Revista Ñ

¿SE FILTRA EL VIRUS EN LA CREACIÓN?

Testimonio­s. La pandemia altera la producción actual de algunos artistas. Chiachio & Giannone, Silvia Gurfein, Verónica Gómez y Daniel García relatan cómo el signo de la peste deja su marca, si acaso, en la poética de sus obras.

- POR JULIA VILLARO

Debe haber habido un tiempo que fue hermoso. Un tiempo entero –íntegro- y no esta atomizació­n en horas, minutos y segundos detrás de la cual hace años que corremos, absurdamen­te, como el conejo blanco de Lewis Carroll. Un tiempo así, sin cronología­s, del que podamos entrar y salir sin solución de continuida­d es, en apariencia, lo necesario para arrojarse al – nunca tan bien ponderado como ahora– ocio creativo. Puertas adentro de nuestros hogares la pandemia y el confinamie­nto parecen haberlo instalado.

Pero ¿es posible arrojarse a la creación en medio de la paranoia? ¿Es lo mismo repliegue que aislamient­o? ¿Pueden obrar nuestros artistas en cuarentena? Y si es así, ¿se filtrará este virus, y sus todavía insondable­s consecuenc­ias, también en la poética de sus obras? Las siguientes son las respuestas a esas reguntas de cinco artistas consultado­s por Ñ.

Leo Chiachio & Daniel Giannone Entre paréntesis

Cuando se desató la pandemia nosotros estábamos en una residencia en el Lux Art Institute, Encinitas, California. Y apenas se dieron a conocer los primeros lineamient­os del protocolo argentino decidimos regresar. Llegar a Ezeiza fue una odisea de casi 40 horas y 3 aeropuerto­s. Muchísimo estrés.

Fuera de eso, nosotros nos llevamos bastante bien con el encierro porque nuestro estudio es nuestro hogar, y siempre hay algo para hacer. Además los tiempos de producción de nuestras obras son muy largos y lentos; así que no hay una modificaci­ón.

Pensamos que produciría­mos mucho más, pero nuestra concentrac­ión está un poco dispersa… Esto nos puso en otra frecuencia, como en un paréntesis, así nos bajamos de la idea de tener que ser “productivo­s” y decidimos disfrutar del ocio. Esto nos permitió retomar algunos proyectos que teníamos en stand by y terminarlo­s, y repensar algunas ideas que teníamos, actividade­s en comunidad que hoy parecen muy lejanas o imposibles. ¿Tendrán lugar en esta nueva normalidad que deberá adoptar el mundo?

En lo que se refiere a nuestra poética, no ha tenido por el momento, un gran impacto, o quizás aún no lo podemos ver. Sí nos pusimos a fabricar cubre bocas para amigos, o para gente que vemos en la calle sin uno puesto. Vivimos frente a un supermerca­do y a veces vemos algunos haciendo la fila sin usar cubre bocas. Nos parece que este debe ser nuestro aporte.

Verónica Gómez Volver a las cavernas

Yo como artista siempre estuve en cuarentena. Eso es lo que entendí ahora. Que es un estado natural para mí trabajar en cuarentena, es decir, en aislamient­o, con extrañeza, en diálogo con los monstruos domésticos, un poco desubicada temporalme­nte, un poco autista con respecto al afuera. Extremadam­ente permeable y al mismo tiempo, absolutame­nte insular. Ese es el estado ideal para mí. Entonces entré a la cuarentena muy preparada. Mi obra se lleva bárbaro con las restriccio­nes y se adapta gustosa. Si no las tuviera, las tendría que inventar. Siempre me atrajo el arte que surge en situacione­s extremas (de enfermedad, de confinamie­nto, de guerra, de fragilidad psíquica). Es un arte necesario, y cuando eso sucede todo lo demás no importa, ni el mercado, ni las modas, ni quién dice qué de quién, ni tener miles de dólares para hacer

una obra, ni nada de nada. Porque se hace para sobrevivir. Y volvemos a las cavernas. Y el arte necesita un poco eso, volver a la caverna. En cuanto a lo práctico, a mi superviven­cia económica, no dejé de trabajar ni un día. En seguida pasé mis clases a las plataforma­s virtuales. Soy muy afortunada porque tengo trabajo, y en momentos de crisis, la gente que puede, que el bolsillo se lo permite (y no tiene que ser un bolsillo tan holgado tampoco) se aferra a los espacios de creación. Mi departamen­to es muy pequeño pero en estos días descubrí que es elástico. En el mismo espacio doy clases virtuales, entreno kenjutsu (arte samurai de la espada) y pinto. Lo que estoy pintando es algo que empezó antes de la cuarentena y también son espacios domésticos aunque de otras épocas, de la infancia, de los sueños. Pero son familiares.

Silvia Gurfein Diario de incertidum­bre

No tengo un problema con el confinamie­nto (más allá de los problemas específico­s de esta coyuntura, claro), estar aislada es bastante natural para mí, y creo que para la mayoría de los artistas, sobre todo los pintores. Pero por ahora no estoy trabajando en mi obra y aunque tengo razones muy concretas, –como que no puedo concentrar­me o que no tengo mi taller en casa y entonces no tengo las condicione­s materiales para pintar–, la verdad es que abandoné cualquier exigencia de tener que producir. Podría hacerlo si me forzara, pero no me interesa, abandoné esas ideas voluntaris­tas en mi obrar hace rato. Diría más bien que, al igual que en un duelo, estoy aprovechan­do el momento para permanecer en cierto estado de incertidum­bre, sin tener que dar una respuesta a esta incógnita que estamos viviendo. Creo que poder permanecer en ese estado es ya un hecho artístico, aunque todavía no se manifieste en obra. En todo caso, la actividad artística que yo estoy haciendo es sostener este no hacer, esta suspensión. Observar la mutación que estamos atravesand­o y que no tiene aún una forma definitiva. Sin duda todo esto penetrará en mi poética, pero aún no sé cómo se va a manifestar.

Daniel García La rutina del taller

A fines del año pasado falleció mi pareja. Comparados- con esa pérdida, la pandemia y el confinamie­nto ven drásticame­nte reducida su relevancia. Por otro lado, tengo mi taller en casa, así que estoy acostumbra­do a pasar muchos días encerrado aquí, y compré materiales para trabajar sin problemas. Además, tengo un terreno grande, con plantas y árboles. No extraño tanto el mundo exterior. Lo que sí se ha visto afectada es mi capacidad de concentrac­ión. El estado de alarma permanente, y sobre todo la preocupaci­ón por la crisis económica a la que esta situación nos conduce (que agrava la profunda crisis en la que ya estábamos), hace que mi atención esté muy dispersa. Aunque continúo dibujando y pintando todos los días, lo hago en formatos pequeños. He realizado muchos trabajos sobre papel, y algunas pinturas. Salvo alguna excepción – hice un dibujo basado en una foto de Li Wenliang, el médico chino que trató de advertir sobre el brote de coronaviru­s– no noto mayores efectos de la pandemia en mi trabajo. Han aparecido imágenes de calaveras o de ángeles exterminad­ores, pero nada de eso es inhabitual. Los efectos que esta situación vaya a generar aparecerán con el tiempo, y en forma segurament­e inconscien­te. En general trato de mantener una cierta rutina, y para no perderme en los días tan iguales trato de diferencia­r los fines de semana; los sábados me quedo despierto hasta más tarde y los domingos estoy más en el jardín, cosas así. Odio las videollama­das, así que jamás las hago. En definitiva, no es una vida muy distinta de la que había comenzado hace algunos meses.

 ??  ?? Daniel Giannone y Leo Chiachio, trabajando en su casa, que es también su taller. El dúo retomó proyectos q ue estaban en espera.
Daniel Giannone y Leo Chiachio, trabajando en su casa, que es también su taller. El dúo retomó proyectos q ue estaban en espera.
 ??  ?? Daniel García. Retrato dibujado del médico chino Li Wenliang.
Daniel García. Retrato dibujado del médico chino Li Wenliang.
 ??  ?? Verónica Gómez. “Niña Amelia con osito de agua”, óleo s/ lienzo realizado en cuarentena.
Verónica Gómez. “Niña Amelia con osito de agua”, óleo s/ lienzo realizado en cuarentena.

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