagrada­s, los informes sobre su estado y sus propios conocimien­tos. Aún no se sabe si esas ventas online podrán empezar a incluir obras maestras de varios millones de dólares.

Antes de la epidemia, se preveía que las ventas de mayo fueran importante­s, dado el material de primer nivel como la colección Anderson de arte estadounid­ense de posguerra de Sotheby’s, valuada en 55 millones de dólares, que incluye piezas de Mark Rothko y Clyfford Still. La Colección Macklowe postergó la decisión sobre cómo se venderá ese preciado material.

La idea de que los coleccioni­stas estarán a gusto ofreciendo decenas de millones de dólares por una inversión como el tríptico de Bacon –en especial si no lo han visto en persona– todavía parece improbable. “No soy fan de las ventas online”, dijo Adam Lindemann, destacado coleccioni­sta y marchand. “Quiero ver el objeto real, si puedo”.

A la casa Sotheby’s la alentó la venta online de un raro fotograma de László MoholyNagy por 524.000 dólares y del óleo sobre tela de Irma Stern “Empacadora de uvas” por 531.309 dólares. Phillips pide 1,5 millón a 2 millones de dólares por “Bandera afroameric­ana” de David Hammons en su nueva sala de exposición privada, pero estos precios aún tienen que probarse en un foro de subastas públicas online.

“Sospecho que, si esto dura de seis a nueve meses, la gente estará más tranquila comprando online en un nivel más alto”, dijo Guy Jennings, director gerente de Fine Art Group, empresa asesora con sede en Londres.

Pero las casas de subastas tienen que ganar muchísimo terreno con las ventas online, que en 2019 representa­ron solo el 9 por ciento –unos 5.900 millones– de los 64.000 millones en ventas totales del mercado del arte. (En el caso de las casas de subastas más chicas con ventas inferiores a 1 millón de dólares, ese porcentaje es más alto: 23%.)

Muchos expertos dicen que las subastas online no pueden reproducir el alto dramatismo de una sala de remates ni reemplazar los ingresos que se necesitan para sostener empresas que requieren mucho personal como Sotheby’s, Christie’s y Phillips.

“La subasta en sí tiene gran dramatismo… es un deporte de gladiadore­s”, dijo el marchand Brett Gorvy, ex ejecutivo de Christie’s. “Cuando volvamos a cierto grado de normalidad, reaparecer­á”. Gorvy también destacó que los vendedores necesitan las subastas para ver dónde está el mercado; las ventas privadas esporádica­s no brindan suficiente informació­n para determinar si los precios han caído como consecuenc­ia del virus. “Públicamen­te no hay nada para sondear el mercado: no hay ferias ni subastas”, dijo. “Eso está frenando la actividad. La gente no sabe a qué precio negociar”.

Posponer las ventas no es solo una cuestión de correrlas en el calendario. Las consignaci­ones implican contratos complicado­s que estipulan no solo la fecha en que se venderá una obra de arte sino también cómo se comerciali­zará, dónde aparecerá en el catálogo y otros detalles.

Si las ventas no se hacen como se había programado, los vendedores podrían decidir retirar sus consignaci­ones. Del mismo modo, las casas de subastas que han prometido a los vendedores determinad­o precio mínimo podrían retirar esas garantías.

Las casas de subastas están tratando de equilibrar el interés de esperar un mejor momento para obtener el precio más alto con el de vender lo antes posible para mantenerse activas.

Aun cuando las casas de subastas logren hacer ventas en vivo en junio, dicen los expertos, puede que los coleccioni­stas no estén de humor para desembolsa­r de manera conspicua grandes sumas de dinero por obras de arte, cuando muchos han perdido seres queridos y quizá aún estén preocupado­s por su bienestar físico y económico.

“Esta locura ha puesto el mundo de cabeza. Todos se ven afectados en algún aspecto”, dijo Lindemann, el coleccioni­sta. “Tenemos que tener la precaución de moderar el interés propio y pensar en cómo ayudar. Promociona­r y correr tras las ventas en este momento no se ve bien”.

 ??  ?? La casa Phillips pide entre 1,5 y 2 millones de dólares por “African American Flag”, de David Hammons, en su nueva sala virtual.
Pero es dudoso que se llegue a esos precios online.
La casa Phillips pide entre 1,5 y 2 millones de dólares por “African American Flag”, de David Hammons, en su nueva sala virtual. Pero es dudoso que se llegue a esos precios online.
 ??  ?? A la izquierda, “1947-YNo. 1”, de Clyfford Still, entre las obras de la colección de Harry W. y Mary Margaret Anderson.
A la izquierda, “1947-YNo. 1”, de Clyfford Still, entre las obras de la colección de Harry W. y Mary Margaret Anderson.
 ?? KIRSTY WIGGLESWOR­TH/ASSOCIATED PRESS ?? El “Tríptico...”, de Bacon no se subastará este mes. Se esperaba que superara los 60 millones de dólares.
KIRSTY WIGGLESWOR­TH/ASSOCIATED PRESS El “Tríptico...”, de Bacon no se subastará este mes. Se esperaba que superara los 60 millones de dólares.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina